Trincheras de Ideas

Las batallas por el Sí y la contrarrevolución activa

El SÍ, más allá de un eslogan electoral es una consigna estratégica que encierra la concepción revolucionaria, avanzada de los cambios estructurales que se vienen operando en Venezuela desde hace 10 años. Es decir, la lucha por el triunfo del SÍ es fundamental para los revolucionarios y el pueblo todo, la mejor forma de cerrar la brecha de una posible confrontación violenta que tanto la oligarquía criolla y el imperialismo yanqui han preparado desde el triunfo del presidente Chávez en 1998.

Evidentemente, la quinta columna que penetró la revolución desde muy temprano, encarnada entonces en infiltrados como Luis Miquilena, Alfredo Peña, Ángela Zago y otros en su papel inmerecido de constituyentistas, dejaron peligrosas minas a la naciente Constitución, una estrategia burguesa para limitar los derechos populares y frenar el ascenso y la continuidad administrativa de Chávez.

Se aprueba el referendo revocatorio –qué casualidad, al primero que se lo aplican es a Chávez y, otra casualidad, entre los que impulsan el No están los mismos que conspiraron contra él desde el gobierno– pero, con una ligera variante, se deja prácticamente como estaba en la Constitución de 1961, el artículo que establece la reelección por dos períodos, antes estaba por un período.

Hugo Chávez, por las obras del gobierno revolucionario que dirige, las que se han traducido en incontables logros de diversos géneros y beneficiado a amplias capas de la población –la clase media incluida– no presenta el desgaste que muchos suponían tras 10 años de tensas y agotadoras jornadas políticas, de múltiples enfrentamientos con sus adversarios y enemigos, pasando por un golpe de Estado y un largo paro petrolero que casi colapsa al país; pero no sólo esa circunstancia, sino que en la medida que se expanden las políticas revolucionarias crece el líder, se desarrolla aún más su capacidad política, intelectual y de estadista, y su liderazgo se consolida, crece nacional e internacionalmente y su carisma se fortalece.

Para el movimiento popular y revolucionario, bolivariano y socialista alcanzar la meta de la aprobación de la Enmienda Constitucional para la elección sucesiva del presidente, gobernadores, alcaldes, concejales y diputados tiene un sentido político/ideológico y conceptual fundamental. En primer lugar, rescatar el derecho y la soberanía popular a elegir al funcionario que haya realizado o hecho un buen gobierno; derecho éste secuestrado por la contrarrevolución infiltrada en la Asamblea Constituyente en los ya lejanos días del debate constitucional de 1999.

El pueblo debe rescatar, mediante el sufragio en este caso, sus derechos plenos hasta donde permite una enmienda –que no una reforma profunda como la planteada el año 2007– para el ejercicio pleno de la democracia participativa, es decir, si el funcionario o funcionaria elegido previamente lo ha hecho bien, entonces contaría con el apoyo popular para que haya una línea de continuidad en su gestión, de no ser así a la mitad de su mandato puede serle revocado el cargo, como establece la Constitución Bolivariana.

En el caso de enderezar el entuerto que dejó el error constituyente –digámoslo así–, siniestramente concebido para cerrarle el paso a Chávez en su buena gestión, calculando la burguesía y el imperialismo que si no podían derrocarlo por la vía violenta del golpe o el magnicidio como lo han intentado o el paro petrolero terrorista de dos meses, estaba la opción legal de cerrarle el paso no permitiéndole constitucionalmente una tercera reelección, o sea en las elecciones del 2012. Aquí se ponen en juego los intereses revolucionarios, porque la contrarrevolución, con su estrategia anti enmienda, piensa que de lograr derrotar la enmienda no esperarían a que Chávez termine su mandato, irían por su cabeza y se abriría un cuadro de violencia inusitada, la misma que están tratando de llevar a las calles de Caracas y toda Venezuela, en esta caso tratando de crear el caos, la violencia para impedir las elecciones del 15 de febrero.

No es una exageración cuando se dice que en esas elecciones se está jugando la vida la revolución, porque Chávez es el líder fundamental, el factor de unidad de todos los sectores, de paz al buscarle salida a la profunda crisis que ha padecido Venezuela. El odio visceral de la contrarrevolución a Chávez y al pueblo que lo sigue; su disociación sicótica que los eleva al nivel de la estupidez, de actuar como robots, seres que no piensan ni razonan sino que buscan es incendiar a Caracas, como lo dice y repite el joven fascista Goicochea y lo ejecutan los estudiantes de la Universidad Metropolitana quemando dos hectáreas del cerro el Ávila o Guaraira Repano, o cuando los jóvenes de Valencia empapan de sangre de animal el tricolor nacional, o cuando el vampiro Ledesma despide de un plumazo 9 mil trabajadores y pretende que sean desalojados miles de inquilinos de sus viviendas alquiladas por 20 y 30 años, o el fascista del Táchira cierra los Infocentros, desaloja a los médicos cubanos de sus residencias y bota los trabajadores que piensan distinto a él.

Las agresiones, persecuciones, despidos, represión, violaciones a los derechos humanos de miles de venezolanos que hemos visto desde diciembre hasta hoy en Táchira, Miranda, Zulia, Carabobo, Nueva Esparta, es una muestra en pequeño de lo que el fascismo criollo, sus paramilitares colombianos, la Agencia Central de Inteligencia y otras policías extranjeras le tienen reservado a este pueblo y a este país si no se alcanzan los votos necesarios para que triunfe el SI y gane la enmienda constitucional.

Quieren prefigurar un cuadro de pre guerra civil, pero no tienen ni la fuerza de masas ni los recursos suficientes, más allá del canal maldito de globoterror y los periódicos golpistas como el Nazional, El Universal, El Nuevo País y las emisoras de radio. La estrategia mediática es confundir al pueblo, a los sectores más indecisos con la mentira de que Chávez se quiere reelegir indefinidamente, agregándole a ello toda la monserga del fin de la propiedad privada, de la patria potestad de los hijos. Debilitar ideológicamente, desmoralizar, aliarse con el paramilitarismo y el hampa para incrementar la delincuencia y los delitos, utilizar a los manipulados grupitos de jóvenes estudiantes de las universidades privadas como la Santa María, la UCAB o semi privadas como la UCV, la Simón Bolívar, todas en manos de la reacción y el fascismo.

La tarea fundamental es no dejarse arrebatar la calle, que los grupos sociales revolucionarios los enfrenten y ahuyenten como ya ha ocurrido, apoyando la acción de las fuerzas del orden. Tomar los puntos neurálgicos para la concientización, ir a los barrios, a las comunidades en el contacto directo con el pueblo, con la gente. No esperar que vengan a nosotros, nosotros ir a ellos, ¡esa es la tarea revolucionaria!

Hay mil argumentos porque hay miles de obras, logros, avances que se pueden palpar. Desmontar el odio con la palabra, con el amor, con la decisión revolucionaria de cambio. No desmayar, no descansar, avanzar todos en apretado haz, junto al comandante, junto al partido revolucionario, por la Patria y por el Pueblo, hacia la liberación nacional, hacia el socialismo que ya se está construyendo.

La batalla por la Enmienda Constitucional es, hoy por hoy, la más importante, impostergable; el pueblo del futuro, nuestros hijos y nietos de hoy, nos agradecerán no habernos equivocado y haber permitido que un líder de la estatura del comandante Chávez haya conducido la nave del país hacia el puerto de la felicidad, el desarrollo independiente y soberano, el engrandecimiento material y espiritual, la soberanía y el decoro del país y sus ciudadanos.

humbertocaracola@gmail.com


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Humberto Gómez García

Director de la revista Caracola. Pertenece al Movimiento de Medios Alternativos y Comunitarios (MoMAC). revistacaracola.com.ve

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