¡La ética perdida de la élite de algunos gobiernos!

Un sector de la sociedad latinoamericana, ciertamente, tiene su ética muy afectada, diríamos que, altamente golpeada, por el comportamiento que exhibe, quizá porque careció de un código de normas en la familia que le dijera que tenía que vivir en dignidad junto a sus demás congéneres o, a lo mejor, porque no comprendió bien lo que ellas significaban y fue presa fácil de quienes utilizan a los demás.

Por supuesto que ello es fácilmente detectable como herramienta que utilizan los malos políticos y que suelen conducir a unos cuantos desafortunados y débiles sujetos, objeto de las manipulaciones, para desviarlos más y hacerlos que cometan criminales estupideces.

Si ejemplarizamos, podemos hablar del hecho real de un muro divisor de ciudadanos que fue construido desde hace varios años en la propia capital peruana, Lima, que coloca en un lugar a los ricos y en otro, a una sociedad mísera, sin educación, sin beneficios sociales y, destartalada pues.

En esa realidad demográfica, con certeza se aprecia, que hay ausencia de un código moral en una de las partes, la que está acomodada, y carencia de muchas posibilidades en la otra, precisamente por la fragilidad de la ética en quienes están bien y los funcionarios a quienes correspondía evitar esa especie de descomposición social.

El problema es que en situaciones como de la que hablamos, hay indignidad, por carencia y por fractura, que es la misma que se ha estado observando en el comportamiento de quienes ordenan las guarimbas y de quienes las ejecutan.

¡Los venezolanos fuimos testigos de un pequeño escenario de indignidades!

Como la historia no miente, registra todo cuanto acontece. Aunque algunos quieran sepultar las cosas en las penumbras, no es malo recordar que, por ejemplo, muchas ciudades venezolanas –las más importantes en el área de las costas- fueron el centro de muchas migraciones de personas que se desplazaban en busca de un mejor horizonte para sus vidas.

¿Por qué se desplazaban?

Simple: siempre fueron ignorados por gobernantes que carecían de un conjunto de normas que les permitieran entender cuál era el sentido de una sociedad, del trabajo, del aporte de la educación, del trato justo para las personas.

Las carencias en los ciudadanos, les impedía muchas veces salir adelante, pese a que tuviesen un código familiar estricto, porque la ausencia de muchas posibilidades siempre inhibe el funcionamiento de los pequeños códigos familiares.

Y como era de esperarse, la ética del poder político siempre se superponía a los ciudadanos, independientemente de la carencia del conocimiento intelectual de unos cuantos gobernantes.

Esa ética perdida entre muchos ciudadanos siempre ha estado presente e invisible en la mayoría de nuestros entornos. Por eso las traiciones, conspiraciones, lisonjas y diversas desviaciones y por eso no se ve tan fácil aclarar el camino de las perversiones espirituales e intelectuales.

El Libertador Simón Bolívar lo supo y por eso sus deseos visionarios de actuar y legislar de modo óptimo, por eso su conducta ante desviaciones que alteraran las ideas de la unidad. Hugo Chávez, fiel intérprete de la larga odisea libertaria, también lo supo y por eso desarrollo una fiel interpretación para un nuevo mundo, al fundir en una visión, las ideas de Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora para una revolución socialista.

Todos estos guerreros latinoamericanos comprendieron la necesidad de rescatar esa ética, que en ocasiones y dados los acontecimientos, parecieran salirse del camino correcto.

Y una muestra de esa inexistente ética la hallamos más allá de nuestras fronteras, precisamente en la geografía de quienes se venden como imperio. En efecto, allí, un osado funcionario de La Oficina de Control de Bienes Extranjeros del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, –Mario Silva habla de un tal Jacob Lew, del Clan Clinton- un día antes de que fuese aprobado por el senado estadounidense la designación del nuevo Secretario, Steven Mnuchin, emitió un comunicado con el que pretende descalificar al Vicepresidente venezolano Tarek El Aisami y por ende al Presidente Maduro y a la Revolución Bolivariana, El Aisami es un criminólogo que ha apresado más capos de la droga que la misma DEA.

Todos los latinoamericanos sabemos que la ética tiene décadas perdida en el imperio estadounidense – Simón Bolívar lo sabía- y de hecho, esa inexistente ética es la que les permite ir lanzando bombas y asesinando por el mundo y robarse los bienes y demás riquezas de las naciones menos desarrolladas, o ¿es que acaso la gente puede olvidar que ese país de ética perdida mintió al decir que existían armas de destrucción masiva en Irak, solo por hacerle la guerra e ir tras sus riquezas e igual con Libia ¿

¿A quién quieren engañar? ¡Hoy día no es posible!



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Pedro Estacio


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