La ingerencia estadounidense en Venezuela y el plan golpista para 2004

Cuatro altos funcionarios de la administración del presidente estadounidense, George Bush, incluido el Secretario de Estado Colin Powel, han expresado opiniones francamente ingerencistas sobre el presidente y las políticas gubernamentales venezolanas. No es esta la primera vez que ocurre semejante agresión a la soberanía y la dignidad de nuestro país, lo novedoso, si se quiere utilizar el término, es que ocurre comenzando un nuevo año y en una seguidilla de declaraciones, ya no de funcionarios de segunda o tercera categoría sino personajes como el mencionado Powel y Condolezza Rice, representante  de los consorcios petroleros; agresivas opiniones vertidas, curiosamente, antes de la Cumbre de las Américas.

Todo el año 2003 estuvo matizado no sólo de esas declaraciones impertinentes e ingerencistas, la estrategia provocadora y subversiva se manifestó –como en abril del 2002, con la indiscutible organización, financiamiento y participación en el derrotado golpe– en la presencia en gran escala de la policía terrorista norteamericana, la CIA, la abierta y pública parcialización del Embajador Shapiro con los grupos golpistas y fisgoneando en todos los asuntos venezolanos de manera descarada y justificando su actitud con un discurso cínico e igualmente provocador.

Es claro que el gobierno de Bush no asimiló la derrota que significó el contragolpe del 13 de abril del 2002 por parte del pueblo venezolano contra la mafia corrupta y fascista de la oligarquía venezolana y su corte de facinerosos y lumpen y contra la administración norteamericana. En el 2003 la táctica del deteriorado gobierno guerrerista y fascista norteamericano, se centró en la guerra de baja intensidad a través de la subversión, el terrorismo o el apoyo a los terroristas que se trazaron una siniestra política de crear el pánico y el caos con la colocación de explosivos en embajadas (España, Colombia, Argelia), cuarteles (cuartel del la Guardia Presidencial), centros de oficinas, edificio de Pdvsa Chuao, instalaciones petroleras, agitación en centros poblados.

Nunca antes un embajador había tenido tan destacada actuación de ingerencia pública en los asuntos venezolanos como el  señor Shapiro, ni siquiera el también agente de la CIA Jhon Maisto, que es decir bastante en cuanto a su ingerencismo. Antes que un diplomático ha sido un burdo y tosco provocador, su mediocre nivel cultural y su arrogancia de pretor no le permiten otra cosa. Su estrategia se centró en monitorear las actividades subversivas y “pedagógicas” de los agentes de la CIA en Venezuela y en pretender ubicarse como líder de la travesti o bifronte oposición criolla. El anuncio de su partida del país, ¡por fin!, para julio no es más que una estrategia para ganar tiempo en el plan subversivo y golpista que se puede leer en el entrelineado de las declaraciones de Powel y la señora Raigt.

Porque los gobernantes norteamericanos y su decadente oligarquía nunca aprenden, esa es una recurrente verdad histórica. Las terribles derrotas en Corea (1953), Cuba (1961) Vietnam (1975), no significan nada para la nueva generación de líderes que conducen esa nación. Están empantanados en Afganistán y ni se diga en Irak donde tienen muertos y heridos a granel desde que la invadieron, porque siempre han subestimado a los pueblos y despreciado su inteligencia, caro lo han pagado y lo están pagando, pero no aprenden la lección, ahora quieren venir por Venezuela y se van a encontrar la horma de su zapato.

Pero ¿qué significan la cadena de declaraciones de los funcionarios norteamericanos y cómo podemos leerlas políticamente?

Un hecho que se ha puesto de manifiesto es el desempolvar el anti cubanismo de los años sesenta. Fidel y la Revolución Cubana tienen loco a Bush y a su gobierno y ahora, en la medida que en América Latina gobiernos decentes, dignos y soberanos como el de Brasil, Argentina, Venezuela profundizan sus relaciones con la Isla antillana, los norteamericanos ven en ello un altísimo peligro. Powel llega al dislate de decir que la alianza Cuba-Venezuela están subvirtiendo a gobiernos democráticos-representativos (seguramente se refería al defenestrado presidente proyanqui de Bolivia, que lo botó el pueblo indígena y obrero).

No dice el alto funcionario que su estrategia subversiva se centra en el siniestro Plan Colombia, en apoyar económica y militarmente al minoritario gobierno fascistoide de Uribe, cuyo gobierno es pieza clave para la desestabilización en Venezuela a través de las periódicas provocaciones y crímenes en la frontera a través de los criminales grupúsculos paramilitares, los escándalos mediáticos. Se cierra el cerco yanqui contra la insurgencia y el pueblo colombiano. Aumenta la presencia norteamericana en suelo colombiano. El territorio de Ecuador es una inmensa base militar norteamericana –con un presidente como Lucio Gutiérrez, dócil y complaciente a los dictados del imperialismo– y calentar la frontera con Venezuela, con agresiones, asesinato de soldados, campañas de prensa, son piezas de esa estrategia. La política del gobierno ultra derechista de Uribe de contrainsurgencia, de represión extrema, de sapo-delación, de total y absoluta entrega de la soberanía colombiana a los dictados del gobierno norteamericano, son elementos fundamentales de la administración Bush en su expansión guerrerista y militarista.

No contemplaba la administración Bush la llegada al poder de Lula en Brasil, y Kichner en Argentina, tampoco la caída vertiginosa del presidente boliviano por la vía de una insurrección popular y el poderoso ascenso del pueblo que cambió las reglas del juego político. Esa lucha es made in Bolivia y la presencia venezolana es de carácter solidario, internacionalista, nada tenemos que ver de manera directa en esa lucha popular que no necesita muletas, sino de apoyo morales, y solidaridad internacionalista bolivariana. Es torpe, grotesca, vil la afirmación norteamericana de que el gobierno venezolano financió a Evo Morales –próximo presidente de Bolivia– y al pueblo boliviano en la pasada insurrección; semejante planteamiento forma parte no sólo de las provocaciones sino de la estrategia desestabilizadora y golpista norteamericana que se evidencia en la cadena de declaraciones de los últimos días. como el de Bolivia. De nuevo como que se impone la guerra fría. 

Pero las declaraciones de Powel tienen que ver con las presiones y chantajes a la directiva del Consejo Nacional Electoral, para que admitan las firmas fraudulentas, falsas, de extranjeros, de personas fallecidas, firmas dobles, triples, cuádruples de una misma persona que han sido detectadas por el Comando Ayacucho y las fuerzas de la revolución bolivariana. Hay una absoluta correspondencia en el esas declaraciones y la conducta de la contrarrevolución venezolana con relación al referéndum revocatorio presidencial, a unas firmas que no llegan al 20% que exige la Constitución, infladas con firmas falsas como se dijo y ha venido demostrando. Esa perfecta sintonía de la contrarrevolución representada en la Coordinadora Democrática y los mini partidos y grupúsculos que la conforman, ex militares gorilas, empresariado fascistas y toda la fauna de resentidos, frustrados, lumpen burguesía, con la administración yanqui es notoria y pone de manifiesto que estamos en presencia de un nuevo plan golpista y de una mayor ingerencia norteamericana en nuestros asuntos, pero no sólo eso, la administración yanqui sabe perfectamente que la contrarrevolución no tiene el número de firmas que se necesitan para el revocatorio, por ello está creando, con esa cadena de declaraciones, una matriz de opinión internacional para acusar al gobierno venezolano de sabotear el referéndum y activar el proceso golpista. Pero ya la estrategia está debelada, por ello a la ingerencia hay que enfrentarla y frenar resueltamente con la movilización del pueblo bolivariano las pretensiones golpistas que se anuncian en el horizonte político.

10-01-04
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Humberto Gómez García

Director de la revista Caracola. Pertenece al Movimiento de Medios Alternativos y Comunitarios (MoMAC). revistacaracola.com.ve

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