“En Guayana el guiso es para coger palco”

Un día cualquiera del mes de julio, en horas de la mañana, me trasladaba un taxi a la clínica donde tenía cita con la oncóloga, en Puerto Ordaz, estado Bolívar. El conductor paró por completo el carro, para darle cumplimiento a la señal verde del semáforo. De pronto un hombre de mediana edad cruzó por delante del vehículo, mientras movía con energía su cabeza de un lado al otro. En su mano derecha balanceaba un periódico enrollado. Me llamó la atención aquella actitud del hombre, por lo que antes de que se alejara, más de lo debido, le dije al taxista que me dejara (salió ganando, ya que le había cancelado la “carrera” con anticipación. Me bajé y me lancé tras mi “presa”.

Moví mis pies al máximo que daban mis fuerzas. Pensé para mis adentro: “Está vaina es una locura. Que tal que ese señor me salga con cuatro piedras y tenga que morderme mi lengua, sin lograr saber el por qué movía su cabeza con tanta insistencia y fuerza”. Lo alcancé. Mi respiración se había acelerado más de la cuenta. “Señor”, le dije con dificultad, “me puede informar la hora, por favor”. El hombre se sorprendió ante mi interrogante, no por ella en sí misma, sino por mi jadeo. “No tengo reloj”, respondió a secas. Mi cerebro reaccionó a alta velocidad.

“¿Como que se molestó?”, le pregunté con cierta incertidumbre. “No, no me he molestado. Vengo molesto, que es otra cosa”. Le inquirí, con mi voz más tranquila, sobre lo que le molestaba. Y fue más rápido aún para responder. Se detuvo. Hasta ese momento había aminorado el paso para igualarlo al mío. Abrió el periódico y me enseñó la primera página, con un título a seis columnas (era un tabloide) y con letras rojas. “Mire, esta vaina y ¿dígame sino es para molestarse o para arrecharse con ganas?

Leí: “LA CORRUPCIÓN SE TRAGA AL GOBIERNO”. Hice una mueca con mi boca, antes de decirle: “El presidente Nicolás Maduro está dándole duro, desde hace un mes, aproximadamente. Hay unos cuantos presos por corruptos. Y él ha reiterado que le llegó la hora a la impunidad. “No habrá intocables”, dijo recientemente. ¿Qué opina usted?”. Sin pensarlo dos veces, me respondió que hacía pocos días había oído a Henrique Capriles decir que eso era puro pantallerismo de Maduro, ya que los “peces gordos” no habían sido tocado”. Me tome unos segundos para ordenar mis ideas, y le solté:

“¿Usted cree todo lo que dice Capriles?”. El hombre respondió de inmediato. “Mire, yo no necesito que Capriles venga a decirme lo que yo sé y veo en este estado Bolívar. Aquí se está robando a chorro, y eso es peligroso para la revolución. Tal vez usted creyó que soy caprilista, pues, no. Soy chavista, hasta la médula, pero me da mucha pena ver esta situación, donde hasta los Consejos Comunales se aprovechan del realero que está corriendo en Guayana, y son copartícipes de tremendos guisos. Esto es para coger palco. Nuestro Comandante Supremo, aunque yo no sé si usted es o no chavista, luchó contra la corruptela, pero, de golpe y porrazo, se ha desatado la locura. Aquí en Guayana, hay peces grandes, medianos, pequeños y hasta sardinas. El nerviosismo revienta a los “nerviosometros”. ¡Salvase quien pueda! Maduro va con todo…”.

No me quedó más remedio que preguntarle: ¿A su juicio, qué se debería hacer? El hombre me dijo: “Llévese este periódico. Yo leí lo que me interesaba”. “Y le respondo su pregunta: Mire, hace falta más mano dura, y que la fiscalía y los tribunales actúen sin contemplaciones. No debe haber intocables. El presidente Maduro dijo hace tres días que no habrá contemplación con los corruptos. Y que “ le estamos dando en la madre a las mafias”. Y agrego el hijo de Chávez: “Las mafias que están operando en Guayana, serán sometidas. Que se preparen”. Yo soy un humilde chavista de esta calurosa tierra, pero creo en la sinceridad de Maduro. El está haciendo lo correcto y está golpeando a estos ladrones, pero él sólo no puede. La tarea es de todos. Ayudar para que desde los peces gordos, hasta las sardinas vayan a dar a la red, que no es otra cosa que la cárcel”.

Y agregó:

“Todos, los venezolanos, seamos de a pie o no, tenemos que colaborar en esta batida contra estos ladrones, bandidos... La fiscalía y los tribunales tienen que actuar con contundencia. La revolución está en nuestras manos. No podemos dejar que la corrupción se trague al gobierno, pues, se tragaría también a la revolución. Y eso sí que no lo vamos a permitir. Maduro: Dales duro, durísimo, con rabia, con arrechera, a estos bandidos. Chávez, lo juro, mi voto, fue por Maduro y no me arrepiento”.

Mereció haberme detenido, y bajado del taxi para encontrarme con este hombre con sudor a pobre. Le hice descargar esa arrechera que le hacía voltear su cabeza de un lado a otro, con fuerza, con mucha fuerza, como diciendo, hasta cuando tantos ladrones, tantos pillos, ladrones de los dineros del pueblo venezolano, por estos miserables. Ojalá, paguen en la cárcel, donde deben estar para que paguen parte de sus raterías, en fin, por ser malos venezolanos.

¡Chávez vive, la lucha sigue!





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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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