¿Qué hacer con el dólar paralelo y libre? : Regulaciones para tales dólares

El país necesita más dólares baratos que bienes extranjeros.

Inclusive las medicinas y todas aquellas mercancías catalogables como imprescindibles deben ser asumidas por un ente importador dedicado exclusivamente a este tipo de importaciones.

Digamos que el Estado debe ser el único importador de tales mercancías hasta ahora dizque importadas con dólares no oficiales, máxime durante estas semanas de reducción inducida del precio del petróleo[1].

Si en la pequeña cadena burocrática de Comercio Exterior surgiere, como es muy probable, los matraqueros y tartufos, entonces debehacérteles estricto seguimiento y aplicarles sanciones severísimas y ejemplarizantes.

Como anécdota digna de mencionar repetidas veces: Cuando la Inglaterra textilera, de industrialización incipiente, requería para sí toda su producción de ganado lanar, como quiera que la vecina Francia, tan poderosa e infatuada como la primera, de cara a despegar en la carrera de la industrialización de tejidos, esta Francia se dedicada a importar de Inglaterra cuanta oveja algunos ingleses traidores y despatriados lo hicieran. El castigo de Londres no se hizo esperar para estos antisociales: A quienes exportaban una oveja, en seguida le amputaban la mano izquierda; si este apátrida reincidía, le amputaban la otra, y si seguía haciéndolo, le amputaban la cabeza superior. Hoy, por supuesto, como somos “civilizados”, tenemos otras sanciones no menos contundentes. Si el maraquero se halla ligado de alguna manera a países o compañías extranjeras, no debería seguir disfrutando de  tantas libertades nacionales.

03/12/2014

03/12/2014 07:49:30 a.m.


[1] Una cosa son las variaciones de precios por desajustes normales de la oferta-demanda, y otra, la oferta inducida a manera de dumping que es lo que estamos viendo, aunque el mismo gobierno se cuida de no calificarlo como tal, y siga pensando que se trata de recursos técnicos alternativos porque supuestamente a EE UU se les agotan sus reservas aceleradamente; este es un cuento chino, a mi manera de apreciar el fenómeno. Si ese país, en verdad necesita petróleo por esa onerosa vía, no deberíamos seguirle vendiendo nuestro petróleo y buscarle otros mercados. En ese caso, ya no podría seguir lanzando sobrantes de esquisto que incidan desfavorablemente en el equilibrio del mercado por concepto de una mayor oferta frente a una demanda supuestamente deprimida. Recordemos que dentro de su perversa y ruinosa estrategia estaba y sigue estando que países, como Venezuela, incrementaran su oferta para compensar la baja de precio y así mantener sus Presupuestos nacionales, por lo menos a niveles vigentes. De haberlo hecho, caeríamos en un círculo vicioso ya que a mayor oferta menores precios ante lo cual responderíamos con mayores ofertas y así hasta bajarlos a niveles de hambre, para entonces ellos compramos petróleo a precios de gallina flaca como estuvieron haciéndolo durante la funesta Qta. República a la cual no quisiéramos recodar.

La demanda del petróleo no se detiene ni siquiera por depresiones transitorias ni permanentes de alguna economía propia de países industriales. No perdamos de vista que el capital se halla diseminado por toda la superficie terrestre, de manera que una desajuste aquí es inmediatamente suplida allá. Los bajones del PIB en alguno de los países imperiales tienden a traducirse inmancablemente en subones en otras zonas, en otras empresas porque se trata de mercados potenciales a cuya caza se hallan todos contra todos, habida cuenta de que todos los empresarios capitalistas son competidores natos. Así funciona este sistema donde ningún empresario favorece a otro ni a este compadece ni ayuda, salvo con intereses leoninos coyunturales. Todos los burgueses son clientes potenciales de todos los demás, y estos de aquellos. Las bajas en la demanda buscando mejores precios a la baja diz que por depresiones en algunas economías no pasa de ser otra de las tantas artimañas manejadas por el capitalista, cargado inagotablemente de variopintas picardías y conocidas con el eufemismo de  “recursos mercadotécnicos”.



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Manuel C. Martínez


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