Vamos a la guerra ¿Quién dijo miedo?

Todos los días, a cada momento los venezolanos estamos subordinados a una inacabable cadena de información y desinformación (son tan parecidas que no distinguimos entre las verdades y las mentiras) que tienen literalmente sometida nuestra ansiedad y la cordura y nos liberaron nuestras depresiones y angustias. El manejo informativo en toda su amplitud, generados por los bandos y las bandas que controlan la política nacional, han creado campos de concentración en donde han arriado y encerrado millones de compatriotas. Somos rehenes en nuestra tierra.
Cada mañana el pueblo venezolano se levanta con la certeza de la incertidumbre, no tiene quien lo defienda pero si quien lo trate de manipular para que no distinga entre la verdad verdadera y aquella verdad creada. Las medias verdades, que son mentiras incompletas, son el pan barato de cada día y como no solo de pan vive el hombre, nos rematan con el control de nuestras necesidades tarifadas con precios impagables. Estamos tan oprimidos que nuestra libertad de pensamiento y expresión, uno de los derechos primordiales del ser humano, ha sido confiscada, ya no sabemos que pensar ni que decir en esta confusa situación nacional. Lo único aparentemente real en todo esto, es lo que uno y otro de los extremos de la diatriba política nacional se dicen de cada quien. Ahora la palabra guerra, tan lejana como el Medio Oriente, se instaló no sólo en nuestra conversación matutina, vespertina y diurna y además, con increíble repercusión en nuestra azorada vida diaria, desorientándonos y confundiéndonos más en este mar de zozobras. Nos tienen asustados y desmoralizados, en pocas palabras, controlados totalmente.
Sin desconocer la hija de puta acción del imperio norteamericano y el desequilibrado que lo preside en someternos con el perverso e inhumano bloqueo, además de la miserable y traidora posición de los serviles dentro del territorio que pretenden gobernar el país y que llaman a la guerra como el último recurso que les queda para la toma del poder, hay también una diaria situación de inestabilidad a lo interno de nuestra patria, que el gobierno no ha querido, ni aparentemente, pretende enfrentar: la guerra contra la maldita corrupción.
Sobrevivimos en un país donde la vida del venezolano está subyugada no solo al manejo mediático incesante distorsionador, sino nuestra vida en general esta sometida a una constante extorsión. Nos extorsionan desde que nos levantamos, porque no hay agua en las tuberías y si la hay, tiene diferente colores y olores, porque nuestra cocina sin gas y sin electricidad no funciona, porque nuestra nevera que se "quemó" en los apagones está vacía, porque nuestro vehículo no tiene gasolina o porque ya ni vehículo es, porque hay que pagar la cédula y el registros de documentos, porque el transporte público ya se privatizó, porque se robaron el cable de cobre, la fibra óptica y los transformadores y no tenemos telefonía ni internet, ni electricidad, porque vamos en un autobús de una ruta nacional y nos revisan las maletas en cada alcabala, porque no conseguimos medicamentos ni materiales médicos en los hospitales, porque el dólar baja y los precios suben y en fin ya nos embargaron no sólo nuestra vida, sino la vida de nuestro muchachos.
¿Y cual es la solución en nuestra patria Bolivariana para todas estas calamidades? Pagar, pagar, pagar, pagar y pagar extorsión. Pagas por un camión de agua como si fuera traída de los glaciales de la Antártida o de un manantial de los Alpes franceses. Hay que pagar la bombona de gas a un precio de locura porque está incluido el transporte y la comisión de los que la llenaron. Hay que pagarle al guardia, al policía, al del transporte, al bombero y hasta llevarle un hueso al perro que mea los surtidores, para que le echen gasolina al carro, porque ellos están sometidos a un constante "riesgo y estrés" al controlar las colas en las estaciones de servicio y no se le ocurra hacerlo en bolívares, pesos o dólares es el circulante. Hay que buscar aun primo que tiene un amigo que su hermano conoce a un técnico de las empresas de electricidad o telecomunicaciones para que en verdes lechugas arreglen las averías, sino no se hace así, no pueden ir porque no hay vehículos ni materiales para las reparaciones. Para que las revisiones de nuestros equipajes en las alcabalas se realicen de manera expedita y no seamos sospechosos de cargar material indebido y que puede ser "confiscado" entre la comida, nuestros útiles de aseo personal, los medicamentos o nuestros calzados y que el personal de seguridad ciudadana no le "echen los perros" a nuestra compañera, a nuestra hija o nuestra hermana, hay que "colaborar" con los guardias nacionales por su esfuerzo de llevar el honor como divisa de proteger nuestro país, dándoles unos billeticos bien doblados y envueltos, para que no se ensucien con el cochino dinero. Si nos enfermamos o si tenemos un accidente, debemos estar en el entendido que la medicina y los materiales que llegaron hace tres días en ese lugar se "agotaron". Pero, no hay nada que un buen billete verde no pueda resolver, hace milagros de sanación y aparecerán la solución fisiológica, el destroxa, la sutura, atamel, el antibiótico y si pagas bien, hasta el médico y la enfermera titulada aparecerán. Pero, ¿Si no tienes para pagar? ¿Si tu honestidad es mayor que tu gran necesidad? La respuesta de ellos es jódete y la tuya, te jodiste. Y si denuncias pasará en el mayor de los casos, dos cosas: no prospera la denuncia o el denunciado te amenazará. En todo caso, volvemos arriba: te jodiste
El dólar es bueno para cotizar, pero lo único en el país que no cotiza es nuestro estipendio, ese balurdo salario maquillado con bonificaciones inocuas y amarrados a una caja de cartón con cada vez menos productos, de sospechosa calidad. La hija de puta insensibilidad nos jodió y todavía hacen una llamado ha marchas y contramarchas para la defensa de nuestra dignidad nacional. ¿Cuál dignidad nos puede quedar si vemos aún a los malandros con carné que roban el erario nacional marchando y siguen robando ese recurso, ese dinero que le pertenece aun pueblo venido a menos? La corrupción no tiene un baremo, no es baja, mediana o alta, es una sola, es delito, es una mierda que nos caga nuestra vida. Pero, si le ponemos sensibilidad a la corrupción, ¿Cómo se puede calificar a un hijo de puta que en esta terrible situación de nuestro país, de la calamidad que vive nuestro pueblo nacional, aun sigue malversando y asaltando los recursos del estado a plena vista? ¿Por qué estos rufianes que todo el pueblo ve y denuncia, no son detectados por la justicia y quien la administra? La gente puede aguantar todo, pero seguir viendo esto ya es demasiado.
Esa es la guerra que debemos dar, esa confrontación necesaria no de discursos, ese es el combate cuerpo a cuerpo sin misiles, sin aviones y sin fusiles (aunque provoca pasar por las armas a unos cuantos, rescatando el decreto del Libertador Simón Bolívar), es la guerra a la maldita corrupción que está diezmando la tropa popular. No decreten esa guerra como un sofisma aleccionador (pero al final sofisma) sino como una tangible acción bélica policial, judicial y legal contra esos bellacos. Guerra a muerte a la corrupción, guerra a muerte a los corruptos, a los ineficientes, a los ineptos que ocupan cargos por ser amigos de un amigo de un encumbrado político, quítenle todo lo que se han robado, publiquen sus "hazañas" como héroes corruptos caídos en desgracia, nada de banderas blancas cuando pidan piedad y que cuando los destituyan, espérenlos en la salida de la que fue su oficina con un par de esposas y una patrulla, para que no le de tiempo de huir y no lo despidan con la manida frase de "agradecerle al camarada sus servicios prestado y que ahora será destinado a otras responsabilidades", cuando en verdad el único servicio que debe prestar, es lavando pocetas en una penitenciaría. ¿Hasta cuando postergamos la guerra que se debe emprender para combatir un malnacido enemigo que ha causado y sigue causando de manera indemne, miles de victimas fatales en el país y millones en agonía constante? Sino se hace, ¿qué valor tiene luchar por una dignidad nacional, cuando no somos dignos de pertenecer a esta nación, ya que no somos capaces de defenderla a lo interno?



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Carlos Contreras


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