Devaluación de Facto y Devaluación de Derecho

La inflación o pérdida del poder adquisitivo del “Bolívar”, transitoriamente llamado bolívar fuerte venezolano (BsF), no puede seguírsele atribuyendo exclusiva ni preponderantemente a la masa de dinero en circulación.

Cierto que toda inflación requiere un financiamiento, sin embargo el argumento del “excesivo” circulante ha sido popular, terca e interesadamente formulado por panegiristas de la teoría monetarista burguesa. Respecto a esta desviación conceptual, hay hemeroteca de años atrás de El Nacional (diario capitalino venezolano). En estos archivos tropezamos con un profesor del IESA (Instituto de Estudios Superiores (?) de Administración, quien aparece condenando los excesivos ingresos de dólares que para entonces ingresaban al país).

Tal argumento contribuye a justificar la negativa que siempre han mantenido este y los anteriores gobiernos, y de muchos empresarios, para honrar a los trabajadores un salario mejor adecuado al coste de vida, independientemente del volumen dinerario en circulación. También ha servido de excusa para la mora que caracteriza al Estado frente a acreedores de bajo poder jurídico o económico. Al respecto, es proverbial la mora universitaria y fideicomisaria que sigue creciendo exponencialmente.

De perogrullo, mejores salarios llevan consigo un mayor volumen de dinero por aquello de que la masa dineraria debe corresponderse “monetaristamente” con el volumen de producción que suele medirse en términos dinerarios. Este razonamiento es perfectamente extensible a las mejoras tecnológicas

De resultas, mal podría entonces, por ejemplo, pedírsele al gobierno que ajuste los salarios hacia arriba si eso se traduciría en una mayor inflación. Y cuando inevitablemente lo hace procura minimizarlos.

Aquí hay un problema económico que no puede ventilarse en cuartillas como esta ni en reportes periódicos. De momento nos limitamos a considerar el juego de variables políticas involucradas en la coyuntura del coste de vida nacional venezolano.

Tenemos un Control de Cambio que por razones políticas vienen instaurando nuestros gobiernos de las últimas décadas. Recadi de ayer y hoy Cadivi son mecanismos reguladores del circulante monetario de divisas. Con este control se ha desacelerado la dinámica económica por causa de retardos en la disponibilidad de suficientes y oportunas divisas.

Al mismo tiempo, con semejante procedimiento, un resultado lógico ha sido una tendencia inflacionista por escasez inducida; la falta de dólares encarece a estos, y si son industrialmente imprescindibles se terminan cotizando y comprando al precio que sea. “Se desemboca así en una plena libertad para el juego de la oferta y demanda que anula los objetivos perseguidos por el Control de Cambio”. Aunque estos fueron para evitar la fuga de divisas que dañaría la economía nacional, hoy vemos que no se detiene dicha fuga, y que sin embargo cada día crece más el volumen de dólares que contribuyen a una devaluación de hecho sufrida por un bolívar ya devaluado de derecho.

No puede seguir obviándose que tenemos un fuerte componente de insumos y productos finales traídos del exterior y cuyos costes inflados con la devaluación de facto contaminan nuestro nivel de precios internos.

He denunciado que debemos buscar la causa de la inflación en la descarada libertad de circulación de un dólar paralelo cuyo valor paritario frente al BsF se ve estimulado por controles oficiales que suponen escasez dineraria de dólares, y esta, como sabemos, genera encarecimiento de estos, y al mismo tiempo justifica la facturación de precios sirven para facturar y apreciar la indetenible facturación especulativa para mayor parte de la mercadería nacional.

En resumen: Sería el control de cambio ejercido sin las debidas medidas complementarias la causa final de esta pérdida de poder adquisitivo del BsF, y no un supuesto excedente dinerario en circulación.


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Manuel C. Martínez M.


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