Sin piedad

Es sábado. Improvisada venta de gas doméstico por camión frente a los silos de Aguanca o parque La Bandera de El Tigre, estado Anzoátegui. La cola es inmensa. Comprar una bombona de gas es un sacrificio. Se te chamusca la paciencia. La gente se somete a la oblación. A la espera del camión con el surtido. Los vendedores de café, chocolate, cigarros, galletas, chicha y empanadas deambulan de arriba a abajo voceando su mercancía. Unos más decentes en su presentación personal. Otros con la apariencia como que el producto que venden les salpicó la ropa y los termos mientras lo preparaban.

Antes de las seis y media de la mañana, a duras penas, de un vehículo particular, baja una señora de avanzada edad. Se le observan impedimentos físicos para desenvolverse con normalidad. Viste una falta larga bastante usada, una blusa, sobre la blusa lleva un suéter descolorido y sandalias de gota rotas. Es de piel morena y luce una pañoleta que le cubre en parte las canas. Está acompañada de un joven rapado, mal vestido. Camisa desabrochada. Short a media pierna y zapatos viejos empolvados. Sus movimientos y habla denotan que tiene discapacidades. El chofer del vehículo abre la maleta. Saca la bombona de gas vacía y la coloca en el lugar correspondiente de la cola de compradores. Lo siguen la se señora el joven. Luego regresa a su auto y se va.

La señora de inmediato busca conversación entre los demás colandantes. El joven, que cojea al caminar, mientras tanto, se preocupa más en ver qué come. Carga una paquita de billetes de cien bolívares que debe sobrepasar los mil quinientos. La señora dice: Él piensa es en comer. Y come solo. Si le pido que me dé se molesta. Nosotros vivimos solos en la casa. Él y yo. Pero tenemos tres días comiendo puro cazabe. Se nos acabó el gas. Tengo una sola bombona. La otra, unos desgraciados me la robaron. Y a él yo no lo puedo mandar a comprarme gas. Lo pueden robar. Deja la bombona en cualquier sitio y se distrae o se le olvida. Es que está medio loco. Quedó así desde que un carro se lo llevó por delante. Le golpeó la cabeza y le reventó una pierna.

La señora casi se cae y tropieza con un hombre que la sostiene para evitarle consecuencias peores a un tropezón. Comenta que no puede estar mucho de pie. Que sus piernas no la soportan. Que le duelen mucho. Su aspecto físico es de una persona desnutrida. Dice que tiene 79 años. Que de compañía le queda el joven que anda con ella. Los demás familiares cercanos viven en los estados Zulia y Falcón.

Algunos de los presentes le indican que se recueste del capó de un vehículo que está estacionado en la acera, después que su dueño, un tipo mal encarado, ávido para negar un favor, propio de ese nivel de insensibilidad humana que nos ha legado el desasosiego de hacer colas para adquirir lo indispensable para vivir en Venezuela, accede a que la señora descanse sobre el carro, que además luce pintura maltratada por la intemperie.

Contemplando este drama, uno concluye en el dramático grado de pobreza en que ha retrocedido la sociedad venezolana. Antes, si estabas codificado, apenas llamabas a la central de la venta de gas y a los dos días iba el camión de reparto. Te entregaba el servicio sin sobreprecio. Ahora el precio es mil por ciento por encima del regulado, aparte del costo de transporte.

La miseria es general. Escasez de valores. Se han pervertido. Escasez de productos. Vulgar usura. No hay voluntad para gobernar y para hacer que el gobierno cumpla con sus obligaciones. Es inhumano someter a semejantes penurias como la descrita a una mujer casi octogenaria para abastecerse de una bombona de gas para no seguir comiendo cazabe como única dieta. Eso, en el curso futuro de los años tiene que tener un precio. Jugar a la miseria humana no tiene perdón. De que se paga se paga. Dios es benévolo. Pero su ley, como todo lo perfecto, no tiene piedad. Quienes hoy actúan sin clemencia contra el pueblo, por muy blindada que esté su prepotencia, mañana llorarán por aliviar su desgracia.

 

carlossanos@gmail.com



Esta nota ha sido leída aproximadamente 933 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter