El punto de venta y el mendigo

—Compadre, con ese invento del punto de venta, ya no hay excusa para nada. Donde usted se meta le dicen aquí hay punto de venta, ya la excusita esa de "no tengo efectivo" se acabó. Lo primero que le dicen es: no importa, aquí tenemos punto de venta. No sé cómo estarán haciendo los pichirres y agarraos ahora.

—Tanto es así, que el otro día vi a un pordiosero pidiendo que le dieran para un café o una empanada. El miserable, en verdad, que es atrevido porque una empanada no baja de 30 mil, y dudo que alguien tenga esa cantidad en el bolsillo en este momento.

—Bueno, como le iba contando del indigente pidiendo y que para comer, porque el cuentico siempre es el mismo. Un cristiano que está parado ahí alelado le dice: —No tengo efectivo. Queriendo cortarlo con ese vaso de cartón, viene el mendigo y le pregunta: —¿No tienes efectivo? El otro le responde: —No, no tengo.

A bueno le dice el marginal: —Vamos para ahí, que en esa venta de empanada tiene punto de venta. El pobre cristiano no supo ni qué hacer ni qué decir. Ve compadre, ya usted no puede ni salir a la calle porque hasta los mendigos tienen punto de venta.

Hasta para recoger la limosna y el diezmo en la iglesia pusieron punto de venta, porque había mucho vivo que no quería dar nada y solo estar allí pidiendo a Dios, como si éste fuese cajero automático. Así está la cosa en estos días. No hay excusa para no bajarse, como dicen.

—Compadre, dígame una cosa ¿Qué hizo ese hombre ante la propuesta del mendigo? —Usted se refiere al pobre cristiano ese. El hombre se fue con la cabeza gacha y se oía que se lamentaba y se lamentó.



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Obed Delfín


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