Academicemos el comercio[1]. Regulemos con captahuellas las Librerías del Sur. Por una sociedad libre de burguesismo

Para una nueva sociedad con nuevos hombres, necesitamos ir educándolos desde chamos. Esta nueva República se encamina en tal sentido. Desgraciadamente y en paralelo, a los chamos de nuestra sociedad los están enseñando los más inescrupulosos comerciantes al detal, ese que visitan en el barrio, en la esquina de su casa.

 Cuando un comerciante los contrata como ayudante o ayudanta, empieza enseñarles las mil y una triquiñuelas de venta: Productos sucios bien dobladitos, con tallas adulteradas o erróneas; los enseñan a esconder la mercancía fresca y salir de la vieja a riesgo de haber perecido; los van enseñando a fijar y exigir sobreprecios para luego hacer rebajas, si fuere el caso, si la víctima chilla.  Tales rebajas son falsas: se trata de sobreprecios con miras a tolerar hasta 50% del precio especulativo o más, sin que su verdadero precio y coste se vean mermados en  un céntimo.
 
Por supuesto, los enseñan a robar a  su clientela, de la que viven y de la que procede y cobran sus miserables salarios y lo hacen no conformes con la explotación personal que ellos-los comerciantes-les hacen a estos "cómplices inducidos" o colaboradores de la explotación de esa clientela de la que el propio trabajador forma parte en el resto de los productos de su personal cesta familiar. Por cierto, los padres de los jóvenes colaboradores son reafirmados en su condición de extraordinarios pendejos-valga el oxímoron-al ofrecérselos a tales "comerciantes" a precios de gallina flaca, luego de haberlos "producido" a precios de oro *.
 
 Aquellos bajos salarios del trabajador comercial, posiblemente  son s. de hambre porque   sus patronos asimilaran  ese trabajito en comercios varios a una escuela de comercio, de pillaje legalizado por cuya enseñanza cobrarían o descontarían del salario  la mensualidad correspondiente.

 Desgraciadamente, para estas sociedades burguesas, aquel comerciante que se pare en sentimentalismos extraeconómicas  y renuncie a tales trampas comerciales y contables está de antemano condenado y sancionado a morir  comercialmente.

Corolario Mientras muere definitivamente el sistema burgués y su bandolerismo comercial, enseñemos a los niños a evitar esa  mala  praxis y a denunciar a todo comerciante y fabricante que les condicione la estabilidad de su trabajo con el silencio y su práctica insana de las trampas del caso. Los pensa de estudios deben mostrar y estimular las características más comunes de esas indeseables prácticas comerciales  a fin de que esa clientela robada y o especulada les vaya mermando y con ello  podamos avanzar hacia territorios libres de burguesismo.

07/11/2014


[1] Las Librerías del Sur necesitan urgentemente las “captahuellas”; se está dando un presunto bachaqueo o contrabando doméstico. Tienen la particularidad de que sus compradores lucen como intelectuales o fanáticos de la lectura,  pero ¡tremenda falacia!, son simples delincuentes metidos a comerciantes  por la gran semejanza  en los fines  reinantes entre comerciantes y ladrones, Apenas llega una remesa de libros, ellos serían los primeros en informarse y llevarse todo lo que puedan con plena tolerancia de parte los vendedores de turno, de la Superintendencia de precios,  de las Alcaldías e  indirectamente de gobernadores y ministros del caso. No hay control alguno. Los pendejos visitamos esas librerías y perdemos nuestro pasaje y tiempo, además de remarcarnos nuestro carácter de idiotas cuando nos dicen que se vendió todo, como queriéndonos decir que  si les llegaron 100 libros, de un mismo título y autor  se los vendieron a igual número de lectores.

(*)  Vea: http://www.aporrea.org/ideologia/a96312.html



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Manuel C. Martínez


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