Objetivo: derrota

Por obra de los inefables dirigentes que la conducen, la oposición venezolana parece destinada a ir de derrota en derrota en una suerte de proceso indetenible. Pero lo que más llama la atención de este asombroso fenómeno es que esos dirigentes, siempre ante las cámaras de la televisión privada que los promueve y maneja, acentúan el desastre celebrando alborozados, en una suerte de insólito ritual masoquista, cada derrota que ellos mismos le propinan a sus seguidores como si fuera una victoria. Víctimas de sus propias mentiras, típicos engañadores engañados, pobres instrumentos de la cloaca mediática por la que desfilan día tras día mintiendo y calumniando, esos lamentables dirigentes, lo mismo que sus pobres e idiotizados fieles, parecen participar todos de un pensamiento mágico, de una creencia irracional (muy propia del medio televisivo) en que una palabra pronunciada ante la pequeña pantalla convierte las mentiras en verdades. Los dirigentes son incapaces y farsantes, los seguidores, embrutecidos y pasivos masoquistas. Tras cada derrota unos y otros cantan victoria, suenan sus cacerolas y sus pitos, gritan ‘Ni un paso atrás’, y se preparan, como si fueran a una fiesta, para recibir la próxima patada en el hocico.

El proceso seguido por la oposición en el último año y medio es revelador de ese fenómeno. Visto en forma gráfica conforma una curva que empieza a elevarse desde finales de 2001 hasta alcanzar su punto culminante en abril de 2002 y que inicia desde entonces un descenso vertiginoso que la ha conducido a la escasa capacidad de credibilidad y movilización actuales. Veamos algunos de esos momentos.

1. La acumulación de fuerzas oposicionistas como producto de los intereses oligárquicos afectados, combinados con los muchos errores del gobierno, condujo a la gran marcha de oposición del 11 de abril de 2002. Sus dirigentes, involucrados en un golpe de Estado, desviaron la marcha hacia Miraflores para provocar un choque con los seguidores del gobierno que allí estaban y algunos muertos justificadores del golpe. Fue el punto culminante. Se produjo el golpe de Estado y la salida de Chávez del poder. Gran victoria momentánea. Pero el asalto golpista al poder dio como resultado el gobierno fascista de Carmona, sus famosos decretos suspendiendo todo el ordenamiento democrático, y el desencadenamiento de una brutal represión contra el pueblo. Para sorpresa de los golpistas y conspiradores y de todos sus cómplices, el despreciado pueblo reaccionó con fuerza y se echó a la calle a exigir el restablecimiento del orden democrático atropellado; los militares fieles a la Constitución de sconocieron el régimen fascista de Carmona; y el aprendiz de dictador huyó. El pueblo y los militares leales restituyeron la legalidad; y Chávez, rescatado, regresó triunfalmente a Miraflores aclamado por la multitud. Todos corrieron a esconderse, asustados. Ni un paso atrás. Derrota.

2. Levantaron cabeza y se envalentonaron cuando Chavez, en vez de mostrar un fusil y encarcelarlos como merecían, regresó con una cruz en la mano y la Constitución en la otra, pidiendo perdón por sus errores, restableciendo en sus cargos a los gerentes conspiradores de PDVSA y empezando a organizar mesas de diálogo. ‘Este, además de mono, es un pendejo’, dijeron, ‘ahora sí vamos a tumbarlo’. Y siguieron la fiesta. Ni un paso atrás, a preparar el nuevo golpe. Pero el ‘pendejo’, en medio de su tolerancia, y recibiendo coñazo tras coñazo a lo largo del año por parte de esa oposición golpista, irracional y ensoberbecida, no perdió de vista lo esencial: por una parte mantuvo movilizado al pueblo, estimulando su toma de conciencia y su organización, y por la otra, reestructuró los mandos militares y salió de todos o casi todos los traidores de uniforme. Fue lo único que hizo, pero resultó decisivo. Sin ello habría caído en diciembre-enero cuando la oposición lanzó su nuevo golpe. Los verdaderos pendejos fueron ellos. Ni un paso atrás. Derrota.

3. Apoyados por la oposición y estimulados por los medios, los militares conspiradores o descontentos, todos ellos altos jefes sin mando, burócratas descalificados, viendo que iban quedando fuera, que Chávez les ganaba la partida, iniciaron, uniformados, en la televisión, una secuencia de llamados al golpe de Estado, prometiendo mes tras mes alzamientos y golpes, desencadenando rumores, miedos y tensiones. Mera puñeta mediática. Un fracaso tras otro. Nadie se alzó. Ni un paso atrás. Derrota.

4. Arrancó entonces la plaza Altamira, un fenómeno digno de estudio como ejemplo de ilegalidad, de histeria colectiva, de locura fascista, de intolerancia, de todo tipo de agresiones y mentiras. Militares fascistas, auténticos payasos de uniforme, celebrados como héroes por supuestos demócratas y por la cloaca mediática. Al cabo, derrumbe, desmoralización, podredumbre total, crímenes y actos terroristas. Allá quedan todavía algunos, y sobrevive un gran reloj que antes contaba los minutos faltantes para que se fuera Chávez. Ahora no se sabe qué marcan, quizá los minutos que nos separan del próximo Mundial de Futbol. O del 2021. Ni un paso atrás. Derrota.

5. En medio de ese clima surgió la idea del referendum consultivo en el que se embarcaron en noviembre de 2002, que decidieron sobre la marcha convertir en revocatorio para sacar a Chávez del poder mediante lo que de producirse habría sido una mera consulta no vinculante, y para el cual recogieron las primeras firmas. Millones, por supuesto, todavía algunos de los dirigentes oposicionistas siguen repitiendo aun hoy que ellos son el 80% del país. El disparate jurídico fue total. No conocían la Constitución, ni ellos ni sus ‘juristas’. El Tribunal Supremo tuvo que explicarles que una cosa era un consultivo y otra un revocatorio, que habían confundido el artículo 72 con el 71. Ni un paso atrás. Derrota.

6. Vino entonces el lock out o paro patronal criminal en el que se embarcaron en diciembre-enero pasados, dispuestos a destruir el país, su propio país, con tal de sacar a Chávez del poder. La locura total, locura criminal sin parangón.

Hicieron de todo. Cerraron centros comerciales, bancos y empresas. Trataron de paralizar por la fuerza el transporte; y la distribución de alimentos, aprovechando la complicidad de las roscas económicas nacionales y transnacionales. Dejaron a niños y adolescentes sin escuelas. Intentaron impedir el pago de impuestos. Suprimieron la Navidad. Agredieron y asaltaron a todo el que no estaba de acuerdo con su locura asesina; todo ello, por supuesto, en nombre de la libertad y de la democracia. Dañaron el patrimonio nacional, engañaron y enloquecieron con sus diarios partes de guerra televisivos a la población. Mantuvieron durante dos meses al país en esa terrible situación. Y de hecho el paro debería seguir, porque hasta ahora ellos nunca lo suspen dieron. Pero aunque el costo para el país fue enorme y todos lo estamos pagando con empresas quebradas, inflación y desempleo, el gobierno y el pueblo resistieron y los derrotaron. Y de nuevo: Ni un paso atrás. Derrota.

7. El paro patronal general tuvo como epicentro el paro y el sabotaje petroleros que llevaron a cabo como parte del mismo. Esto constituyó la dimensión más monstruosa y antinacional de ese crimen contra el país. Sabotearon la empresa, dañaron refinerías, trataron de causar daños irreparables a PDVSA, intentaron parar las empresas de Guayana cortándoles el suministro de gas, bloquearon los puertos impidiendo la entrada de productos y la exportación de petróleo. El costo para el país fue enorme: dos meses sin exportar petróleo, obligación de importar gasolina, escasez de alimentos. Los cálculos aceptados elevan la cifra de pérdidas para Venezuela, como resultado de ambos paros, a unos diez mil millones de dólares, cifra en verdad monstruosa. Pero, aunque a ese elevado costo, el gobierno, el ejército y el pueblo los derrotaron. Los gerentes saboteadores fueron despedidos (su único éxito es que siguen libres, mientras que en cualquier otro país habrían sido fusilados o condenados a cadena perpetua). PDVSA ha pasado por fin a ser una empresa nacional, a pertenecer al pueblo de Venezuela y a servirle, se recuperó del terrible sabotaje en pocos meses, se ha reestructurado, ha bajado los costos, demostrando que estos supuestos meritócratas no hacían falta, que no eran sino una banda de burócratas antinacionales, saqueadores de su país y servidores de intereses extranjeros. Una vez más: Ni un paso atrás. Derrota.

8. Fuerza importante de la oposición y uno de los ejes de su política golpista, Fedecámaras, promotora del paro, organización de políticos corruptos y antinacionales disfrazados de empresarios, se encuentra hundida en una crisis que alcanza ribetes de desastre. Sus dos últimos presidentes, Carmona y Fernández, están auto exiliados, prófugos de la justicia venezolana. Su rosca directiva es responsable de quiebras de empresas, de desempleo y de inflación, sin que de nada les sirva tratar de culpar al gobierno de lo que es resultado del paro de diciembre-enero. Numerosos empresarios han desertado de esa organización golpista tratando de llegar a acuerdos empresariales con el Estado.

Sin embargo, Fedecámaras se cree acompañada por el éxito. Ni un paso atrás.

Derrota.

9. Pilar de la conspiración y del golpismo, sirvienta fiel de Fedecámaras que intenta hacerse pasar por su hermana gemela (¿capitalistas y obreros unidos jamás serán vencidos?) la inefable CTV, dirigida por los bonzos antiobreros de siempre, es otro organismo que se cae a pedazos. Antes del paro era ya un cascarón casi vacío, pero el paro terminó de vaciarlo. Su líder, Ortega, sigue prófugo. Con la carrera que dio hacia una embajada para escapar de la justicia no tuvo tiempo de suspender el paro. La CTV está cada vez más aislada; y representa a menos y menos obreros. Una nueva organización sindical, una verdadera central clasista, UNETE, recientemente surgida como resultado del paro, los viene desplazando con presteza. Pero la CTV se sigue creyendo dueña absoluta del movimiento obrero: Ni un paso atrás. Derrota.

10. Para salir del desastre inminente que amenazaba al paro, tratando de convertir fracaso en éxito, y con el apoyo mediático de siempre, los politiqueros fracasados que dirigen la oposición y los abogadetes que los asesoran lanzaron el fulano Firmazo; firmazo que resultó al cabo el desastrazo.

Utilizando una empresa privada de origen y conducta más que sospechosos, los dirigentes oposicionistas pretendieron no sólo recoger firmas para un referendum revocatorio seis meses antes de que se iniciara el período válido para poder hacerlo legalmente, sino arrogarse funciones que no les competían al formular la pregunta y al recoger las firmas. Pretendieron, y así lo declararon triunfalmente, que habían recogido cuatro millones de firmas en unas pocas horas. Los meses pasados y las denuncias han puesto en evidencia la farsa:

firmas chimbas, firmas clonadas, uso abusivo e inconsulto de bancos de datos de instituciones bancarias y de empresas; todo tipo de trampas. De los cuatro millo nes iniciales terminaron admitiendo que eran poco más de dos, y esto sin permitir en ningún momento que fueran examinadas y publicadas. Fraude total, total desastre. Pero hasta el último instante alegaron que las firmas no podían no ser válidas. Ni un paso atrás. Derrota.

11. En medio de todo esto se produjo al fin el acuerdo en la Mesa de Negociaciones con el gobierno, mesa que con facilitación de la OEA se había venido reuniendo con altibajos e intervalos desde meses antes. El acuerdo fue un desastre para ellos. Perdieron todo: debieron reconocer la Constitución, la legalidad, excluir el golpismo y la violencia, aceptar la vía democrática, y admitir que si querían salir de Chávez tenían que apelar a la vía constitucional del referendum revocatorio (que luego pretendieron sin éxito presentar como imposición de ellos a Chávez, como si el referendum no fuera idea de éste ni estuviera establecido en la Constitución.) Pero no importa, adelante. Ni un paso atrás. Derrota.

12. Unos soldados, pobres desertores incorporados a los golpistas de la Plaza Altamira, aparecen asesinados en una carretera cercana a Caracas con indicios de haber sido antes torturados. Entre ellos hay una muchacha, que por fortuna (por desgracia para la oposición) no está muerta, aunque se halla gravemente herida.

La oposición acusa de inmediato al gobierno de haberlos ajusticiado. Pero la chica se recupera, habla y revela la verdad: los secuestraron y mandaron a asesinar los militares de Plaza Altamira. Todo como parte de una historia sórdida. En esos mismos días ocurren varios actos terroristas en Caracas. Son colocadas bombas (en Chacao, distrito de la oposición) contra embajadas y contra el sitio de reunión de la mesa negociadora. Para variar, la oposición acusa de inmediato al gobierno. Los organismos policiales investigan, algunos sospechosos capturados confiesan, y se determina que los terroristas son otra vez los militares de Plaza Altamira. Pero, adelante. Ni un p aso atrás. Derrota.

13. Y en eso lograron otro éxito. Se les cayó el video de Puente Llaguno. La justicia puso finalmente en evidencia el montaje y la manipulación, obras de la cloaca mediática. El principal argumento usado por la oposición para justificar el golpe y para acusar de asesino a Chávez había sido ese video trucado. Por obra de este montaje, celebrado por la SIP y premiado por los fascistas españoles, varios patriotas venezolanos fueron acusados de asesinos y encarcelados por una justicia cómplice por más de un año. Las pruebas de que era un video trucado en forma criminal se habían acumulado desde el primer momento, aunque la oposición se mostró siempre irreductible a la evidencia, sabiendo que ellos mismos, que sus amos los medios, eran autores de la farsa. Pero ahora se hizo al fin justicia. La misma justicia encarceló por rebelión a varios líderes tachirenses de la oposición, partícipes del golpe del 11 de abril. Genial, dos éxitos en uno. Ni un paso atrás. Derrota.

14. Luego, siempre tratando de tapar fracasos con nuevas acciones conducentes a otros fracasos, empezaron los nuevos –azos: el catiazo, el vargazo, el petarazo, el tachirazo, reuniones provocadoras cada vez más pobres en participantes, cada vez más escuálidas; aunque causaron, como ellos esperaban, nuevas muertes de gentes del pueblo afecta al gobierno y nuevas agresiones de parte de las policías fascistas que los apoyan. Decadencia creciente, cansancio de sus seguidores. Pero ¿qué importa? Ni un paso atrás. Derrota.

15. Se produce un secuestro, uno entre tantos, en el Táchira, en la zona fronteriza con Colombia: el de un dirigente de la oposición, el llamado cura Calderón, ex gobernador copeyano de ese Estado. La oposición arma un escándalo, sus ladridos se escuchan a través de la cloaca televisiva. ‘Este es un secuestro político, el gobierno está implicado, mientras no se demuestre lo contrario el gobierno es culpable.’ Se realizan marchas histéricas con consignas como ¡Chávez, suelta al cura! Todo un show. El gobierno no responde, trabaja con prudencia, y en cosa de un mes, mediante un cuidadoso operativo, rescata al ex gobernador, sano y salvo. La oposición se siente frustrada:

querían al cura muerto para acusar a Chávez; y su frustración aumenta cuando el rescatado dice que se trató de un secuestro del hampa común. Se les escapa un muerto (de paso, después de sus declaraciones, el cura quedó muerto para la cloaca mediática). Otro éxito de la oposición. Adelante. Ni un pas o atrás. Derrota.

16. Pero no fue Calderón el único en aparecer en esos días. La oposición trató de tapar su último fracaso con un nuevo show, esta vez no en la frontera sino en Colombia, aliada con la derecha militar del hermano país, refugio por cierto de Carmona. Salió en “El Espectador” de Bogotá una entrevista con un supuesto ex oficial de la aviación venezolana, supuesto ex piloto de Chávez. El entrevistado denunciaba hechos reveladores de las conexiones de la guerrilla de las FARC con el presidente venezolano. Fiesta en la oposición, histeria, denuncias, la cloaca mediática estalló de tanta mierda. Pero en dos días el montaje se les vino abajo. Todo era una farsa. “El Espectador” ofreció excusas al gobierno venezolano, y dando pruebas de una dignidad y de una ética que en el periodismo venezolano se perdió hace tiempo, el director del diario fue destituido. Sigue el éxito. Ni un paso atrás.

Derrota.

17. El jueves pasado, sabiendo ya que las firmas del Firmazo iban a ser declaradas inválidas por el CNE, la oposición llamó a un cacerolazo, acompañado de tomas de calle para defenderlas. El espectáculo fue realmente deplorable.

Cuatro pitos. La gente parece harta, no movilizaron a nadie. Una periodista de una de las cuatro jineteras acudió con su camarógrafo a la urbanización El Marqués, territorio escuálido, a mostrar imágenes del cacerolazo. No había nada que ver: sólo tres viejas histéricas gritando y moviendo unas banderas. Para que no se viera la calle vacía tuvieron que cerrar tanto la toma que se les convirtió en un grotesco close up: media nalga seca de vieja con la punta flotante de una bandera nacional. Ridículo total. ¿Qué importa? Ni un paso atrás. Derrota.

18. Y el último éxito hasta ahora: la decisión del CNE del viernes pasado declarando que las firmas del Firmazo son inválidas por extemporáneas y por otras razones y que la empresa ‘Súmate’ carece de representatividad. Apenas concluida la rueda de prensa del CNE, el líder de la Coordinadora Democrática, el gobernador de Miranda, dio un paso al frente. En medio de las tantas cosas que dijo, afirmó que la decisión del CNE era un éxito porque les permitiría ahora recoger la próxima vez, dentro de tres semanas, en una operación similar a la fracasada de febrero pasado, cuatro millones y medio de firmas para sacar a Chávez. Adelante, muchachos. Ni un paso atrás. Derrota.

Y es que definitivamente, la principal tragedia de esa oposición son sus dirigentes. No puede haber nada peor, nada más peligroso que la imbecilidad combinada con arrogancia y con el uso indiscriminado del poder mediático. Los ejemplos sobran.

Mendoza dice que la decisión del CNE es un éxito para ellos, al anularles las firmas, grita ‘Ni un paso atrás’ y se lanza con un programa de recolección de firmas aun más soberbio, y viciado por los mismos errores que cometieron en el Firmazo.

Dos días antes de la decisión, uno de los abogados de la Coordinadora Democrática, ex miembro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, proclama, como si estuviera vomitando sabiduría jurídica, una barbaridad del tamaño de una casa. Dice que los derechos humanos no pueden tener limitaciones formales. Analizar esta descomunal burrada merecería un ensayo. ¿Es que este abogado ignora el principio jurídico mediante el cual, cuando se concede un derecho se definen también las condiciones en que ejercerlo es válido? ¿es que el derecho a la libre circulación permite a cualquier ciudadano entrar a las casas de los demás sin permiso? ¿es que un votante puede votar varias veces en el mismo proceso electoral alegando que impedírselo sería ponerle limitaciones a su derecho al voto? Es más, ¿ignora este ‘jurista’ que todo derecho es formal, que incluso el derecho a la vida, el principal de todos, es no sólo una conquista social sino el producto de un contrato del mismo o rden entre la sociedad y los individuos? ¿o es que no nacemos con derecho a la vida gracias a esa formalidad? Imbecilidad combinada con arrogancia, porque lo más cínico de todo es que este rechazo de las formalidades que limitan el ejercicio de cualquier derecho lo hace alguien que cuando fue gobernador de Caracas durante el gobierno calderista le estableció todo tipo de limitaciones formales a los derechos humanos que ahora le preocupan, decretando zonas de seguridad e impidiendo las manifestaciones en determinadas áreas urbanas.

Y hace varias semanas, la gorda que preside Fedecámaras, a la que algunos jodedores llaman ‘la sensual mulata’, declaraba, en una larga entrevista que le hiciera “Ultimas Noticias”, que si se balanceaban los pro y los contra, el paro patronal de diciembre-enero había sido un éxito. Sí, un éxito. Insólito. Por supuesto no pienso en los costos para el país ni en la criminal destrucción del patrimonio nacional. No, eso, a los empresarios golpistas que ella representa, no les interesa en absoluto. Pienso en los intereses que ellos defienden. El paro fue un éxito, dice, pesó más lo positivo que lo negativo. Esto es, ellos querían perder poder, aumentar el poder del gobierno. Porque el resultado del paro fue la pérdida para ellos del control de PDVSA, la crisis de Fedecámaras y de su sierva la CTV, la quiebra y el endeudamiento de numerosos empresarios, la adopción por el Estado de un control de cambios que les impide a ellos seguir desangrando el país y que les obliga a tramitar el manejo de dólares ante un organismo hasta ahora incorruptible, la acentuación de los controles tributarios y la puesta en práctica de una política de evasión cero, el inicio de un proceso de parte del Estado para desarrollar cooperativas, para enfrentar las roscas que ellos encarnan, incentivando la producción interna de alimentos. Si todo eso le parece a esta señora positivo, ¿Qué coño hace en la oposición? La pregunta que cualquiera tendría que hacerse, oyendo o leyendo estas declaraciones (y estas son sólo una muestra reciente) es: ¿cómo pueden razonar de este modo gentes que pretender dirigir a otros? ¿dónde tienen el cerebro, en el hígado, en el trasero? ¿o es que creen de verdad que las gentes a las que dirigen son idiotas? Definitivamente, si todos esos rotundos fracasos son éxitos para esos dirigentes, sólo hay dos explicaciones posibles: o es que intentan a su manera torpe e imbécil, la única de que son capaces, apoyar y fortalecer a Chávez, pues esto es lo que han logrado; o es que su verdadero objetivo, su único objetivo, es la derrota.

Y asombra que sus seguidores no se hayan percatado de ello. Porque es increíble que gente que se dice inteligente pueda seguir a semejantes pseudo líderes, es increíble que no se alcen contra ellos, que no los echen a patadas, que no los linchen. Pero no, por obra embrutecedora de la televisión (los dueños de los medios son los verdaderos dirigentes, los otros son sus hechuras, sus monigotes desechables), los militantes de la oposición los siguen, los aclaman, como borregos; a cada llamado que les hacen los medios salen con pitos, cacerolas y banderas, a masturbarse mentalmente creyendo que Chávez ya ‘se va, se va’; y cada vez que alguno de estos pseudo dirigentes se asila después de un fracaso porque tiene un auto de detención, acuden a las embajadas a gritar ‘Ni un paso atrás’. Es cierto que son cada vez menos, que los fracasos y desastres sucesivos han ido dejando huella, que los llamados de la desprestigiada y mentirosa TV y de esa jauría de misera bles perritos falderos lameculos de sus amos en que se ha convertido la mayoría de los periodistas venezolanos son cada vez menos efectivos. Pero son todavía demasiados los que acuden.

Venezuela, como toda democracia, necesita una oposición. El mismo proceso de cambios que se lleva hoy a cabo en el país lo requiere. Sería una garantía de control, de crítica, de denuncia incluso de errores y posibles delitos. Pero una oposición de verdad, una oposición seria. No este bodrio, con estos dirigentes mediocres, con estos pobres diablos, imbéciles y engreídos. Una oposición que entienda antes que nada que este país cambió, que ya no hay vuelta atrás. Una oposición realmente nacional, patriótica, venezolana, que no crea que lo es porque se envuelve en banderas tricolores y aturde a los habitantes de las urbanizaciones de clase media con grabaciones a todo volumen de un himno nacional cuya letra en realidad ignoran. Ojalá sea posible. Pero ello depende de que esos miles de opositores que aún actúan como dóciles borregos, despierten, reaccionen contra el engaño mediático, se deshagan de esos líderes fracasados que les ha fabricado la televisión y que los han llevado de derrota en derrota diciéndoles que son victorias, y forjen nuevos líderes que se ciñan realmente a la Constitución y a las leyes del país.


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Vladimir Acosta / Rebelión

Historiador y analista político. Moderador del programa "De Primera Mano" transmitido en RNV. Participa en los foros del colectivo Patria Socialista

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