Chávez: Me atrevo a extenderle la mano a Obama

De Fidel a Chávez, del diálogo al "reseteo"

A José Vicente Rangel, unos cuantos partidarios del proceso bolivariano le dieron hasta con el tobo y en la cédula, por haberse atrevido a hablar de la necesidad de impulsar el diálogo en Venezuela. Ni siquiera pudo definir con claridad con quiénes habría que dialogar, porque es obvio que mucha gente en el bando opositor, no es partidaria ni de diálogo de sordos. Y otros, de antemano, lo condicionan a  ¡Chávez vete ya! o ¡No es NO!
       

Pero también es verdad que la reacción contra el renombrado periodista e importante figura del chavismo, es prueba que de este lado también se cuecen de aquellas habas. La palabra, de un tiempo para acá, hasta hace poco se le tuvo como una cosa manida o en proceso de descomposición. Ni siquiera sus detractores se preguntaban ¿para qué vamos al diálogo y cuál es su fin?
       

No obstante, nada de eso negó ni niega la permanente necesidad del diálogo con quien haya que entablarlo, pues las contradicciones entre  un país y otro o, en el caso venezolano, entre gobierno y oposición, no son del mismo carácter en todos los frentes. Ellas son variadas. Y uno puede hacer esa afirmación, sin temor a equivocarse,  porque esa es la vida.
      

Pero todavía cuando las contradicciones parezcan insalvables, siempre el diálogo, la conversación entre las partes, debe ser un medio a la disposición. Negarse a la conversación con el discrepante, contrincante o adversario es algo más que una imbecilidad. Esa arma, siempre será útil en un instante del combate y hasta puede ahorrar muchos sacrificios.
      

Para nacionalizar una empresa privada con fines hasta de socialización, en las actuales circunstancias venezolanas, por disposición de la ley, es necesario buscar acuerdos o avenencias, hasta donde ello sea posible.
      

La encuesta de Seijas y Asociados, de fecha reciente, dice contundentemente que el 87 % de los venezolanos de hoy está de acuerdo que haya un diálogo entre gobierno y oposición para resolver los problemas del país. Y eso, recogido por esa encuestadora, es un dato de mucha significación para todo el mundo, sin importar de qué lado se esté.
      

Por la propia condición humana, uno sabe que se prefiere la conversación, el intercambio antes que llegar a las acciones extremas. Esto es natural que se reserve para cuando se agoten los recursos persuasivos.
     

Y porque diálogo no es sinónimo de entrega, contubernio o aquelarre. Por lo menos de eso estaba uno convencido, antes que se desatase aquella avalancha contra el ex alto funcionario del gobierno de Chávez y ahora de nuevo en la trinchera periodística. Y digo esto, porque en verdad, a uno le entró como una duda, tanto que dejé marcada la página del diccionario donde se halla la palabra de la discordia, para revisarla a cada instante.
      

Pero de pronto, Chávez quien había estado remolón mientras se agitaban las pasiones en el chavismo con el solo pronunciar de la palabra, comenzó a utilizarla para referirse a su buena disposición, siempre que se den las circunstancias que cree apropiadas, a entablar conversaciones con el presidente Obama. Hasta se entrevistó, para no decir dialogó, con un senador norteamericano demócrata y abordaron el asunto de las relaciones entre los dos países.
      

Hace pocas horas, el presidente Chávez, utilizó una expresión muy nueva, ligada al mundo de la computación, que antes utilizó el vice presidente Biden, de los Estados Unidos, para referirse a la recomposición de las relaciones de su país con Rusia; al efecto, el alto funcionario expresó que su país “debía pulsar el botón de reseteo con Rusia”. Nuestro presidente, refiriéndose a los vínculos diplomáticos con el país del norte,  comentó que la Cumbre de las Américas, “podría ser el escenario para resetear las relaciones de todo tipo entre los Estados Unidos y Venezuela”. Y con audacia, llegó a decir “me atrevo a extenderle la mano a Obama”.
      

Por supuesto, para lograr eso, es decir llegar al “reseteo”, es indispensable que se abra el diálogo en el nivel que corresponde.
     

Y también  en el sector opositor, mucho ladino inesperadamente ha empezado hablar de diálogo, pero de antemano lo condicionan para que no se produzca. Porque en el mundo de la diplomacia, la palabra está en “el tope”.
     

Afortunadamente, esas expresiones  no tardías, sino dichas en su justo momento y hasta en otro contexto, me devolvieron la fe en la palabra y la intención que encierra. Y la alegría de pensar que, por lo menos por ahora, dejen en paz a José Vicente, que insiste en hablar del asunto en nuestro contexto.
     

Pero la cosa ha llegado más lejos y hasta  a un punto en el cual mucha gente, que se tornó iracunda cuando oyó a algunos de los nuestros utilizar la palabra, debe estar meditando que es bueno pensar antes de hablar. Y aquí uno podría decir con certeza, para no negarle a la gente el derecho a la desconfianza, “es bueno el culantro pero no tanto”
     

Fidel Castro, acaba de declarar que no “teme dialogar con el gobierno de Estados Unidos” y agrega algo muy importante, “existimos porque creemos en nuestras ideas y nunca hemos temido dialogar con el adversario”.
      

Allí esta la clave del asunto, creer en nuestras ideas y tener las respuestas adecuadas. Negarse al diálogo necesario, es temer confrontar con el adversario y no estar seguros de lo que sustentamos. Además, es darle la oportunidad al adversario de tomar la iniciativa de acusar al movimiento revolucionario de intransigente.
      

Ese vocerío, la mayor de las veces bien intencionado y empeñado en garantizar la limpieza del proceso, pero excesivamente celoso, también puede generar matriz de opinión, condicionamiento, en veces desacertado, porque contribuye a que quienes dirigen y son dirigidos se confundan y duden.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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