Decadencia del sindicato

“Nosotros tejeremos el sudario del viejo mundo…”
Himno de los hilanderos en revuelta.
Siglo 19. Lyon, Francia.

Para curarme en salud, me presento. Escupo en el alma de patrones, patronales y cámaras de comercio, industria y producción del planeta, y digo que no me molestaría gastar pólvora en banqueros. Honro la memoria de los mártires de Chicago y de la huelga petrolera del 36; los caídos de Paris y Petrogrado, los mineros de Asturias, los asesinados por Betancourt, Leoni, Caldera y Pérez; los reprimidos por los explotadores de todos los tiempos y la policía de todos los países. Honor a los verdaderos sindicalistas revolucionarios que cargaron su cruz y no a quienes sólo exhiben el nombre.

Me gané la mitad de mi vida con las manos, en cielo, mar y tierra, como marino pescador que soy, sobrecargo de VIASA que fui (hasta la huelga), etc., y la otra mitad de mi vida la usé contra el imperialismo y el capitalismo, promoviendo la lucha de clases (que existe aunque no siempre como mi General Muller se la imagina). Soy soldado a tiempo completo en esta imperfecta máquina de hacer milagros que es la Revolución Bolivariana.

Nací un 1º de Mayo y un 1º de Mayo, adolescente, fue mi bautismo de fuego recibiendo y dando bala en Pedro Camejo, porque la policía había abortado, a tiros como era su costumbre, una manifestación de apoyo a la CUTV (*) que debía salir de Simón Rodríguez.

Me gané la mitad de mi vida con las manos, en cielo, mar y tierra, como marino pescador que soy, sobrecargo de VIASA que fui (hasta la huelga), periodista, etc., y la otra mitad la dediqué a combatir el imperialismo y el capitalismo, a promover la revolución y la lucha de clases (que existe aunque no siempre como mi General Muller se la imagina). Ahora soy soldado a tiempo completo en esta imperfecta máquina de hacer milagros que es la Revolución Bolivariana.


SIN UNA LÁGRIMA EN LOS POLVORIENTOS OJOS

El sindicato fue la primera organización de promoción y defensa de las reivindicaciones obreras. Pero una vez legalizado, neutralizado, controlado por el Estado y manipulado por los patronos, se volvió un mecanismo para integrar a los trabajadores en el sistema, y los nuevos “sindicaleros” se volvieron empresarios que negocian el trabajo obrero y le venden paz social al Capital. La degeneración sindical toma años o el tiempo de una huelga, pero siempre es traición, desdel momento en que alguien mejora su nivel de vida representando a los trabajadores.

Es necio decir que los sindicatos deben ser apolíticos o apartidistas porque, al contrario, los sindicatos deben obedecer estrictamente al partido de los trabajadores (los trabajadores mismos) cuya doctrina política es la revolución y el socialismo.


TOMA EL LÁPIZ, EL LÁPIZ ES MIO.

Cuando el burgués se hizo dueño del poder, la cultura, la educación y la iglesia, impuso su pensamiento El amo mantenía al esclavo de por vida, a cambio de trabajo y obediencia. Hoy el patrón alquila al obrero sólo el tiempo necesario, y le da dinero a cambio de trabajo, ignorancia e indiferencia, y el sindicato es el intermediario de esta transa. Infectado por la necesidad de dinero para comprar la mercancía que él mismo produce, el esclavo se vuelve obrero.


PIQUEN LA TORTA

Desde hace dos siglos el mundo asiste a la ruidosa querella sobre el tamaño del pedazo de torta que le toca a los obreros, en cada uno de los 365 cumpleaños anuales del patrón. El burgués contagió al esclavo con la enfermedad vergonzosa del dinero, lo infectó con la lógica de la mercancía. Pero la torta, las velitas y todo el mundo material, calle, ropa, pañal, carretera, camisa, comida, pantaleta, libro, conocimiento, lápiz, aeropuerto, pistola, avenida, transbordador, computadora o celular, todo pertenece a sus fabricantes, los trabajadores, y por lo tanto la Humanidad.


TITULO DE PROPIEDAD

El mundo no pertenece a quienes figuran en el título de propiedad sino a quienes lo hicieron y lo hacen cada día, los trabajadores. En caso de duda incendiar registros principales y subalternos, incendiar el mundo porque, quienes lo hicimos podemos volverlo a hacer, y los otros sólo saben echarlo a perder.


EN CASA DEL AHORCADO

Cada vez más millones de personas están concientes de la crisis de la economía, de la decadencia del capitalismo de su discurso mediático, de sus partidos y sindicatos. Estamos en un cambio de época, procurando el nuevo mundo amoroso de la humanidad, una primera sociedad verdaderamente humana de la historia. Procuramos y esperamos una transición pacífica. De “La humanidad sólo será feliz cuando el último Rey sea ahorcado con las tripas del último Papa”, en Mayo 68 se cambió monarca por burgués y pontífice por burócrata; y hoy se procura una felicidad que no dependa de ahorcamientos, pero no todos piensan así, a juzgar por la cifra de trabajadores del campo y la ciudad asesinados por sicarios del Capital. Para el movimiento sindical la hora va más allá de contratos, bonos y cesta tickets.


TOMA TU TOMATE

Cuando Vladimir Villegas escribe (en “VIGENCIA DEL SINDICATO” Aporrea 29/06/90) “Los sindicatos tienen que ser y seguir siendo organismos autónomos frente a partidos políticos o frente a intereses extraños a la masa laboral”, tiene razón pero poca, en su concepción de lo que con algún desprecio inconciente llama “masa laboral”. Que no se extrañe si alguna vez pasa frente a una fábrica y le gritan: “Masa laboral son tus nalgas”.

El error de Villegas consiste en omitir que autonomía sindical no significa nada sin autonomía de clase. De hecho, la función del capitalista es suprimirle la autonomía a la producción del obrero, y la del capitalismo en general suprimir toda autonomía a los trabajadores como clase.

Villegas añade: “Es obvio que en tiempos de crisis económicas las exigencias laborales tampoco pueden sobrepasar irresponsablemente las posibilidades de la empresa, sea pública o privada”. Aquí Villegas no aclara si las “posibilidades de la empresa” que no se deben sobrepasar “irresponsablemente” incluyen las ganancias de los propietarios, directivos y accionistas. Y olvida que la empresa, con o sin crisis, les chupa la vida a los trabajadores y les niega la posibilidad de vivir como ciudadanos de primera.

Si llega el momento en que los patrones no puedan pagar más, siempre podrán desaparecer. ¿La economía capitalista está enferma? Que se acabe de morir. Haremos otra: las posibilidades que interesan a los trabajadores son las propias: lograr reivindicaciones laborales pero también la posibilidad de superar esta sociedad burguesa donde el que produce todo es el que recibe menos.

La conciencia del cambio necesario es la conciencia de clase. Los trabajadores se muestran más dialécticos que Villegas al diferenciar entre un gobierno oligarca y un gobierno bolivariano. Su conciencia política de clase fue la que llenó de trabajadores las avenidas de Caracas el pasado 1º de Mayo.


¡SUÉLTALO, DIALÉCTICA, SUÉLTALO!

Cuando Villegas insiste en que no hay diferencia entre patrono privado y público, de nuevo tiene razón pero poca, porque no es igual una empresa pública bajo el Antiguo Régimen que una empresa pública en la Revolución. Es cierto que hemos visto burócratas, gobernadores e incluso ministros del gobierno bolivariano para quienes la situación y opinión de los trabajadores no son prioritarias, pero no es menos cierto que los hemos visto desaparecer con sus maldades e incapacidades mientras los trabajadores siguen acompañando a la revolución,

Mucho más cierto es que los impasses se resuelven a favor de los trabajadores y llevamos 10 diez años aprendiendo a ser inflexibles en los principios pero elásticos en la táctica.


EL CONTRATO COLECTIVO

Escribe Villegas “…si se habla de revolución y de darle poder al pueblo trabajador, no se puede aprovechar el argumento de la crisis para torpedear el derecho a la contratación colectiva, bajo confusas modalidades que terminan haciendo del sindicato un ente castrado, burocratizado y subyugado al poder político e incluso económico, de viejo o nuevo cuño”.

Y se equivoca Villegas, porque los poderes que castraron, burocratizaron y subyugaron a la clase obrera fueron y son los del viejo cuño, porque los del “nuevo cuño” aún no han sido acuñados, que yo sepa. ¿A quien acusa Villegas de hablar de revolución y de aprovechar el argumento de la crisis “para torpedear el derecho a la contratación colectiva”? ¿Al gobierno? Aquí el gobierno y los trabajadores hablan de igual a igual, como protagonistas que son del Proceso, serios y francos como para no andar con “confusas modalidades”.

Villegas hace del contrato colectivo una conquista insuperable, cuando en realidad no es sino el contrato social a la pequeña escala de una empresa o sector industrial. En 40 años de contratos colectivos puntofijistas la clase obrera venezolana salió de la nada y llegó a la miseria. El contrato colectivo garantizaba “la estabilidad” de los trabajadores, quienes permanecían “estables” mientras las condiciones generales se deterioraban y las ventajas del contrato se disolvían como sal en el agua por la inflación, la privatización de educación y salud, etc. Aún antes que el ministro liberal Teodoro Petkoff despojara los trabajadores de sus prestaciones, el movimiento sindical ya había sido castrado, burocratizado y subyugado por la mafia de la CTV.


EL CAMINO DEL MEDIO ES LA MUERTE

Muy al contrario, el gobierno de la Revolución decreta, año tras año, medidas favorables a los trabajadores. Además se proclama y ha demostrado ser enemigo feroz de la privatización y la “globalización”, que en Latinoamérica masacró (en sentido literal y figurado) a los trabajadores de muchos países.

Existió también el contrato colectivo como instrumento, entre otros, para quebrar y luego privatizar empresas del Estado. Se inflaba la nómina y se otorgaban espléndidas condiciones laborales, hasta que la carga laboral (y la corrupción ejecutiva) obligaran a vender a particulares, quienes inmediatamente despedían a todo el mundo y comenzaban de cero. Pero si no se privatizaba, como a veces sucedió, se heredaba un cangrejo. Villegas debería saber de eso…

En el artículo de Villegas hay un gran hueco del tamaño de los Estados Unidos, por donde cae y se olvida las manipulación sindical de la CIA a través de la central obrera gringa AFL-CIO. “Ay, Doña Eulalia, era conmovedor ver a los obreros en huelga recibidos y apoyados por los chiquillos conservadores de la Universidad… Todos unidos por la gracia del Espíritu Santo para derrocar al comunista Salvador Allende”.


ALERTA TEMPRANO

Cada 1º de Mayo los trabajadores descubren que tienen demasiados “amigos”, algunos muy raros. El dúo Douglas Bravo y Nitu Pérez Osuna nos brindó un programa sobre “la campaña antiobrera de Chávez” (por un momento temí que apareciera Pompeyo Marquez vestido de cura y los uniera en matrimonio), y Vladimir Villegas, que ve los toros desde la talanquera, le advierte a los trabajadores de todos los peligros menos del principal: los golpistas ya no utilizarán a la clase media porque planean lanzar pueblo contra pueblo, en un plan macabro donde algunos sindicatos tienen su papel.

La Revolución es un cuerpo a cuerpo entre conciencia y estupidez, entre invención y rutina, entre pasión y costumbre, un presente donde pasado y futuro combaten y se transforman. Los que hablan de reivindicaciones obreras sin hablar de socialismo (como quienes hablan de Cuba sin mencionar el Bloqueo) tienen en la boca un cadáver.

rotheeduardo@hotmail.com


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Eduardo Rothe


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