Ese extraño millón de votos

La votación del 15 de febrero es anómala. Es extraña porque la opción por el no sumó un millón de votos que está en su haber. En las elecciones presidenciales del 2006, el Presidente Chávez sacó 7.309.080 votos y el candidato Rosales computó 4.292.466 votos. Esto suma un total de 11.601.546 votos. En el referendo del 15 de febrero la suma de votos es: Para el SI: 6.310.482 votos. Para el no: 5.193.839 de votos. Un total de: 11.504.321 votos (según el segundo boletín, 16 de febrero 2009) Como es posible apreciar la cantidad de votantes es la misma. No obstante, un millón de electores que votaron por Chávez en el 2006, ahora se sumaron a la opción por el no. ¿Qué pasó con estos electores? Es la pregunta obligada. La otra pregunta, ¿este millón de electores son ahora de la oposición? La respuesta es NO. ¿A quién pertenece entonces ese millón de votos? A Chávez y al PSUV. Parece contradictorio, pero no puede ser de otra manera. Ya que, en tres meses el patrón electoral de la oposición no creció en un millón de militantes. ¿De dónde proviene ese millón de votos? ¿A qué sector de la población pertenece? De los sectores populares, supuestamente, confundidos, que por el contrario es un sector muy claro en sus aspiraciones; o de sectores de clase media, donde están aquellos que van al mitin de cierre de campaña con sus franelas de PDVSA PETROCEDEÑO y se van a La Cita, en la esquina de Alcabala, a compartir. ¿Por qué votaron por el no? Tal vez, porque este millón de electores (uso una cifra redonda por comodidad) cree que la democracia es eso que los medios de comunicación denominaron alternabilidad. Si ese fuese el caso de lo que es una democracia, el mejor sistema en Venezuela sería elegir anualmente un Presidente de la República; Este sería un Presidente pro tempore que representaría a cada estado y distrito capital que constituyen la Nación. Por ejemplo, en el 2009 correspondería al estado Falcón asumir la presidencia de la República; al año siguiente al estado Sucre; luego al estado Zulia; posteriormente al estado Barinas, y así sucesivamente hasta completar el ciclo de Presidentes. Eso sería alternabilidad. La democracia es una forma de gobierno. No es alternabilidad, como ponerse una camisa diferente todos los días del año. La democracia como forma de gobierno, en general, está constituida por proyectos políticos en particular. Y en el proyecto político radica la diferencia en como se conduce un modo de democracia y otro. Esta es la diferencia entre el modelo del socialismo del siglo XXI impulsado por Chávez y el modelo neoliberal de la oposición. Lo que se plantea no es alternabilidad, sino proyectos democráticos opuestos. Un modelo democrático-socialista y un modelo democrático-neoliberal. Aunque, según Norberto Bobbio, democracia y liberalismo son opuesto. Si el caso fuese mera alternabilidad, toda empresa privada sería una dictadura. El Nacional tiene al mismo Director y Presidente desde hace años; Globovisión es el mismo; asimismo El Universal; las empresas Polar lo mismo. El producto comercial alternabilidad no es una condición fundamental e irrestricta de la democracia. Por el contrario, si es una condición fundamental de la circulación vehicular urbana, por ello el uso de los semáforos que permiten la alternabilidad del paso de los vehículos. Cuando las formas de gobiernos son convertidas en productos comerciales se da el caso de la alternabilidad, y de cualquier otro producto pseudopolítico para vender o desechar. Es necesario distinguir entre política y comercialización. Lo que está en confrontación son dos modelos de democracia. No es elegir entre harina PAN y harina JUANA. La transparencia perdida que induce al elector a aprender cosas aparentemente inocentes. Lo que se elige en cada elección o referendo son modelos de gobiernos; visiones de Estado opuestas. Visiones de cómo llevar adelante o hacia atrás a la República. coasfi@yahoo.es


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Obed Delfín


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