Cebado el santanderiano y comiendo en la mano de los yanquis, igual que Hussein y Noriega en sus buenos tiempos, el enajenador de la Patria de los colombianos, se encuentra embelesado con los cantos de sirena de la guerra. La boa que tiene atrás, con el vao a cuestas, no lo deja ver más allá de su reconcomio contra los que él acusa, obcecado furibundo y frustrado, de la muerte de su padre. ¿Será que el Uribe que se ufana de indescifrable sin serlo, se siente temeroso e inseguro, cuando piensa en un destino catastrófico? ¿Elucubramos? Sí, pero esperamos que nuestras elucubraciones en ese sentido se conviertan, para el cizañero de la guerra, en un pensamiento de paz, antes que la boa que lleva en la espalda le clave los colmillos. Aunque por su posición a contrapelo, los pueblos no confían en su arrepentimiento.
Uno mismo, acá en la Venezuela, hermana del pueblo colombiano; que conocemos del apretón de manos entre el Gabo García Márquez y el gran Poeta venezolano Miguel Otero Silva, respaldo a las dos patrias, se queda preocupado por la seguridad personal del Presidente Hugo Chávez cada vez que el bolivariano y seguidor del primer socialista que fue Jesucristo, se reúne con el ambivalente Uribe. Del que, además, uno ignora si es que lleva por dentro el instinto criminal de su mentor. Y no se diga de cuando Chávez fue invitado al Museo Santanderiano. O antes, cuando la canalla colombiana le puso aquel espía como espaldero.
Ya el mundo sabe de
cuando el imperio yanqui, en diabólica componenda con el gobierno judío
de Israel, armó y puso a pelear a Hussein (Irak) contra el gobierno
revolucionario de Irán y que desde entonces los judíos del gobierno
de Israel, que no el pueblo, le tienen fobia al progreso del pueblo
y gobierno iraní y a su revolución. Y se sabe también que la misma
llave (imperio yanqui- gobierno israelí) fue la que incitó a Hussein
para que atacara Kuwait, con el propósito de que la dupla participara,
en defensa del “más débil”, en este caso Kuwait, y de paso debilitar
al Irak petrolero para después liquidarlo a “sombrerazo”. Dos pájaros
con una sola guaratara. A Kuwait para compartir el petróleo con los
ingleses que lo tenían todo. Y a Irak para cogérselo para ellos solos.
Aquel del 91 fue el primer “pago” a Hussein. Y para que no siguiera
hablando pendejadas de anteriores componendas, una “patada por
el trasero” como le dijo Bush papá y luego una soga al cuello por
parte del hijo, el que superó al padre como criminal de lesa humanidad.
Lo del pobre Noriega
de Panamá no tiene desperdicio para la información. Aunque respira,
es un cadáver. No insepulto, como alguna vez dijera Romulón de Jovito
Villalva. Más bien bajo tierra que, probablemente, es lo mismo cuando
se está en los sótanos de una cárcel durante 20 años. Es que así
paga el diablo.
Y uno acá, en la Venezuela
de Simón Bolívar, padre de la libertad de cinco naciones: Venezuela
y Colombia las primeras; hermanas del alma del pueblo, se hace una pregunta,
si se quiere, ingenua: ¿Será el de Hussein y Noriega el espejo en
que se mira el ambivalente Uribe? No diga nada, Presidente Álvaro.
Ocúpese por ahora, de sembrar bases de guerra sin el permiso de los
colombianos, mientras que nosotros, con el pueblo hermano que usted
irrespeta, nos ocupamos de instalar en toda América (sur y norte) y
territorios del Caribe, siete cientos de bases de paz, en las
que Miguel Otero Silva y Gabriel García Márquez tendrán un puesto
de honor.
Patria, socialismo o barbarie.