Hambre, pobreza y cambio climático obstaculizan la Agenda 2030 de ONU

Nueva York, junio 20 - Los principales retos para alcanzar las metas de desarrollo sostenibles fijadas para 2030 son la persistencia del hambre y la pobreza, y la rapidez del cambio climático, según un estudio difundido hoy en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

A estos le siguen la desigualdad, los conflictos y la urbanización acelerada, y todo ello indica que no se avanza a la velocidad deseada para poder llegar a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, destaca la pesquisa.

Hay un retroceso en el que se refiere a erradicar el hambre y es necesario un impulso urgente en ese sentido, reveló la evaluación elaborada por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas (DESA).

De acuerdo con el reporte, de 2015 a 2016 aumentó en 38 millones el número de personas que sufren hambre, para sumar un total de 815 millones.

Este incremento, el primero en más de una década, se debe en gran parte a los conflictos en 18 países y a una devastadora temporada de huracanes en el Atlántico Norte, la cual dejó pérdidas de más de 300 mil millones de dólares.

Por otra parte, aunque la pobreza extrema disminuyó considerablemente desde 1990, aún sigue presente en sus peores formas en ciertas regiones y todavía en 2013, el 11 por ciento de la población mundial, vivía por debajo del umbral de pobreza, precisa el estudio.

Erradicar ese flagelo requiere de mejores sistemas de protección social, reducir la vulnerabilidad a los desastres y atender las zonas más atrasadas en cada país, apunta el reporte de DESA.

Tan solo en 2016, casi cuatro mil millones de personas quedaron fuera de los sistemas de protección social. Mientras en 2015, unas dos mil 300 millones carecían de servicios básicos de saneamiento.

Aunque según las estadísticas, la población mundial en general vive mejor que hace una década, los avances para garantizar beneficios tan básicos como seguridad alimentaria para todos no son lo suficientemente rápidos.

Entre los aspectos positivos encontrados en el estudio figuran que la mortalidad de los niños menores de cinco años cayó casi un 50 por ciento en los países menos desarrollados, así como la disminución del matrimonio infantil en zonas del sureste asiático.


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