¿Qué pasa en la planta cementera Pertigalete?

La interrogante gravita como espectro sobre el Estado Anzoátegui, particularmente sobre los municipios Guanta y Sotillo (Pto. La Cruz), pero también de Urbaneja y Bolívar (Barcelona), y buena parte de la respuesta se hallan en las movilizaciones que en las últimas fechas (8, 10 y 15 de enero de 2017) han protagonizado trabajadores de la empresa Venezolana de Cementos (Vencemos) Planta Pertigalete, ubicada en el Municipio Guanta del Estado Anzoátegui, con el exclusivo propósito de llamar la atención de las autoridades gubernamentales y del pueblo en general, respecto al grave estado de deterioro en el que se encuentra la Planta cementera, que en el año 2008 pasó a ser propiedad del Estado venezolano por decisión del gobierno revolucionario del Comandante Hugo Chávez.

Y es importante que cada vez más ciudadanos se interesen por conocer lo que tratan de expresar los trabajadores, porque se trata de una problemática que concierne a la comunidad tanto como a los que directamente la padecen y denuncian, sintetizándola en una consigna: "Queremos inversión para la Planta Pertigalete". Tal es la exigencia que encabeza las acciones del obrero cementero en la coyuntura actual. Ella da cuenta del gravísimo estado operacional en el que se halla su fuente de trabajo, en buena medida reflejado en índices de producción sencillamente alarmantes: según cifras referidas por la dirigencia del Sindicato de los trabajadores cementeros, de las tres millones de toneladas de cemento que se producían en 2010 han pasado a cerrar el año 2017 con apenas 900 mil toneladas.

Dichas cifras plantean un panorama que los trabajadores no pueden hallar sino sombrío para su propia estabilidad laboral, en medio de una crisis económica que no da tregua y pulveriza beneficios y salarios sin misericordia alguna. Por eso se mueven, y no pueden menos que moverse, para ganar la atención de una comunidad sobre la que también se abalanzan a diario las consecuencias ambientales de esa desinversión que buscan revertir los trabajadores: son cada vez mayores las emanaciones descontroladas de polvo que inundan a Guanta y Puerto la Cruz, cubriéndola en una densa "neblina" de arena, como resultado del colapso de los filtros de contención dentro de la planta cementera. La población de estas ciudades respiran polvo a diario y no por casualidad en ella existen altos índices de problemas respiratorios.

Es de recordar que una de las razones por las cuales el Comandante Chávez anunció en su momento, públicamente (en un Aló Presidente), que nacionalizaría Cemex (antigua propietaria privada de origen mejicano), estuvo en la contaminación ambiental ocasionada por las emanaciones de polvo debido a la falta de inversión de sus antiguos propietarios. Los propios trabajadores así se lo hicieron saber en aquella oportunidad. No es exagerado decir, entonces, que cuando los obreros reclaman Inversión, están exigiendo, a su vez, el cumplimiento de aquellas razones por las cuales se nacionalizó la antigua Cemex. Porque hoy, ni producción ni salud (de los trabajadores y el pueblo) han podido consolidarse y preservarse en el transcurso de una dinámica que lleva años y a no pocos termina resultando un completo contrasentido.

Por efecto de estas circunstancias, el regocijo con el que la masa trabajadora recibió aquella histórica medida en el 2008 (nacionalización) ha ido mutando, con el pasar del tiempo, en descreimiento, desconfianza y molestia en buena parte de los obreros, al contemplar estos cómo las magnitudes del deterioro que sufre Vencemos-Pertigalete, de un modo o de otro, lleva las huellas de la indolencia y la desidia "oficial", sorda durante tanto tiempo a las múltiples advertencias y denuncias del propio proletariado cementero.

Por esa razón, no es admisible que las movilizaciones que hoy se suceden se juzguen como hechos meramente coyunturales y circunstanciales. Mucho menos aceptable es el que se encuadre o pretenda encuadrarse el estado de ánimo de los trabajadores en un supuesto interés "guarimbero". Más allá de antipatías o simpatías políticas respecto a la dirigencia del Sindicato de trabajadores cementeros que las convoca y encabeza, los últimos 8 años dan cuenta su largo historial de declaraciones, movilizaciones, reclamos, denuncias y solicitudes, no solo en función de sus demandas económicas, sino también por la preservación de su propia fuente de trabajo. Y nada de ello sin sortear, al mismo tiempo, fortísimas resistencias de sectores del aparato burocrático del Estado que, de un modo o de otro, han jugado a la fractura interna así como a la indiferencia externa de otros sectores laborales, en aras de consumar su aislamiento (lográndolo en gran medida).

El propio Presidente Maduro, así como el actual Ministro de Energía y Petróleo y Presidente de Pdvsa, Manuel Quevedo (hasta hace poco jefe del Ministerio de Hábitat y Vivienda, a cuyo cargo se encuentran las empresas cementeras del país) debe estar al tanto de la magnitud del problema en Pertigalete. A estas alturas deben estar al tanto también los Alcaldes de Guanta y Sotillo, en cuyos planteos electorales no figuró jamás, valga decirlo, el problema de la contaminación ambiental ocasionada por las emanaciones de polvillo proveniente de la empresa cementera. También el Ministerio Publico lo está. Así como la Inspectoria del Trabajo de Puerto la Cruz. En todas y cada una de estas instancias los trabajadores han consignado documentos alusivos a la causa de su movilización.

Pero lo deben saber también, el actual Presidente del Consejo Legislativo del Estado Anzoátegui, Julio Millán, quien por varios años fue jefe de la junta que condujo la empresa Vencemos (antes Cemex) luego de su nacionalización, un político de triste recordación para la masa laboral. Así como también deben tener el debido conocimiento las "autoridades" del Ministerio del Trabajo a nivel estadal y nacional, pues desde ahí, a partir del año 2010, se ha venido fraguando la más conservadora y reaccionaria política en contra del movimiento obrero revolucionario, luciendo entre otros logros el haber convertido a instituciones como el Inpsasel, por ejemplo, en una mueca cadavérica del muy avanzado papel que tuvo alguna vez. Algo debe conocer, igualmente, el actual Ministro de Educación Elías Jaua, a cuya esposa, Natasha Castillo, le correspondió ser la primera autoridad de la Corporación Venezolana de Industrias del Cemento durante los primeros años de la nacionalización. Los obreros guardan de ella no muy gratos recuerdos.

¿Pero es qué en verdad no hubo inversión a lo largo de estos últimos 8 años? ¿Acaso el gobierno revolucionario del Comandante fue tan negligente así?

En este punto, que es el meollo de la cosa, las papas queman. Porque, a juicio de los propios trabajadores, el problema está en saber qué pasó con el anuncio de inversión realizado por el Comandante Chávez en el año 2012 por aproximadamente 129 millones de Bolívares, de los cuales 43 millones estaban destinados para el desarrollo de la Cantera El Paradero y, a la fecha de hoy, dicha cantera está sin explotar, mientras que la existente se halla en estado de agotamiento. De igual manera anunció –señalan- inversión por 16 millones de dólares para la compra de buques especiales y más de 3 millones de dólares para compra de flota terrestre; 600 mil dólares para el Taller Metalmecánico y otros 2 millones para maquinarias y equipos. A la pregunta lógica sobre el destino final de tales recursos, los trabajadores la han acompañado con una acción muy concreta: han interpuesto la denuncia ante el Ministerio Publico y exigido al Fiscal General de la Republica, Tarek W Saab, la debida investigación de la situación.

Entonces, sí hubo anuncios de inversión por parte del Comandante Chávez, pero lo que no ha habido hasta ahora es la debida información a la masa laboral, por parte de los responsables directos del manejo de tales recursos, acerca de su efectiva realización, así como la forma en la que esta se efectuó. Todo lo cual no hace sino plasmar un silencio "oficial" sepulcral que, a la luz de los resultados productivos y el estado actual de la infraestructura de la Planta, no puede sino llevar a los trabajadores a terrenos de la incertidumbre respecto a su futuro inmediato.

Son justas las demandas de inversión del trabajador cementero, al punto de que abarcan la salud y la vida de las poblaciones adyacentes, pero esas demandas, necesariamente, llevan a poner el acento de la problemática en su conjunto en una cuestión política cardinal: ¿qué papel tendrán los trabajadores como clase en la gestión y control de la empresa? ¿Bajo qué forma organizativa encararan el desafío de recuperar la planta y la producción? ¿Seguirá dejándose esta labor en manos de la Tecnoburocracia que lo ha tenido hasta ahora? ¿Cuál vía terminará apoyando el gobierno Bolivariano? ¿Qué propuesta tiene la dirigencia obrera que expresa legítimamente al grueso de los obreros cementeros?

Se trata de cuestiones que atañen directamente al proletariado cementero, pero a la que no deben ni pueden ser ajenos otros sectores de la clase trabajadora que, de una manera u otra, se encuentra frente a idéntico desafío. Por lo pronto: ¡Inversión para la planta Pertigalete!

 

fmarin2005@yahoo.com



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