¡Qué vaina con eso de la lealtad mal entendida! ¡Zamuro no cuida carne!

            Según la prensa regional, muy recientemente, a un alto jefe del Instituto de la Salud del Estado Anzoátegui, acaban de detener por intento de extorsión contra alguien interesado en negociar con su despacho. Se dijo o mejor lo informó el propio gobernador, Nelson Moreno, que el aprehendido pidió una comisión de dos millones quinientos mil bolívares para permitir al interesado lograr “el visto bueno”.

            -“¡Si me das por adelantado lo mío, hago posible tu aspiración!” O, “primero bájate de la mula con tanto!”. Algo como eso dijo el alto funcionario regional y fijó una cifra que si bien no es muy alta que digamos, lo es más con creces que la cesta básica y eso ya es bastante.

            Y eso ya es casi habitual. No hace mucho, semanas atrás, le tocó a un alto funcionario de la “Misión Vivienda”, quien tenía “encalatedo”, en un galpón, millones de bolívares en materiales de construcción para venderlos al mejor postor. Era este uno de los íntimos, leales a “ful chola”, como del cogollo.

             Meses atrás, un funcionario del hospital Luis Razetti, vinculado al entonces director de ese centro de salud, es decir también leal hasta la pata e´ la oreja sustrajo una buena cantidad de medicinas y los llevó para su casa, donde los halló la policía. Al parecer había desde jeringas, medicinas y hasta mascarillas.

            En los tres casos mencionados, aparecen envueltos personajes de alto nivel en su ámbito o jurisdicción y muy cerca del poder. Precisamente por eso llegaron dónde había. Es decir, justo al sitio que buscaron para hacer sus negocios.

            Desde que comenzó el año, los medios con frecuencia anuncian de presuntas detenciones, fugas, etc., de personajes ligados a PDVSA Oriente, por supuestos malos procederes, lo que nadie desmiente. Lo que se sujeta a aquello de “quien calla otorga”; entendiendo esto como que al no haber desmentido es porque es cierto. Y en estos casos de PDVSA, como los relacionados con la Gobernación, hay coincidencia. Los envueltos en esos oscuros asuntos son altos funcionarios. ¡Claro!. El lector podrá decir “eso es natural”, son ellos, los grandes jefes, quienes manejan recursos y pueden, de una manera u otra disponer de ellos. Ningún pendejo,  lejos del mingo y hasta de las bolas mismas, puede hacer esas cosas. Como firmar un contrato por millones dólares a cambio de chatarra. Y razones tiene quien de esa manera razona.

            He podido comprobar cómo a una gente, un sector, llega una bolsa negra o gris oscuro, que se le atribuye a los CLAP, con una determinada cantidad de productos y a otra gente y sector, llega la bolsa también de los mismos colores, con la mitad del contenido pero al mismo precio de la primera. Como que esta, la bolsa original, hubiese parido o mutado en dos. Esa magia solo la puede hacer, sin que a nadie llame la atención, uno de los leales o una corte de los mismos, “pegados al corte”, como decíamos antes.

            Pero si vemos el asunto desde la perspectiva nacional es como un cuento sacado de “Las Mil y uno noches”, la cantidad de personajes, muchos ahora en plan de opositores quienes, valiéndose de lo cercano que estuvieron a los más altos niveles del gobierno, cometieron fechorías inimaginables e incalculables. La lista es tan larga que sólo pensarla cansa y produce hastío y molestia en lo que ha terminado todo esto. Sobre todo viendo como la mayoría de los venezolanos está “sobrecogida”, la expresión está allí con muy mala intención, por todo lo que nos sucede. Escandaliza y asquea pensar que adentro hay quienes están asociados a los de afuera. Incluso a quienes fingen ser opositores a ultranza y por razones de “altos principios”, de los que fuesen, al gobierno.

            Pero uno, por idealista siempre, y habiendo sido niño pobre y hambriento, sueña que la luna es un pan de horno o una enorme torta de casabe. Por ese soñar uno se empeña en creer que no es verdad que “estamos cual una isla, rodeados de ladrones por todas partes” y tampoco en “La Cueva de Alí Babá”.

            Siempre creí y sigo en eso, que el Dr. Ramón J. Velásquez, uno de nuestros buenos historiadores, de amena prosa además, fue un hombre decente y honrado. Pero siendo presidente, firmó un decreto que devolvió la libertad y como el perdón de sus pecados a un conocido traficante de droga. Entre un cúmulo de papeles, según se dijo entonces, alguien de su entorno íntimo, le metió aquel nefasto documento y quizás mientras hablaba con alguien, creyendo saber lo que tenía por delante, estampó su firma. Entonces se habló de soborno y cosas parecidas y hasta que el tramposo “se dejó ver las uñas”.

            Lo que he comentado sobre recientes hechos en el Estado Anzoátegui y la anécdota relacionada con el ex presidente Ramón J. Velásquez, a este escribidor le confirma lo que siempre he pensado. No se gobierna con quienes uno cree forman parte de su grupo o de la intimidad de alguien que a su vez a mi me apoya. Dicho de otra manera, esa habitual práctica nacional, según la cual al entorno del presidente sólo llegan sus íntimos amigos o los de estos, es un error garrafal. Justamente por esa grieta o debilidad, es por donde se escurren los maleantes e incompetentes. Por cierto, que estos últimos son peores, porque no hacen nada positivo, lo que les concierne y dejan que los tramposos y sobornadores hagan de las suyas. 

            Los gobiernos de Venezuela, este no escapa de eso y hasta temo que en eso tenga el campeonato, se han caracterizado porque a los cargos, sobre todo de importancia o “dónde hay”, tanto como bastante qué hacer, llegan no los más competentes disponibles, sin necesidad de salirse del espacio del frente o “proyecto” inherentes al gobierno, sino íntimos del jefe máximo o de los íntimos de este. Pero sucede, que por depender de esa misma intimidad – por algo estamos embadurnados de capitalismo- los corruptos se desatan; se sienten impunes por la amistad y una solidaridad o lealtad, no solamente mal entendida, sino peor concebida.

           Se acostumbra, aun sabiendo en el mismo espacio, sólo que quizás un poco más lejos, hay personajes idóneos, probados en la honradez, pulcritud y hasta suficientes conocedores del asunto, se les margina y hasta corre, porque “no goza de mi confianza”. Y ese no “gozar de la confianza del jefe”, no se corresponde con el buen administrar, dirigir y gobernar, sino simplemente que “no es mi pana o pana de mis panas”. No necesariamente significa que el “jefe” sea un potencial corrupto sino se trata de un hábito, una conducta como genética que enseña a desconfiar no de los ladrones, sino de aquel que no forma parte de mi estrecho entorno. Aún, se prefiere hasta conocidos de tener “malas costumbres”, porque “ese es mi amigo, mi pana y no me va a echar una vaina”.

            Los partidos viejos y los nuevos construidos como calcados de los viejos, bajo la absurda creencia que son nuevos o novedosos, tienen arraigada esa vieja manera de proceder y “filosofar”*. Se teme al competente, honrado que en cualquier momento puede discrepar del jefe, y no de quién se le conoce resabios, debilidades de toda naturaleza, como la intelectual o incapacidad de identificarse plenamente con lo que se quiere. Para el jefe, el sometimiento, la lealtad entendida de manera primitiva, al estilo de los viejos caudillo sin banderas ni poesía, son fundamentales y prevalecen sobre la honradez y la disposición a discrepar y hasta intentar enmendarle la plana al jefe. Y así se actúa, porque en el caso venezolano, para no complicarnos mucho la vida, estamos en una sociedad capitalista, donde el priva el interés primario de cada quien y el del “jefe”, por muy honrado y consecuente que sea, tiende a ser el de ser servido o atendido sin dilación ni menos se intente, no llevarle la contraria, sino hasta de él no se discrepe en nada. Porque aquello de ¡Jefe es jefe aunque tenga cochocho!, no ha perdido vigencia.

             *Uno lee cosas, opiniones sobre la forma de hacer partidos de nuevo tipo, tomadas de personajes a quienes su tuvo o tiene como oráculos, que de eso nada supieron. Repitieron cartillas. Pero también percibe, como los partidos construidos bajo las recomendaciones de ellos, parecen hermanos siameses de los de la derecha. Porque en una y otra concepción, que parecen la misma, el pueblo, la gente sin rostro, no cuentan, sino las vanguardias competentes, “los leales” quienes sólo cumplen órdenes y ordenan y dicen a los de abajo, como aquel grupo publicitario llamas ARS, en el cual estuvieron Arturo Uslar Pietri y su amigo Alejo Carpentier, “Déjenos pensar por usted”.

También se llamó ARS, fundamentado en la misma idea, a un grupo formado dentro de AD, que encabezaba Raúl Ramos Jiménez. Grupo que posteriormente se unió a Domingo Alberto Rangel y quienes a este le seguían para formar aquel partido llamado PRIN o el “del caballito”.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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