Comercio, Educación y Mercaderes

Con el intercambio de bienes surgieron las primeras relaciones intersociales. Las mercancías trocadas no sólo satisfacían necesidades utilitarias recíprocas de vendedores y comparadores sino que además abrieron el apetito de la acumulación por la acumulación. La tenencia de reservas para la oferta oportuna se hizo una necesidad productiva que hasta hoy no ha cesado de multiplicarse.

Las mejoras técnicas productivas para elevar rendimientos y conquistar nuevos y mayores mercados impulsaron todos los avances tecnológicos colaterales, como el transporte, la multilingüidad y, lo más importante, dieron origen a la Matemática y la Escritura.

Se cuenta que hasta el siglo XIII sólo los judíos y árabes del Próximo Oriente mediterráneo dominaban las operaciones de multiplicar y dividir. El resto de los habitantes seguían en “tercer grado de Primaria”, valga la metáfora. La educación alfabetizante que sobrevino con el alfabeto fenicio estuvo motorizado por una necesidad tecnoproductiva y comercial. Llevar contabilidad de mercancías, su almacenaje, estiba, calta, número de clientes, deudores y proveedores fue una de las ocupaciones que primero llenaron los programas del el proceso educativo.

Desde la escritura pictográfica pasando por cuñas y signos abstractos, los “cálculos” dinerarios, sistemas de cuenta y de archivos, todos ellos se despegaron hasta el presente con las modernas rotativas digitoelectrónicas, el celular multifuncional y el dinero virtual.

Hasta allí la evolución del hombre en materia de adelantos científicos que también fueron promovidos y financiados por los comerciantes. Pero los comerciantes terminaron adquiriendo tanto poder que se convirtieron en prestamistas de reyes y gobernantes. Y esto lo han venido haciendo hasta el día de hoy. Entonces dejaron de ser comerciantes y se transformaron en “mercaderes”.

Por mercaderes definimos al practicante de labores comerciales extramercantiles o de avanzada. Practica el comercio con independencia de las bondades o maldades de las mercancías involucradas en su tráfico. Desde el préstamo con intereses anatocistas hasta la trata de blanca, de esclavos, de bisuterías religiosas, de asalariados, de armas destructivas, etc.

En su infinita carrera comercial no se detiene en depredaciones ni devastaciones. La ruina del planeta tendría un solo sobreviviente en su persona, pero ya no tendría a quien venderle ni a quién comprarle nada.

Estos mercaderes han acabado con la circulación de las piedras preciosas, con la de los metales preciosos; han desertificado buena parte del planeta Tierra. Hoy están contaminando morbosamente a animales y seres humanos sin que por ello dejen de comerciar, ahora con fármacos antibióticos y antivirales, y con el material medicoasistencial que en paralelo va desarrollándose.

Asirios y fenicios son los pioneros de este segmento social que tanto bien y tanto mal le causado al planeta y a sus pobladores. Al parecer, todo comenzó en la longeva ciudad de Biblos, una exportadora de madera cedrosa en tal cantidad y tan irracionalmente que sus comerciantes lograron desaparecer las nutridas poblaciones de cedros.

Actualmente están agotando los fósiles hidrocarbonados, y se proponen esterilizar las plantas silvestres para que dependamos de sintéticos, almacenables y traficables pero con la dependencia de una empresa de otra, y esta de otra, y esta de otra más, a diferencia de la dependencia hombre-tierra.

Digamos que el comerciante se educó y ha educado a sus clientes proveedores y compradores en una cultura predominantemente mercantil cuyo mejor representante es el vigente Sistema Capitalista en el cual la despersonalización del mercader da cuenta de una sociedad donde nadie es responsable directo de de la oferta de una mercancía, una, educa ión y un mercader que hasta ahora que todo lo puede y todo lo acaba.


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Manuel C. Martínez M.


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