Cuentos del Metro

—Epale compadre ¿Qué hay por hay?

—Lo estaba esperando, porque le quería contar una cosa que le oí comentar a unos muchachos que estaban hablando entre ellos en el Metro. La muchacha y el muchacho se montaron ahí en Plaza Venezuela, debe ser que venían de la Universidad Central.

—Disculpe que lo interrumpa, compadre. Pero esas estaciones del Metro dan miedo. Le van a tener que cambiar el nombre a ese sistema y ponerle otro. No solo miedo sino asco. Todo huele mal, eso parece un albañal. Y pensar que eso era lo mejor que había en este país.

En la Estación de Sábana Grande hay una pared por donde chorrea el agua parejo, todo el tiempo eso es saliendo agua, el olor a meao es insoportable. Las escaleras no funcionan, pusieron unas chinas y ya no sirven para nada. Y afuera en el bulevard, en la entrada este de la estación, hay unas oficinas de PDVSA GAS y ahora agarraron el bulevar de estacionamiento, allí ponen sus carros y no hay una autoridad que les diga nada.

La de Chacaito en estos días se les caen los tubos amarillos de oxidados de tanta orina que tienen, porque eso sí, los hombre para mear donde sea parecen unos galápagos, dentro y fuera de las estaciones se la pasan meando. Y escupiendo por todos lados, a mala costumbre se ha agarrado en esta pobre ciudad, si es que se puede llamar así.

En la estación Propatria las escalera esas no sirven para nada, y eso que hay un letrero que dice «que no se quién diablo revolucionario arreglo esas perolas», como todo pura embuste.

En la de Bellas Artes hay una escalera mecánica que eso tiene como diez años que no sirve, si mal no recuerdo tiene unos cartones para taparla.

Imagínese, que el otro día iba para La Rinconada y me meto en la Estación Plaza Venezuela, por la entrada que da al bulervad. Lo primero que uno se consigue es un pozo de agua inmunda, ahí había una alcantarilla para recoger el agua de lluvia, aquello se esfarató y algún genio le mandó a echar cemento y puso unos centro de piso como para un baño, ya se taparon y lo queda es el charco que le dijo.

Las escalera solo el nombre, alumbrado no hay. Desde que uno entra aquello parece la boca de un lobo. Oscuridad total, ni en una discoteca.

Yo agarro siempre para ir para La Rinconada por el anden de Propatria, en estos días cuando voy bajando para el anden para ir a El Valle, aquella oscurana y yo dije «será que esta cosa no está trabajando», en eso viene un muchacho subiendo y chorree, «me atracaron» pensé.

Bajé las escaleras como palo de gallinero. Bueno, pues, aquello es un desastre, los paneles de las paredes por el suelo arrancados, el pasamano de la escalera también lo han arrancado y el pedazo de tubo que queda ahí está. Suciedad por todas partes.

El vendedor ambulante a sus anchas, como si fuesen los dueños de esa guarandinga.

En la estación de La Bandera no hay una escalera que sirva. Y con tanta gente que va con maletas y maletines pujando para subir o bajar. Todo un desastre y una desidia.

Cada estación tiene su historia de terror, y no lo dijo yo por decirlo. Para que vayan a decir más adelante que soy un lengua larga y un apátrida. Porque para descalificar a la gente, cuando algo no les gusta, no comen cuento.

Las cerámicas de las paredes en muchas estaciones se están cayendo. Los vagones sucios. La gente también es muy sucia, comen en los vagones y dejan botellas, vasos, papeles. Sin contar los vómitos de fines de semana. La gente saca las empanadas o arepas y empiezan a comer ahí dentro del vagón, y si tienen algún papel o botella ahí la dejan de lo más campantes. Ya no hay respeto por nada.

Y además, no hay nadie que ponga orden, las cabinas están solas. No hay empleados. Cuando mucho un empleado por Estación. Se habrá visto eso.

En verdad, que eso del Metro es un desastre. Ojala no se van a derrumbar los túneles. Porque si lo que está a la vista está como está ¿Cómo estará eso para allá dentro? Se imagina el cableado eléctrico eso debe estar todo comido.

Y la línea que iban a hacer por Las Mercedes se quedaron en veremos, la plata se la embuchicaron. Y todos calladitos con ese caso, este es el único lugar del mundo donde no se dice nada al respecto. Ni se mienta. Y cuidaíto usted sale de boca floja y mienta algo, porque el pellejo se lo arrancan. Lo del brasileño no se mienta.

Tengo tiempo que no voy pa´Petare, pero cómo debe estar esa estación que la usa tanta gente. Si Capitolio está inservible, que está en todo el centro ¿cómo estará Petare?

Y perdone compadre, es que a uno le da calentera con tanta indolencia y desidia de estos mostrencos ¿Qué es lo que usted me iba a contar?

—Le iba a contar sobre la dialéctica del amo y el esclavo que le oí mentar a los muchachos. Pero otro día se lo cuento con más calma, que usted no esté tan ofuscado.

Por ahora, apriete.



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Obed Delfín


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