Apuntes para la caracterizacion del proyecto nuestramerica Movimiento 13 de abril

Octubre 2003

Para aclarar antes de la partida este documento tiene como finalidad abrir el debate en torno a la caracterización (programática, estratégica, orgánica) del Movimiento 13 de Abril desde la óptica en que hemos venido entendiéndolo los que militamos y hemos venido identificándonos desde hace ya unos buenos años con los postulados que recoge el Proyecto Nuestra América. Razón por la cual hacemos la relación directa entre PNA y M.13A. Suponemos y esperamos de todas formas que más allá de la corriente del PNA otras tendencias y colectivos no inscritos históricamente en esta corriente querrán aportar en la práctica y teoría a la construcción del M.13A, a ustedes este documento, su crítica y enriquecimiento.

Ya se ha venido desarrollando un debate lo suficientemente amplio y rico que amerita decantarlo en algunos papeles de trabajo que sirvan de insumo para la discusión que en lo inmediato con toda seguridad se llevará adelante en la medida en que la construcción del PNA-M.13A continúe su marcha. Optar por la construcción de un movimiento de este orden implica para lo que ha sido la tradición de muchas de las corrientes histórico-sociales que se ha expresado a través del movimiento popular, y en particular para los que asumimos el Proyecto Nuestra América, un salto importante que podríamos sintetizar en el salto de una estrategia centrada en la construcción de los espacios de contrahegemonía (desarrollo de esferas político-sociales alternativas) y en la acción local y directa, a una estrategia que se concentre en la construcción de un espacio orgánico que le permita a estas corrientes un claro posicionamiento de poder.

La experiencia nos ha dicho que los procesos de construcción de otra hegemonía y el saldo en términos de movimientos sociales alternativos que ello implica, no pueden sostenerse políticamente si no están dispuestos a defender su propio acumulado desde una perspectiva de poder: como poder orgánico de articulación, poder de movilización, poder comunicacional, poder militar. La misma descomposición y deslegitimación que vive el orden impuesto por los centros imperiales del capitalismo a nivel mundial y la experiencia particular que vivimos en nuestros país por darle una salida a este magno problema, nos obliga a pensar en estos términos. Pero para poder facilitar el camino de la construcción de esa máquina poderosa e inédita en nuestro historial político-nacional, se necesita concentrar fuerzas y visión sobre el espacio de una movimiento que exprese, defienda y concentra la voluntad de poder que ha tenido su centro
de realización a través la potencia constituyente naciente de las clases y nichos sociales más excluidos.


1. Una pequeña historia


La idea del Movimiento 13 de Abril en la práctica empezó a desarrollarse bajo la forma de una coordinación cívico-militar centrada principalmente en la preocupación por la contingencia; se trataba de encarar de lleno el problema de los graves destinos que auguraba la conspiración creciente que se desata en el país desde el año 2001. Se anuda desde el meollo de los problemas más urgentes desde el punto de vista de la preservación del proceso revolucionario y desde allí avanza con todas las limitaciones que implica estancarse en el mero problema de la contingencia. Sin embargo ya para los sucesos de Abril del 2002 prueba su validez al menos en Caracas y Maracay con la formación de la Asamblea Popular Revolucionaria por Caracas y la activación del plan de contingencia que para el 12 de Abril en el caso de Maracay terminó siendo una pieza clave para la contraofensiva popular y militar del 13 de Abril. Ya en los meses siguientes aunque conserva su centro en el asunto de la contingencia y se pulen algunos aspectos de ella, pero como plan y no como movimiento, la discusión pasa a tomar un cariz más político y programático. Niveles de síntesis importantes toman cuerpo en Maracay con la presencia de fuerzas militares y populares dentro de los debates y planes periódicos que se establecen, pero luego del golpe petrolero de Diciembre y Enero además de un notable intento de creación e impulso del plan “Todas las manos a la siembra”, empieza a debilitarse. Igualmente desde Caracas las primeras iniciativas dirigidas a construir el M.13A como movimiento de movimientos y articulación de prácticas no generan ningún resultado sólido en la formación orgánica a pesar de importantes iniciativas conjuntas que se intentaron.

Pero más allá de las formas y experimentos concretos, paralelamente hay otras discusiones y percepciones de camino que empiezan a regarse sobre el M.13 más en las calles y entre amigos y camaradas en lugares de reunión. Se necesita un movimiento que además de llamarse M.13A, también recoja en sentido de la acción revolucionaria de la fecha que enarbola. Recoja su sentido y filosofía escondida cual es la lógica de la acción revolucionaria de multitudes, un movimiento de multitudes que más que decretarse se riegue, se difunda como bloque de construcción y de lucha dentro del atomizado mundo del excluido y el explotado, siempre en la lógica y el aprendizaje acumulado después de 14 años de rebelión y construcción revolucionaria. Que sea devoto del maravilloso aprendizaje del 13 de Abril donde cada quien, a su medida, naturaleza y fuerza, se comportó como un centro estratégico revolucionario en obediencia y dependencia sólo su pasión por la libertad, su lealtad a Chávez a la revolución bolivariana y su odio al fascismo y la oligarquía. Será entonces un movimiento unido en una compleja red de relaciones entre nudos de construcción estratégica que irán estableciendo sus propios niveles de coordinación, dirección y mando de acuerdo con las necesidades concretas que arroja el horizonte de lucha sobre el cual se camina.

La idea queda flotando, no se materializa de inmediato, pero sirve de hilo inspirador para un esfuerzo renovado sobre el cual andamos en los actuales momentos. Esfuerzo que emana desde la propia reestructuración de la coordinación del Proyecto Nuestra América comenzada en lugares como Caracas, Maracaibo, Guayana y Mérida, continúa y le da razón de ser a la idea de la formación del PNA-M.13A, ya corroborada en la reunión nacional que se efectúa en el mes de Octubre 2003 en Barquisimeto.

De todas formas se mantiene abierta la posibilidad de abrir la construcción del M.13A a través de otras corrientes (e insistamos sobre la idea de corriente histórica y no de grupos simplemente) que desde su propio acumulado, conexiones, presupuestos ideológicos y espacios concretos sobre los cuales actúan, emprendan la construcción de este movimiento desde su propia particularidad política. Por supuesto, esto implicaría la formación de una carta unitaria de construcción y acción, el compromiso de la acción conjunta y la formación de coordinaciones nacionales y regionales que articulen la totalidad de las prácticas entre corrientes de construcción del M.13A. Proyecto Nuestra América sería entonces una de las corrientes de construcción. El problema en todo caso queda abierto a la discusión y sobretodo a la opinión que sobre el asunto tomen las organizaciones dispuestas a colaborar en la construcción del M.13A.






2. La agenda programática


En pasados documentos hechos cuando apenas se estaban balbuceando las primeras ideas acerca del M.13, cuando aún se expresaba como coordinación cívico-militar, se sintetizaron algunas líneas programáticas que ratificaban lo que ha sido el compromiso por años del Proyecto Nuestra América. Dichas líneas programáticas se soportaban sobre tres ejes fundamentales:

Un eje relativo a los campos de construcción hegemónica y alternativa básicamente en los espacios de la comunicación, la educación, la economía social, los nuevos modelos de gestión, el desarrollo de los poderes populares, redes sociales etc. Estos campos de producción política apuntan principalmente a la superación de toda forma de pragmatismo y reproducción de los ordenes y relaciones de dominación imperantes en cada una de estas esferas de la práctica social, e impulsan la formación de una nuevo orden que permita superar en forma concreta las distintas modalidades de la dominación cultural, la opresión política y la explotación económica contenidas dentro de la lógica capitalista del poder. Ratifican en todo caso la íntima relación que debe tener la construcción de un espacio orgánico común y la construcción dentro del campo social de una nueva sociedad. Es la relación dialéctica entre el proceso concéntrico de construcción de organización y el proceso excéntrico de construcción de nueva sociedad.

Por otro lado se establece una línea de defensa y profundización de la revolución bolivariana como de apoyo a su gobierno, pero en forma crítica y activa. Es decir, se establecen primeramente un conjunto de consideraciones criticas en lo que respecta a las formas y métodos de gestión que , bajo la idea genérica de “entropía bolivariana”, vienen reproduciendo las prácticas ya antañas de corrupción, burocratismo, verticalismo, bonapartismo, incongruencia de planes y ausencia de políticas. Pero además, se reitera la necesidad de dar un salto en la alianza cívico-militar que permita integrar en la defensa militar del proceso a las bases populares, los sectores revolucionarios de mayor experiencia y los sectores más avanzados dentro de la Fuerza Armada. Más adelante y profundizando sobre esta corrida idea, se ha empezado a hablar del “Ejercito de Multitudes”, término que supone ir mucho más lejos en la relación dialógica y constructiva entre saberes y memoria histórica de lucha, vivencia popular del proceso, realidades mundiales, sociales y territoriales, y su integración a este triángulo de factores.

Finalmente, se establecen líneas de lucha ya abiertas por el propio proceso revolucionario. Entre ellas la lucha antimonopólica (renacionalización de PDVSA, nacionalización bancaria, supresión a los monopolios agrarios y agroindustriales y agrocomerciales, el fin de la alianza entre estado y gran capital, el apoyo a la pequeña y mediana empresa, etc) y antimperialista (rechazo al ALCA, Plan Colombia, la ingerencia corporativa transnacional, el impulso de la integración Latinoamérica, etc). Pero así mismo se reivindica los postulados del socialismo revolucionario augurando la expansión del control obrero sobre la producción, el desarrollo de los espacios participativos de gestión pública y la autogestión productiva y la reorganización del estado.

De todas formas ya a este nivel adelantaríamos un cuarto eje programático que tiene que ver con su identidad ideológica. Ratificamos, ahora con mucho más fuerza y sentido, la necesidad de construir un movimiento que recoja en su seno la experiencia, aportes prácticos y teóricos, acumulados particulares, de las grandes corrientes histórico-sociales que han venido marcando las huellas de la lucha del pueblo nuestroamericano y en el mundo. Sobre el diálogo e integración de corrientes (marxista, bolivariana, teológica, afroamericana, indígena, u otras que hoy afloran en el mundo como es el caso del trotskismo, el anarquismo, las luchas de género, ecológicas, los combates por la identidad y la cultura) se fragua el camino de una “razón de todos” que nos permita reconquistar la dignidad, la soberanía, la autodeterminación y liberación social de nuestros pueblos. “Un otro mundo” como lo postula el movimiento antiglobalización ha ser un mundo socialista, libertario y profundamente solidario.

Estos puntos programáticos le dieron al M.13A la posibilidad de representarse a sí mismo en la forma de una articulación de grupos autónomos en alianza con sectores militares de avanzada que apoyan el proceso pero a la vez toman distancia de la derecha incrustada en él al mismo tiempo que profundiza en el perfil crítico y revolucionario del proceso de transformación en curso. Esta última alternativa no ha terminado de darse, el propio caos, muy productivo en oportunidades pero también dispersante y fraccional que impera dentro de los movimientos populares y movimientos autónomos, ha terminado por conspirar contra esta alternativa. Comienza desde entonces a hacerse una relectura respecto a la propuesta del M.13A lo que nos lleva a plantear la alternativa del PNA-M.13A.

La nueva realidad nos obliga a situar con mayor precisión lo que sería la estrategia de construcción de un movimiento de este orden. En tal sentido se han adelantado algunos criterios en debates y talleres que sintetizamos en este material para su debate.


3. Tipificación del PNA-M.13


A. El PNA-M.13 ha de llenar un vacío político profundo dentro del proceso:

Efectivamente nos encontramos frente a una situación compleja donde se viene profundizando la dualidad entre los movimientos o partidos que han monopolizado la “representación revolucionaria” y el sostén mayoritario de este proceso entretejido entre una multiplicidad cada vez más amplia y diversa de espacios de organización y autogobierno popular. Estamos ante una confrontación de culturas políticas y en proyección de posiciones político-ideológicas que a su vez reproducen realidades perfectamente perceptibles entre agentes de gobierno y posiciones presidenciales dentro de las esferas gubernamentales. Esa dualidad necesita develarse y resolverse estratégicamente a favor del ideario revolucionario centrado sobre la democracia participativa y protagónica, lo que significa superar la hegemonía del “representativismo”, el imperio del estado monopólico y burocrático, y el control militar y corporativo transnacional, a través del desarrollo de un poder constituyente de base que se exprese claramente sobre un movimiento político construido desde sus entrañas.

Pero a su vez observamos que dentro de los movimientos de base nos existen estrategias sólidas y congruentes que le permitan llevar adelante una agenda política tendiente a darle salida a las grandes causas por las cuales se ha venido luchado. En este aspecto sigue imperando dentro de nosotros actitud delegativa básicamente hacia la figura de Chávez que restringe la actividad conciente y protagónica de los movimientos de base a sus espacios, prácticas o preocupaciones particulares sin tomar en cuenta la necesidad de trabajar estrategias generales que soporten en el tiempo la acción colectiva revolucionaria más allá del gobierno y le permitan establecer una relación, principalmente con la figura de Chávez y los líderes más reconocidos que giran alrededor de él, mucho más política, horizontal y exigente a la hora de decidir los caminos del proceso revolucionario en curso.

De allí que se necesario reconocer el inmenso vacío que representa la ausencia de un movimiento fuerte y articulado nacionalmente que pueda estar centrado ante todo en la construcción de nueva sociedad y en su defensa, que denuncie las trampas del orden opresor, sus expresiones concretas dentro del proceso en curso y estimule en todas sus formas “la lucha por un otro poder”, por encima de todo electoralismo, la pelea por los cargos burocráticos y en general las mascaradas por donde se esconde la opresión política en este sistema. Aún reconociendo la importancia en estos momentos de “quién detenta el poder”, es decir, quién domina sus distintas regiones y estamentos representativos, burocráticos, tecnocráticos o militares -y los puentes que necesariamente se establecen con él así como la participación aleatoria dentro de ellos-, porque de ello también depende la vida o la muerte del proceso revolucionario ya abierto, el problema que tenemos es el profundo desequilibrio que se está generando.

La naturaleza policéntrica y multidimensional de la revolución bolivariana (y más allá de ella todo lo que es y será el movimiento revolucionario postsoviético) que le ha dado toda su riqueza y capacidad de sobrevivencia será aplastada –y por tanto la revolución misma- si no se construye estructuralmente un orden distinto (red comunal, comunidades autogestionarias, redes-movimientos autónomos de base, ejército de multitudes) y este no tiene al menos uno o varios movimientos políticos de articulación y expresión, bajo la forma de una vanguardia colectiva y unificada.

B. El PNA-M.13A ha de ser un movimiento inédito:

Decimos inédito porque pareciera una contradicción en sí misma que espacios tan multiformes y policéntricos como pueden en estos momentos ser los movimientos populares y autónomos como sus dinámicas de articulación, puedan encontrar una expresión política unificada y que sea congruente a su misma naturaleza y objetivos. La idea en general del M.13A no es el de ser un frente unitario que se superponga a estos espacios de organización. El fracaso de estos frentes es que ellos no ayudan a dar mayor unidad y capacidad de coordinación a este conjunto de espacios, ellos por la fortaleza acumulada en los últimos años ya son autosuficientes en estas tareas, aunque siempre se pueda ahondar e ir mucho más lejos en tales terrenos unitarios. Los frentes, al menos hasta ahora, paradójicamente terminan generando más entropía y dispersión por las pugnas de representación que generan, y de allí su fracaso. La idea del M.13A es la de ser una vanguardia colectivizada, federalizada (con centralización de mando en las tareas que lo ameriten) que emerja de esa base popular policéntrica y en proceso continuo de organización y reorganización. En otras palabras, genera dirección en el sentido tradicional leninista, pero al mismo tiempo cualifica, articula y potencia la praxis revolucionaria emprendida por los sectores oprimidos, ya en el sentido más abierto de las corrientes históricas, de Gramsci, de R. Luxemburgo, Mariátegui, EZLN, movimiento antiglobalización. Se convierte entonces en una máquina de organización que dinamiza las luchas populares, ayuda a sacarlas de su actitud delegativa promoviendo desde ellas una auténtica voluntad de poder; un posicionamiento de fuerza dentro de la sociedad tan dura y autosuficiente a sus propias fuerzas que solo la pérdida en batalla militar y la extinción física pueda acabar; contingencia que además se estar preparado para enfrentar. Es esta actitud, explicada desde la misma naturaleza del poder en lo nacional y mundial hoy en día, es lo que hemos llamado estrategia de Resistencia Popular Prolongada.

La tipificación de “inédito” tiene que ver por tanto con la formación de un movimiento que pueda inaugurar una nueva etapa dentro del proceso de reconstrucción de las formas y cultura de las vanguardias revolucionarias en nuestro país que desde los años ochenta viene manifestándose en la multiplicación atomizada de espacios de organización de base sin ninguna síntesis sólida; vacío que terminó llenando el movimiento militar surgido en el 92 y que explica las características concretas que adopta en el tiempo la “revolución bolivariana”, pero que en estos momentos, ya convertido ese movimiento cívico-militar en “gobierno” y en “partido de gobierno” al cual apoyamos por razones históricas, se presenta como un hecho político necesario mas no suficiente para garantizar el futuro de la revolución popular. Es necesario igualmente promover la formación de un movimiento mucho más sustanciado con y desde la lucha de las multitudes excluidas, que exprese de lleno sus sueños y necesidades, dentro de la resistencia prologada a la cual estamos avocados como habitantes del mundo y participantes de las luchas globales.

C. El PNA-M.13A debe servir de palanca para la liberación de las representaciones, los lenguajes de la revolución:

Consideramos de una inmensa importancia el nacimiento de un movimiento que ayude a dar este salto también en la liberación de los lenguajes y representaciones que expresan la revolución popular en curso, atrapadas en estos momentos dentro de un orden histórico y nacionalista de representación que muchas veces no permite ver dimensiones de la realidad que solo a través del lenguaje y la creatividad comunicativa y estética es posible visualizarlos. Con urgencia es necesario que afloren “al mundo” (en el sentido de los símbolos y representaciones) expresiones de clase que no están contenidas dentro de los mitos y leyendas nacionales. Las luchas necesitan de símbolos y representaciones que si no se enriquecen permanentemente y se encierran en una jerga gráfica o discursiva construida desde las oficinas de partidos y gobierno, la misma estética como la discursiva de la revolución (en el sentido amplio, comprometido y creador de ambos términos) tiende a empobrecerse trayendo en consecuencia el empobrecimiento espiritual e intelectual de la experiencia revolucionaria, y una obvia exclusión de la palabra y la expresión desde donde se manifiesta la lucha de los explotados.



D. El PNA-M.13A es un movimiento crítico y absolutamente autónomo:

Pero sobre este mismo orden de prioridad en el orden de las representaciones vale transparencia en sus debates, denuncias o reivindicaciones más urgentes que muchas veces son cercenadas, calladas y obligadas a quedar en el silencio, invocándose para ello la defensa y la unidad revolucionaria. Se trata de oscurecer partes de la realidad que a los estratos que se abrogan el monopolio de la representación popular no les conviene que afloren ya que pondrían en peligro su legitimidad y monopolio de la opinión y la representación dentro del proceso; el enemigo fundamental sabemos que está en el imperio y la oligarquía nacional, pero en términos de peso el enemigo interno a veces puede ser más destructivo que el enemigo histórico.

Este es un problema natural dentro de una sociedad de clases y lo que ella reproduce aún al interior del bloque revolucionario (los intereses particulares de burócratas, tecnócratas, privilegiados por cargos; todo tendiente a legitimación de la diferenciación de clases y de la relación de opresión entre gobernantes y gobernados), pero también una nefasta herencia del monolitismo revolucionario heredado y del cual no estamos vacunados para nada; es la satanización de la crítica y la promoción de actitudes inquisidoras frente a ella que en momentos llegan a ser muy populares y tremendamente represivas. Al contrario de lo que se quisiese por el espíritu libertario y plural que ha inspirado a la revolución bolivariana, se nota un avance muy peligroso de ciertas actitudes monolíticas y totalitarias que pretenden callar toda crítica y toda denuncia, desde la más elemental y centrada en las necesidades vitales de las clases populares y ni se diga las más trascendentes como es el caso del debate sobre la corrupción, la controversia sobre el problema petrolero, industrias básicas, modelos educativos, de producción, de desarrollo, militar, etc. Se trata entonces de romper los silencios sin estar pidiendo permiso a nadie, construyendo un movimiento bullicioso en la crítica, productor de ideas, responsable frente al proceso, claro en su papel centrado no en la pelea burocrática, sino en la defensa de la revolución, en el afianzamiento de los procesos de liberación social y desarrollo del poder constituyente que emerge de la dinámica revolucionaria de base.

E. El PNA-M.13 asumirá la revolución bolivariana como revolución popular:

Un movimiento como el que estamos perfilando debe entonces tener muy claro y su papel y responsabilidad como movimiento revolucionario, articulador, dialógico, unitario, de base, pero a la vez profundamente crítico y autónomo que ayude a fortalecer el proceso no desde la actitud paranoica del silencio y la delegación absoluta del protagonismo político, sino por el contrario, demostrando que una revolución se fortalece como revolución popular precisamente cuando deja abrir y fomenta la crítica y la autonomía responsable. Es muy importante en ese sentido que este movimiento ayude a cambiar el mismo concepto de la revolución (la representación metal y colectiva que hacemos de ella) de “revolución de Chávez”, a una “revolución popular bolivariana” protagonizada y expresada desde los mismos procesos populares. Que se juzgue desde allí sus avances y estancamientos y no desde la obra de gobierno o la ascendencia de su líder exclusivamente. Es un problema de maduración política y cultural del propio proceso y una garantía para su consolidación en el tiempo. Sabemos que por ello los ataques serán frontales, se acudirá para sustentar la descalificación al viejo refranero de “izquierdistas”, chavismo sin Chávez, contrarrevolucionarios, etc. La respuesta a estas imbecilidades esta tanto en el historial de nuestro compromiso como en los resultados a futuro del quehacer político sobre el cual avanzaremos. Amerita estar claros en cual es nuestro papel como movimiento crítico, clasista, constructivo, al interno de uno de los procesos revolucionarios más hermosos que se ha fraguado en el caudal histórico de Nuestra América.

Pero al mismo tiempo asumir el principio de “revolución popular” implica tener claro su horizonte programático en las luchas por venir. Esta revolución es bolivariana en su sentido antioligárquico, antimperialista, nacional, democrático e integrador de las naciones y pueblos de nuestramérica. Pero es popular en la medida en que sepa trascender el marco del capitalismo imperial de hoy en día y logra consolidar la formación de una sociedad libre, soberana e igualitaria sustentada materialmente sobre el ejercicio de la gobernabilidad popular, la socialización de la propiedad y el desarrollo de la producción autogestionaria; opciones contrarias a todo modelo monopólico de acumulación tanto de riqueza como de poder, y totalmente adversa a esa economía parásita de la renta petrolera que hemos sido. Este último aspecto esta demostrado que no hace parte de un consenso compartido por todos los actores sociales y político ligados al proceso. Sin embargo, es un consenso alternativo que en forma espontánea y silenciosa se está fraguando en la base y que pareciera tener eco en muchas de las ultimas intervenciones nacionales e internacionales del mismo Chávez. Una suerte de dialéctica interna del proceso favorecida hacia su izquierda por la radicalización de las posiciones del presidente. Sin embargo, se entiende que la única forma para la lograr imprimirle un verdadero carácter popular a la revolución bolivariana pasa por la existencia de un pueblo en la calle que lo exija y tenga las herramientas de fuerza que le permita imponer dicho sello. Entendemos con ello que la misión principal del PNA-M.13A es la de ser un instrumento estratégico, una palanca en la fragua de multitudes, que impulse y facilite este salto.

F. El PNA-M.13A defenderá la continentalidad de la revolución popular bolivariana:

No hace falta insistir demasiado en que la garantía en última instancia de cualquier proceso revolucionario en nuestra tierra pasa por el desarrollo de una estrategia continental que haga de él un momento y un espacio en las luchas de todos los pueblos de América. Nuestra América es un continente, pero además un espacio social y cultural, una memoria de lucha común, que ha empezado a rebelarse abiertamente contra el imperio de las corporaciones transnacionales, el neoliberalismo y sus máquinas de muerte. Trazar estrategias compartidas entre los movimientos de los pueblos es fundamental en estos momentos, básicamente en defensa de la biodiversidad, el agua, los recursos naturales, los conocimientos ancestrales, el enfrentamiento al ALCA, a la presencia militar de EEUU, y en general ante la nueva ofensiva colonial, anexionista y el imperialismo de ocupación que viene adelantando este país aquí y en el mundo entero. Pero a su vez es necesario respaldar a fondo las iniciativas integradoras bajo la forma del ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas) y los modelos alternativos de integración que vienen dándose tanto en el papel como en la práctica a través de los mercados comunes de economía social y la formación de movimientos sociales integrados que tienen su centro en la tierra y en la posibilidad de la formación de sindicatos clasistas continentales. No es un modelo único de sociedad a copiar es el fomento de nuevos modelos de producción, nuevas relaciones de poder, nuevas expresiones culturales que permitan desde la periferia del mundo resistir y confrontar de manera abierta y radical la civilización de muerte que se esta gestando con el avance del capitalismo global. Es el proceso popular constituyente entendido en sus dimensiones continentales.

Precisando algo más, sobre nuestras propias fronteras y a sabiendas de la ofensiva contrarrevolucionaria que esta empezando a organizarse desde Colombia a través del paramilitarismo y la agresión mediática y diplomática (Plan Colombia), es de una altísima importancia la promoción de espacios de lucha comunes entre los pueblos de Colombia y Venezuela. Los movimientos y las iniciativas binacionales sustentadas en acuerdos directos y en una alianza muy clara y transparente con nuestras Fuerzas Armadas, deben servir de tapones ante esta ofensiva que ya ha manifestado sus intenciones genocidas en una y otra nación acudiendo a argumentos distintos pero única en sus finalidades cuales son las de acabar con cualquier foco revolucionario (gobierno bolivariano por aquí o la guerrilla en tierra colombiana) y de asumir el control total sobre las riquezas y poblaciones de la región amazónica. Hay un gran ejército de la multitud nuestramericana en lucha en proceso de formación y a él nos debemos.

G. El PNA-M.13A, no tendrá fronteras en las formas de lucha a asumir:

Por mucho tiempo ha quedado borrosa esta discusión tan apremiante en los días de hoy. En la práctica, desde el 98, se ha movido el péndulo de la lucha desde las formas más civilistas y democráticas hasta el ejercicio abierto de la insurrección popular o la toma de fábricas, escuelas, empresas, evitando en todo momento una provocación violenta de gran calibre que serviría de detonante a una guerra civil y una eventual intervención extranjera. Esas han sido nuestras formas de lucha en la práctica, aunque en el discurso esto nunca se ha puesto en claro. La idea de “la revolución pacífica mas no desarmada”, es muy importante mas no resuelve el problema desde el punto de vista del protagonismo integral de las clases populares en cualquiera de los escenarios en que ha de plantearse la lucha revolucionaria.

Las formas de lucha no se decretan ni se bloquean a ellas mismas, pero la historia nos ha dicho que tenemos que estar preparados para todas ellas y practicarlas a la escala de las necesidades políticas del momento. La paradoja es que no se ha desatado la guerra pero no estamos en guerra aunque muchos presumimos que vamos inevitablemente para allá. Mejor decir por ahora que efectivamente estamos en guerra contra el imperio y la oligarquía, que ya ellos nos la han declarado, que esta tiende a intensificar su carácter violento aunque no sea el único sobre el cual maniobren, y que por lo tanto esta ha de asumirse en tres terrenos básicos:

El terreno electoral, donde el papel de este movimiento no es el de estar negociando o generando un nuevo espacio electoral que le haga competencia a los partidos oficiales del proceso, sino que sirva de instrumento para la democratización interna de esta esfera de lucha (por ejemplo, que se discutan en forma amplia y participativa el asunto de las candidaturas en todos los niveles) y de apoyo a las candidaturas o posiciones refrendarias dentro del polo revolucionario. Proponemos particularmente al MVR, si aún hay tiempo, de que reconozca su condición de minoría dentro del espectro amplio del bloque revolucionario bolivariano y que por lo tanto se entienda a sí mismo como el instrumento electoral de todos y solo eso. Que rompa con ese híbrido entre “partido único” a la vieja usanza leninista –pretenciones que están a vista a la hora de filtrar quien es el toma y protagoniza la polémica y las decisiones políticas- y de “escalera clientelar de oportunistas y obligados” a la vieja usanza adeca en que actualmente ha caído. Lo principal de todas formas es que la etapa abstencionista de los movimientos de base se supere definitivamente y se asuma de lleno el terreno electoral no como competidores o negociantes, cual empresa privada de lo político, sino introduciendo en él los valores de la nueva cultura política, exigiendo la superación de con toda división entre sociedad política y sociedad civil, y en este caso concreto, entre movimiento social y partido.

El terreno constituyente, siendo sin duda el terreno principal de lucha de ayer de hoy de mañana que a diferencia del electoral constituye un fin en sí mismo por excelencia El movimiento a edificarse debe servir de espacio de condensación y proyección estratégica de todas aquellas iniciativas que potencien el poder constituyente de las mayorías excluidas, de los trabajadores, campesinos, mujeres, estudiantes, movimientos comunitarios, pedagógicos, de salud, culturales, etc. Respaldando la actual constitución, pero aún más allá de ella, se trata de crear una nueva institucionalidad que rompa radicalmente con la lógica del estado burgués (y mucho más en su versión de estado colonizado, gomecista, burocrático, corrupto y rentario que no hemos dejado de ser). Esto significa construir orden desde un “no estado” o si se quiere un estado que se diluya progresivamente dentro de las instituciones del poder popular, que asuma el principio sabio de la “revolución permanente” (sin ortodoxias doctrinales por favor) al mismo tiempo que se expande e integra a las instituciones que constituyan los pueblos de nuestramérica. Esto supone la creación de un estado fuerte pero que ha roto radicalmente con la racionalidad capitalista de un estado al servicio de la acumulación privada, y el monopolio del saber, de la información, la decisión y de las armas en manos de sus sirvientes inmediatos.

Hay en estos momentos retos concretos cuya materialización abre precisamente el tránsito hacia la formación de esta otra institucionalidad e intensifican el proceso popular constituyente. Estos pasan por:

1. La solificación y multiplicación de las redes sociales, pedagógicas, socio-culturales, comunicacionales, congresos de trabajadores, gremios clasistas, etc.
2. La solidaridad y participación de los programas sociales gubernamentales más progresivos y alternativos.
3. La síntesis de los espacios de participación sobre los “Consejos Comunales y Parroquiales” y sus respectivas redes como primera fórmula para la consolidación concreta del estado participativo.
4. La agrupación de las prácticas de economía social y cooperativismo alrededor “Comunidades Autogestionarias” y “Núcleos de Desarrollo Endógeno”, como espacios para la integración ampliada y articulada de una economía socializada y no acumulativa.
5. La promoción de campañas políticas que sirvan de foros públicos para el afianzamiento de la movilización social, del poder social, la crítica revolucionaria y la autonomía de clase.

El terreno político-militar, el cual, por vocación de género, tiende a convertirse en un terreno misterioso y ajeno al resto de las prácticas socio-políticas en desarrollo. De acuerdo a los viejas estrategias del foquismo o el noble y muchas veces errático guerrillerismo latinoamericano, de esto solo se encargan los aparatos avocados a la lucha armada, encarando lo político desde una perspectiva exclusivamente militar. En contraste a estas posturas hablar de un “Ejercito de Multitudes” es asumir desde su lógica interna la guerra del pueblo (visualizada en otros momentos como “línea militar de masas”), ayudando a introducir dentro de ella los elementos que la cualifiquen y la eleven a nivel de los grandes retos que nos impone la guerra salvaje del hoy imperio y sus séquitos nacionales. Esta es una labor sustancial dentro de la estrategia de “resistencia popular prolongada”.

El cuerpo de esta máquina militar se ordena dentro de la misma dinámica de multitudes, de su lógica horizontalista, de sus formas de interacción, de movilización, de intercambio y construcción de saberes, de sus lenguajes, de sus particulares formas de división del trabajo, producción de inteligencia, hasta sus propias tecnologías y herramientas. La conciencia y preparación para este clima de guerra, mas que un espanto se convierte a partir de esta óptica en un momento en el proceso de dignificación de nuestra existencia colectiva. Es una nueva lógica civilizatoria que tiene en el terreno de lo militar formas muy particulares de estructuración, de organización, de configuración de mandos, así como tendrá un modo muy concreto de decantarse dentro de la “guerra” que se ha desatado en nuestro país, lo que supone en lo inmediato estar preparados para confrontar las oleadas terroristas que irán incrementándose y las amenazas y ejecutorias intervencionistas que acompañan dicho salvajismo.

Ahora necesitamos empezar a armar el rompecabezas de los grandes corredores estratégicos que acerquen territorialmente las comunidades en lucha, sus vanguardias, periferias de gentes que interactúan alrededor de ellas y producen nuevas esferas de organización y nuevas vanguardias. Corredores que a su vez se entrelazan en forma espiral desde lo local, a lo regional, lo nacional, y como decíamos, hasta incluir la territorialidad nuestramericana. El “orden de acción y organización” del “ejército de multitudes” tenemos como movimiento que ayudar a facilitar. Actividad para la cual no caben fronteras entre civiles y militares, entre expertos y masas, entre hombre-mujer, adulto y niño, cada quien tiene un papel en ello y lo pondrá él mismo de acuerdo a su propia ubicación existencial dentro del proceso transformador. Proceso que por encima de todo ha garantizado la constitución de un “nuevo hombre”, liberando una nueva subjetividad colectiva; apostamos por que un ejército hecho desde ese milagro moral y cultural se hará invencible.

H. El PNA-M.13A será por tanto un “movimiento de multitudes” y en ello se inscribe el perfil de su militancia:

Con ello esperamos romper de una vez por todas con la ya inútil diferencia entre “organizaciones de cuadros” y organizaciones de masas”. En este movimiento cabe quien quiera y en igualdad de condiciones, desde el general hasta el obrero, desde el cuadro revolucionario hasta el activista comunitario; se cabe como individuo, como colectivo, como movimiento. En él participamos de acuerdo a nuestra participación concreta dentro de los espacios de acción, debate, formación que se vayan integrando de acuerdo al desarrollo del mismo, e incentivados por los que ya asumen su militancia dentro del movimiento. No hay un carnet de militancia que se otorga a petición del nuevo cliente político, es una identidad que se va desarrollando en cada quien como colectivo o individuo con la figura genérica (la organización como máquina abstracta), los postulados, normativa mínima, y el quehacer concreto de la organización (la organización como máquina real). Su estructura de organización se tendrá que ir estableciendo a través de coordinaciones, estabilización de colectivos de trabajo, comisiones, mandos específicos (normas concretas para ello), justificada a partir de las mismas realidades regionales y prácticas específicas desde donde se organice el movimiento. Lo que vale en esencia para este asunto es la necesidad de constituir un espacio común de trabajo revolucionario, organizado desde los colectivos de trabajo revolucionario que se vayan estructurando, basado en un círculo de “comunidad de criterios”, “comunidad de esfuerzos”, “comunidad de recursos”, “comunidad afectiva” y “comunidad orgánica”. Es sobre la integración de estos principios éticos y políticos sobre los cuales se conforma a nuestro criterio una auténtica comunidad revolucionaria.

Cabe por estas mismas razones ratificar la vigencia de un viejo postulado que hemos reivindicado como corriente. No tiene ningún sentido hablar de una militancia que no esté ligada directamente a ámbitos concretos desde los cuales se viene configurando una realidad que apunta a la construcción de una sociedad distinta. La relación teoría-práctica en este caso es un postulado de principio que se expresa a través de la relación umbilical entre militante y proyecto social de transformación. La razón de ser del movimiento, su justificación histórica y política, su fuerza como sujeto de poder, el ámbito donde él mismo evalúa su pertinencia como movimiento revolucionario y como corriente dentro del proceso revolucionario, se sella en esta relación. E insistimos sobre ello ya que no nos cansaremos de repetir que un movimiento revolucionario que se aleje de este principio sencillamente se convierte en un aparato de dominio que reproduce en su seno todas las maldiciones humanas contra las que dice luchar; problema que tiene entre nosotros, partidos y organizaciones que se dicen de la “revolución”, testimonios realmente aberrantes. El PNA-M.13A es un movimiento se hará de donde viene, del barro negro, de las pieles cobre, de las voluntades rojas, de las sonrisas azules, y no de las oficinas incoloras y miradas insípidas.


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Roland Denis

Luchador popular revolucionario de larga trayectoria en la izquierda venezolana. Graduado en Filosofía en la UCV. Fue viceministro de Planificación y Desarrollo entre 2002 y 2003. En lo 80s militó en el movimiento La Desobediencia y luego en el Proyecto Nuestramerica / Movimiento 13 de Abril. Es autor de los libros Los Fabricantes de la Rebelión (2001) y Las Tres Repúblicas (2012).

 jansamcar@gmail.com

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