El trámite de la pensión

— Compadre ¿de dónde viene por ahí?

— Del Seguro Social, vale.

— ¿Qué le pasó? ¿Está enfermo? Cuidado, porque ahorita para conseguir una medicina eso está difícil y si lo llegan a hospitalizar ahí la cosa se pone seria, porque hasta el catre tiene que llevar si quiere acostarse y lo mismo pasa con la comida sino lleva no come.

— Nada de estar enfermo, gracias a Dios.

— Y entonces que estaba haciendo allá, será que algún familiar se enfermó.

— Tampoco compadre, déjese de ser tan trágico hombre.

— Pero, diga entonces ¿qué estaba haciendo en esa guarandinga? Porque uno no va al Seguro de paseo. Ya me tiene intrigado.

— A usted como que le gusta meterle al chiste, no. Ya le cuento con pelos y señales. Es que ya cumplí las sesenta ruedas y estoy tramitando lo de la pensión.

— Ah, caracha. Ahora si es verdad que se va a meter esa boloña de plata. Y no invitó ni una fría para celebrar ese cumpleaños.

— Que va compadre. Yo dejé de beber hace tiempo y hasta el café lo dejé desde que se puso tan caro; además, ¡voy a estar celebrando ponerme viejo!

— Todo eso es verdad, y dígame ¿cómo le está yendo con eso de la pensión? Porque a mí me toca el próximo año, Dios mediante. Y así usted me explica lo que hay que hacer.

— La cosa es llegar a los sesenta años, que en estos tiempos es bastante difícil, y tener las 750 cotizas o más. Uno baja por internet una planilla 14-04 y lleva la 14-100.

— ¿Y de qué tratan esas planillas?

— Una planilla es para hacer la solicitud de la pensión y la otra la tal 14-100 es la que debe darle a uno la empresa donde trabajó. Y ahí es donde estoy en este momento.

— Pero, usted ¿aparece en el sistema?

— Claro que sí, ahí estoy en letras mayúsculas. El nombre completo y la cédula de identidad salen claritos y hasta relumbro. Porque yo le dije a usted que yo estaba terminando de pagar por mi cuenta las últimas cotizaciones que me faltaban, se lo dije una vez.

— Muy cierto es.

— Bueno yo pensaba que yo mismo debía llenar esa 14-100, pero como tengo menos de seis años pagando la cosa y aunque ya completé las 750 y un poquito más no puedo hacerlo. El Seguro pide los seis años de cotizaciones y ahí se trancó el serrucho.

— Y entonces ¿Qué tiene que hacer?

— Usted sabe que yo trabajé para mucha gente, algunos me inscribieron y otros no como a mucha gente le pasó. Pero ese no es el problema, es que no me acuerdo de los nombres de las empresas ni sé cuáles me inscribieron y cuáles no, y si existen o no, porque yo era subcontratado, creo que ahora lo llaman tercerizado. Además, aquí la mayoría de la gente se ha ido para fuera y ha cerrado empresas y los negocios, los que siguen abierto es de milagro.

La verdad es que solo tengo un papel, y de chiripa, de la última empresa y esa queda por allá en Ciudad Bolívar. Y piden nombre, número de no sé qué, teléfono y otra cosa más. Me dijeron que tenía que buscar la 14-100 aunque en esa empresa trabajé solo dos años; para eso tengo que ir a Ciudad Bolívar, imagínese usted. Por lo menos, tendré que pedir un préstamo al Banco Central y que me lo den en efectivo, porque para comprar un pasaje en el terminal se necesita mucha plata. Imagínese ida y vuelta, más la comida. Ese viaje me va salir más caro que los tres viajes que hizo Cristóbal Colón a América. Bueno, me tocará, no me queda de otra.

— Habrá que hacer el esfuerzo, y es grande. Y con las otras empresas ¿Qué pasa? ¿Ya fue a preguntar?

— Claro que fui, por eso es que vengo de allá. Y le dijo una cosa, esas muchachas y muchachos que atienden son amables y tienen paciencia con tanto viejo que va para allá. Fui la semana antepasada, y el muchacho que atendió me dijo que bajara, por la cosa esa de internet, la planilla 14-205, la bajé y ahí fue donde caí en cuenta que no tengo ninguna información de con quienes trabajé. Nunca tuve nada y si lo tuve eso se perdió entre tantas pensiones donde viví.

— ¿Y qué tiene que hacer entonces? Porque esa situación hay que arreglarla.

— Esta semana regresé, para saber que tenía qué hacer y les eche el cuento que le acabo de contar. Me atendió una muchacha, muy buena moza ella. Y me dijo: «vaya a BANAVIH allá en El Rosal y pide un histórico», así mismo me dijo. No me quería ir para seguir viendo a la muchacha, pero me despedí de los más amable que pude.

Ni corto ni perezoso me fui de una vez para El Rosal, agarro el Metro en Bellas Artes pero el bendito en Plaza Venezuela se detuvo y que una falla; ahí mismo me bajé y me fui ajilaito por todo el medio de ese bulevar con aquella pepa de sol de había, y con miedo que no me fuese a dar una pálida porque no me había metido nada en la barriga, andaba con pura agua.

— Pero, llegó bien imagino.

— Llegué, sudao pero vivo. Apenas entré les dije a las muchachas de la recepción: «del Seguro me mandaron para acá a que buscará un histórico». Y ella me dice: «Sí, eso es aquí; en la tercera puerta ahí afuera. Pero no hay sistema». Torció el rabo la puerca, dije para mis adentros.

De todas maneras, vi que había una cola y me metí a preguntar, para saber qué tenía que llevar para solicitar el histórico. Le preguntó al muchacho: ¿qué tengo que traer? Él me responde, también muy amable: «la cédula nada más, pero la próxima semana», si es que hay sistema porque con estos apagones el sistema y los servidores quedaron mortadela. Y ahí me vine cantando aquello de ¡Ay mama Inés!

— Entonces, eso es pan comido compadre.

— Claro que sí. Aunque todas esas planillas están muy bien y como siempre le dijo «las reglas son reglas» y uno tiene que cumplirlas. Ahora dígame usted, si yo aparezco en el sistema, tengo sesenta años y tengo las cotizaciones completas. ¿Por qué Dios bendito eso no sale automático?

Usted ha visto que en los bancos la gente llega a retirar con la cédula nada más y el capta huella, y mire que más desconfiado que un banco no hay nadie, y de una vez le dan su plata; poquita pero se la dan.

Lo más sensato, dijo yo, sería que uno fuese al Seguro con su cédula, le ponen el dedo en el capta huella para terminar de verificar y de allí pa’lante el trámite debiese comenzar a realizarse de manera automática. Seguro que ese sistema está hecho para que sea así de fácil. ¿Por qué complicar el negocio? Además, esos muchachos trabajarían más tranquilos y sin tanto barullo, ni guardando papeles que eso lo que trae es cucarachas. ¿No le parece a usted?

— Verdura el apio, compadre. Pero, usted sabe que al pobre hay que llevarlo como tonto pa un guafal, arriao.

— Esa es otra cosa. Incluso, le dijo, que así como a uno le sale todos los meses automáticamente cuánto tiene que pagar de cotización, así mismo debiese ser con la asignación de la pensión. El sistema debiese decir: « éste ya cumplió los sesenta y tienes las 750 cotizas o más» e inmediatamente aparecer pensión aprobada y listo el pollo.

¡Eso no puede ser algo tan difícil! Allí hay mucha gente inteligente que podría hacer eso hasta con las dos manos atadas. Por eso le digo, si uno está en el sistema debiese salirle la pensión de manera inmediata, al cumplirse los dos requisitos que son la edad y las cotizaciones completas. Pero bueno así es la cosa, de todas maneras la próxima semana voy a buscar, si no hay apagón, el histórico.



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Obed Delfín


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