Editorial #26 de Marea Socialista

“Colapso económico, desenlace político y resistencia contra el hambre”

Credito: Prensa Marea Socialista

Ha llegado a nuestra redacción el Editorial #26 de Marea Socialista. En él la organización plantea su punto de vista sobre la perspectiva económica, social y política para el 2018. Bajo el título, "2018: Colapso económico, desenlace político y resistencia contra el hambre", Marea señala lo siguiente en algunos de sus párrafos.

"La aceleración hiperinflacionaria desorganiza a una velocidad de vértigo toda la economía, reduce el consumo a niveles de hambre crónica, quiebra la poca producción existente y destruye los canales de distribución y crédito. En la base de este colapso se encuentra el desmantelamiento, o mejor dicho, el saqueo a PDVSA, que era la palanca con la que enfrentar las crisis, lo mismo que el escandaloso Desfalco a la Nación que consumió el 40% del total de ingresos en divisas de los últimos 18 años. Esta situación plantea como posibilidad un inminente colapso económico."

Define su visión sobre las protestas de la siguiente manera. "Estas protestas recorren gran parte de la geografía nacional y son en su gran mayoría espontáneas. En ellas participan sectores populares sin distinción de pertenencias políticas, pero unidos por el hambre. Aunque se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que una parte sustancial de los que protestan, arriesgando incluso la vida, proviene de votantes del chavismo."

Y describe los escenarios políticos posibles en este año, los que para la organización son tres: elecciones presidenciales controladas, profundización de la ruta autoritaria y represiva, y un último que describe como de extensión, masificación y crecimiento de las protestas generando una situación de "inestabilidad creativa" que según ellos, abriría la posibilidad de la reconstrucción del movimiento de lucha.

Luego de las propuestas y en una nota al pie del texto, fija una primera opinión sobre los sucesos del llamado "enfrentamiento" de las fuerzas de seguridad con el grupo de Oscar Pérez.

A continuación el texto completo.

Editorial #26

2018: Colapso económico, desenlace político y resistencia contra el hambre

Equipo Operativo Nacional de Marea Socialista

En diciembre de 2017 la dinámica inflacionaria marcó un nuevo momento de quiebre. Se está dando desde entonces un verdadero salto en la crisis económica que pulveriza el nivel de vida de los venezolanos de a pie y liquida la poca estructura productiva que queda en el país. La aceleración hiperinflacionaria desorganiza a una velocidad de vértigo toda la economía, reduce el consumo a niveles de hambre crónica, quiebra la poca producción existente y destruye los canales de distribución y crédito. En la base de este colapso se encuentra el desmantelamiento, o mejor dicho, el saqueo a PDVSA, que era la palanca con la que enfrentar las crisis, lo mismo que el escandaloso Desfalco a la Nación que consumió el 40% del total de ingresos en divisas de los últimos 18 años. Esta situación plantea como posibilidad un inminente colapso económico.

Es importante entender que la reconstrucción económica del país será cada vez más difícil y costosa para el pueblo que vive de su trabajo a medida que el gobierno demore más tiempo en aplicar las medidas que permitan frenar e invertir la tendencia actual. Pero, lo que sin dudas se puede afirmar es que, por el camino extractivista de profundización y extensión del rentismo, la ruta de la nueva mutación neoliberal que exige el capital financiero y que ha sido el eje central de la política ejecutiva de Maduro, o ya sea por el rumbo del clásico ajuste neoliberal macroeconómico y de privatizaciones generalizadas y abiertas que proponen los especialistas de la extinta MUD, se completará el desmontaje total de las pocas conquistas que aún subsisten, de las que se obtuvieron con el Proceso hasta el 2012. Se continuará hundiendo al país en la miseria. La elaboración colectiva y democrática de un programa de emergencia alternativo con prioridad absoluta en las necesidades populares y un nuevo proyecto de país para ocupar el lugar hoy vacante del derrotado, proyecto bolivariano, que despierte esperanzas y ayude a la voluntad de lucha en la población más castigada por la crisis, es uno de los desafíos que nos plantea el desastre actual.

Otro fenómeno nuevo, quizás el más importante, es el de las protestas sociales. El abanico de reclamos es amplio: crisis en los servicios, maltrato y represión gubernamental, reclamos laborales, crisis del sistema de salud, pero sobre todo se está desarrollando una respuesta de acciones directas para enfrentar el hambre producida por los precios inaccesibles de los alimentos y otros bienes básicos, y la escasez que ha dado un salto en los últimos 2 meses. Estas protestas recorren gran parte de la geografía nacional y son en su gran mayoría espontáneas. En ellas participan sectores populares sin distinción de pertenencias políticas, pero unidos por el hambre. Aunque se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que una parte sustancial de los que protestan, arriesgando incluso la vida, proviene de votantes del chavismo. Este cambio no es coyuntural o momentáneo, su dinámica es a extenderse, aumentar en volumen, masificarse y a crecer en articulación, ya que tienen una base material que lo empuja: las protestas son la expresión de una fuerte resistencia a la profundidad y violencia de la crisis económica y al autoritarismo político que está sufriendo el pueblo venezolano.

Por otra parte, los escenarios políticos probables para el 2018 están amarrados a estas dos situaciones: el colapso económico que está en desarrollo y la extendida resistencia social. Como parte del desmantelamiento de la Constitución del 99, el gobierno militar/cívico de Maduro profundiza su tendencia autoritaria, pero lo hace con un maquillaje electoral para tratar de evadir la presión internacional y la interna. La instalación de la constituyente fraudulenta, las amañadas elecciones de gobernadores y de alcaldes y las posibles presidenciales de este año, se han convertido en ruta política elegida, por ahora, de la cúpula del PSVU/gobierno.

Pero sería un error creer que es la única. La cúpula gobernante ha demostrado su decisión de mantenerse en el poder como sea. Para ello, y para adaptarse a las presiones y necesidades del capital financiero internacional, lo que ve como una manera de mantener sus privilegios, viene procediendo a desmantelar, con la excusa cínica de la guerra económica, todas las conquistas económicas, sociales, políticas y de soberanía alcanzadas durante el proceso. Por eso, de no ser seguras para las cúpulas las condiciones que puedan surgir del "Dialogo" que se está desarrollando en República Dominicana, contubernio que tiene como objetivo una elección presidencial controlada, está planteada como probabilidad una profundización totalitaria y represiva, con la intención de aplastar las protestas y consolidar su rumbo entreguista. En este sentido el gobierno usa como coartada las repudiables amenazas y sanciones que está realizando el imperialismo norteamericano y los pedidos de intervención militar extranjera como el realizado por el economista Ricardo Haussman, desde Estados Unidos, sanciones y amenazas que debemos rechazar.

Pero hay un tercer escenario probable que sería un error grave descartar: está planteado que la extensión, articulación y empuje de estas protestas y estallidos parciales que vienen sucediendo, se conviertan en un ascenso masivo que lleve a las calles la arrechera que se percibe entre la población más castigada por la crisis. Este escenario puede condicionar los dos anteriores y abrir como en otras épocas en el país, un periodo de inestabilidad creativa que facilite la recuperación y reorganización de las fuerzas populares.

De todas maneras e independientemente del escenario que se imponga, durante 2018 se producirán definiciones y desenlaces políticos que establecerán una nueva etapa de lucha. Es nuestra obligación estar preparados para actuar en ella.

Al mismo tiempo, la complejidad de la situación obliga a desarrollar tres tareas simultáneamente:

En primer lugar expresar la mayor solidaridad posible con los sectores populares que están resistiendo. Estos sectores son criminalizados y reprimidos, son también calumniados por aquellos como el gobierno o los dirigentes de la MUD, que no conocen la sensación que provoca el hambre, ese malestar que sube desde el estomago al cerebro y que sacude las emociones. Algo que desconocen por su vida privilegiada, como la angustia de no poder darle de comer a sus hijos, la desesperanza que provoca el trabajo duro por un salario de miseria. O la desmoralización y zozobra que provoca no poder atender a sus enfermos. Por eso nuestra solidaridad incluye el rechazo a la represión y la exigencia, como primera prioridad, de proveer oportunamente, los alimentos y medicinas necesarios a toda la población más vulnerada. En ese sentido exigimos la apertura de una vía de asistencia solidaria al pueblo con hambre y que se utilicen los recursos de la deuda y los que hay que arrebatarle a la corrupción, para proporcionar urgentemente alimentos y medicinas bajo supervisión ciudadana y de organismos de derechos humanos.

En segundo lugar, la construcción colectiva y democrática de un programa de emergencia económica requiere de una condición previa. Se trata de un ejercicio entre aquellos que tenemos un acuerdo básico inicial: los que rechazamos las variantes extractivista y de sumisión al capital financiero. Entre los que damos prioridad a resolver el hambre por encima del pago de una deuda escandalosa e ilegítima. Entre los que exigimos una auditoria pública del Desfalco a la Nación para recuperar los centenares de miles de millones de dólares estafados al pueblo y al país. Entre aquellos que sostenemos que hay que reorientar los esfuerzos a la producción de lo que necesitamos y no al rentismo o a la especulación financiera. A partir de esa identificación primaria proponemos construir un programa unitario para intentar detener la crisis y cambiar su dinámica destructiva. Hay una condición adicional e irrenunciable: Toda la elaboración y sobre todo, la aplicación de este programa tiene que estar sometida a un estricto control social apoyado en la organización de los que han salido a resistir, de los que luchan por comida, medicinas, agua, transporte, electricidad, de los que enfrentan la entrega y la destrucción de la naturaleza y el territorio y de los que reivindican los derechos políticos y democráticos elementales. De aquellos que ya lo están haciendo y de los que se suman cada día.

En tercer término, tenemos que estar preparados para cualquiera de los escenarios políticos que se presenten. La lucha política, incluso la lucha electoral, a pesar de las manipulaciones y métodos fraudulentos, a pesar de la represión y del autoritarismo, permitirá construir una referencia política nacional, reconstruir un proyecto de país con horizonte emancipador y visibilizar para grandes sectores de la población un llamado esperanzador y de lucha.

En ese sentido, de realizarse las elecciones presidenciales es imprescindible comenzar a debatir nuestra participación. Construir un equipo que le llegue al país, hay muchas mujeres y hombres experimentados, conocidos y respetados y muchos jóvenes entusiastas que pueden transmitir las propuestas de emergencia, plantear el proyecto y debatirlas de manera democrática y colectivamente, sin caer en los cantos de sirena que llevan a la reconstrucción de una oposición que sólo pretende reemplazar a Maduro sin tocar el fondo del problema: el rumbo neoliberal abierto o encubierto que nos ha traído a esta crisis. Para esto es necesario poner en pie una nueva forma de hacer política, alejada de caudillismos y apoyada en las herramientas de participación democrática de la Constitución del ‘99.

NOTA: Cuando estábamos preparando la publicación de este Editorial se conoció el enfrentamiento con el grupo de Oscar Pérez, con el lamentable saldo de la muerte de integrantes de ese grupo y varios miembros de la fuerzas de seguridad. Al mismo tiempo que desde algunas de las cuentas de twitter de altos funcionarios del gobierno se conocieron temerarias denuncias contra dirigentes políticos públicos provenientes del chavismo a los que se pretende relacionar con el grupo. Toda la operación comunicada oficialmente ha despertado innumerables dudas y escepticismo sobre la veracidad de esa información que se reflejan abundantemente en las redes sociales. Sólo una investigación independiente en la que participen organismos de Derechos Humanos autónomos del Estado, sin manipulaciones ni intoxicación mediática de los hechos, puede despejar las dudas que se han despertado y llegar a la verdad, de lo contrario se podría abrir paso a un demencial espiral de violencia.

 

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