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El Orinoco se tornó de rojo: Apoteósico apoyo popular a la Revolución Bolivariana

El pueblo venezolano demostró una vez más su fortaleza y su compromiso bolivariano revolucionario. El pasado 23 de agosto se escribió una gloriosa página para la historia de este bravo pueblo. La concentración humana más grandiosa que jamás se haya realizado en el país convirtió a Caracas en un río de gentes con numerosos afluentes de color púrpura.

La celebración del tercer aniversario del Gobierno Bolivariano fue la ocasión para demostrar el apoyo mayoritario dado por las y los venezolanos al proceso de cambios necesarios que se adelantan en el país y un claro mensaje a los sectores oligárquicos nacionales e internacionales sobre la voluntad del pueblo venezolano de construir un presente y un futuro de felicidad y bienestar en paz y en democracia.

La importancia de esta concentración que congregó a cerca de dos millones de personas radica en que aconteció en momentos en que se pretende instaurar en el país una realidad virtual mediática según la cual el proceso bolivariano "perdió la calle" y que atribuye a los sectores de "oposición" un 75% de la intención de voto y unos 6.5 millones de votos a su favor en un eventual referendo revocatorio del mandato presidencial (encuestas no afiliadas a sus intereses les otorgan sin embargo, alrededor de un 30% de la intención de voto y no más de tres millones de votantes). Cabe destacar que la población venezolana es de cerca de 24 millones de habitantes y que la población electoral es de unos 12 millones de potenciales electores(as).

¿Cómo intenta la oposición mediática transfigurar la realidad?

Se sirven de empresas encuestadoras que forman parte activa de la "oposición" y que en la división del trabajo conspirativo y desestabilizador asumen la función de "asesoras" y "constructoras de imagen", está de más decir que las campañas de descrédito y de desinformación están a la orden del día. Para esas empresas la realización de encuestas excluye deliberadamente a los sectores ya históricamente excluidos por la oligarquía: las y los campesinos, las y los indígenas, las personas que habitan en las barriadas segregadas de las ciudades; las encuestadoras "no suben cerro", y eso lo sabe el pueblo. También es conocido que en muchos casos las encuestas son realizadas vía telefónica, cabe preguntarse ¿cuántas familias venezolanas disponen de servicio telefónico en sus hogares?

Pero más importante que las empresas encuestadoras son las empresas mediáticas de radio, televisión y prensa escrita, auténticas protagonistas de las estrategias golpistas contra el pueblo y la democracia venezolana.

Ejemplo de la parcializada cobertura mediática de las manifestaciones políticas en las calles de Venezuela es el uso de técnicas de cámara para acrecentar las dimensiones numéricas de las manifestaciones "opositoras", las cuales son previamente aupadas mediante operativos especiales de 24 horas por los servicios comerciales de difusión de informaciones, devenidos en agencias de propaganda y publicidad.

Los asesores de la "oposición" les recomiendan escoger callejuelas muy angostas y de pocas cuadras para realizar sus manifestaciones en los sectores populares, siendo esta la única posibilidad de garantizar un "lleno total" siempre anunciado. Asimismo, se escogen autopistas y avenidas que presenten curvas para dar la impresión de que al traspasar la curva hay "millones de personas" cuando en realidad la manifestación suele debilitarse justo al borde de la curva de la vía en cuestión. Otro "truquito" es el de concentrar personas en los distribuidores de las autopistas y grabar las imágenes "multitudinarias", dando a entrever que toda la vía está llena, cuando en realidad la autopista está vacía; al respecto, quedará para la posteridad un video en el cual aparece el gobernador golpista del estado Miranda diciendo algo así como que "aquí habemos más de un millón" desde una manifestación de pocos miles de personas concentradas alrededor de los distribuidores, lo curioso es que las plantas televisivas nunca presentaron imágenes de toda la autopista. No contaban con una toma aérea realizada desde un helicóptero que al mostrar el vacío de la autopista les desbarató su trampa mediática ilusionista.

Las manifestaciones bolivarianas: invisibles para los medios comerciales ...

Las expresiones de calle en las cuales el pueblo venezolano respalda masivamente a su Gobierno y a su proceso bolivariano -del cual es protagonista-, no son anunciadas con días de antelación por campañas propagandísticas y publicitarias, por lo general no son transmitidas ni publicadas en vivo ni a posteriori, por lo tanto no han existido para las personas que dependen de los medios comerciales de difusión para informarse. Sólo algunas de las marchas y concentraciones masivas que cuentan con la presencia del ciudadano Presidente son cubiertas, eso sí, cuidándose mucho de que las tomas de cámara tengan el ángulo y enfoque adecuados para disminuir la magnitud del evento.

Sin embargo, las manifestaciones bolivarianas son -como lo señaló en su discurso en la concentración del 23 de agosto el Presidente Chávez- inconmensurables. No se pueden comparar con las ordenadas y disciplinadas manifestaciones "opositoras", instruidas sobre la "ocupación adecuada" del espacio (la densidad por metro cuadrado incluida) y sobre la "imagen adecuada" de las personas (bien "armadas" de símbolos patrios que ni la oligarquía ni las clases medias -que hasta hace muy poco se ataviaban con la bandera estadounidense para lucirla en sus ropajes y vehículos- han sentido como propias, hasta que algún asesor recomendó que a los "chavistas" había que "quitarles los símbolos", como si se tratara de propiedades susceptibles de ser "quitadas" y no de símbolos compartidos por todas y todos.

El esfuerzo por apropiarse símbolos patrios ha degenerado en la comercialización banalizante de la bandera nacional, todo una industria concebida para hacer un negocio que mueve grandes sumas de dinero en producir, distribuir y vender banderas, franelas, trajes de baño, collares, sombreros, viseras, zarcillos, pulseras, carteras, bolígrafos, calcomanías y cualquier otro producto imaginable -burda imitación del estilo gringo consumista y frívolo- para ataviarse y demostrar -en un afán indudablemente neurótico- que "la bandera ha sido recuperada", y ya no le pertenece a "los chavistas". No entienden que el pueblo bolivariano lleva la bandera en su corazón y no la envilece convirtiéndola en una moda pasajera.

Similar exabrupto ha venido pasando con el himno nacional, ya que han tenido que enseñar a sus seguidoras y seguidores su letra completa; insólito: la "gente culta" que sigue a la "oposición" desconoce la letra exacta del hinmo nacional en mayor proporción que la gente sencilla del pueblo; han tenido que montar ensayos previos a los actos políticos programados para asegurarse que la lección ha sido aprendida, así las y los seguidores cantan el himno nacional justo cuando reciben la orden de hacerlo, al momento en que las cámaras y el sonido están preparados para captarles y transmitirles por todo el mundo. Parecido a como hacen los programas de "Sábado Sensacional": le dicen al público cuando deben aplaudir a sus "estrellas", en qué intensidad deben hacerlo, qué deben decirles en coro etc., para que el espectáculo sea todo un éxito... Nada más que una pose, un cascarón vacío...

Pero volvamos al asunto que nos ocupa, aclarar el carácter inconmensurable de las manifestaciones bolivarianas, al respecto, baste con percatarse que en el transcurso de un día, una concentración bolivariana se reedita más de una vez en el mismo lugar con gentes distintas, considerando que van y vienen oleadas de gentes que estando en el mismo sitio a la misma hora no cabrían. Quienes han presenciado dichas concentraciones saben por ejemplo que cuando apenas arriban grupos de personas, hace horas que otros grupos de personas arribadas desde temprano han regresado a sus hogares a descansar, en Caracas o hacia el interior de la República. En realidad se trata de varias concentraciones sucesivas. Tampoco es un secreto que las concentraciones bolivarianas desbordan los sitios previstos para su realización, volcándose hacia calles, avenidas, plazas y bulevares contiguos, imágenes que en ningún caso son cubiertas o reseñadas mediáticamente. Es parte de un desorden festivo disfrutado por las y los participantes de manera desenfadada.

Las expresiones de calle del pueblo bolivariano no son susceptibles de ser ordenadas ni disciplinadas bajo ningún entrenamiento propicio a la manipulación mediática, en primer término porque una mayoría no requiere de tal manipulación para demostrar su condición de tal, en segundo término porque esa práctica empañaría el carácter festivo y espontáneo de los eventos.

Una primera página de un diario publicó la imagen de una botella de alguna bebida alcohólica abandonada a la orilla de la avenida Bolívar para reducir la magnitud del evento y seguir nutriendo el estigma y el desprecio contra el pueblo; no advierte ese diario una realidad incuestionable: el altísimo consumo de cocaína y otras drogas entre las clases medias -fundamentalmente entre las personas más jóvenes de ese segmento de la población- representa un serio problema de salud pública, invisibilizado intencionalmente para no herir susceptibilidades ni deteriorar la imagen de "gente decente" tan promovida en los medios para referirse a las y los seguidores de la "oposición". Baste recordar el inmenso consumo y tráfico de drogas y de prostitución en que se convirtió la toma de la Plaza Francia de Altamira, a la cual asistían traficantes de drogas de distintos sectores de Caracas y de sus alrededores a vender su "mercancía".

Vanos fueron los intentos de empequeñecer la histórica concentración bolivariana en la avenida Bolívar y sus alrededores, y la magnitud de las dos marchas principales programadas y de las decenas de pequeñas marchas espontáneas que en el transcurso del día salían de las barriadas y urbanizaciones populares caraqueñas y del servicio de transporte subterráneo para converger en la concentración principal.

El sol no se puede tapar con un dedo. Los cálculos de un diario que "determinó" que la marcha de la "oposición " tres días antes fue 11,3 veces mayor, sólo pone en evidencia el grado de desesperación de los medios cada vez que les toca enfrentar la realidad en las calles, no quedándoles más que inventar mentiras acomodaticias y autocomplacientes. Recordemos que hace pocos meses una manifestación de seguidores y seguidoras de la "oposición", cubierta por agencias internacionales de noticias -en nada favorables al proceso bolivariano-, reportaron en esa oportunidad una concentración, estimada por la Agencia Francesa de Prensa en tres mil personas y en diez mil personas por la agencia Reuters, mientras los "cálculos" siempre peculiares de los voceros de la "oposición" y de sus medios de información hablaban de una asistencia de "más de medio millón de personas"; es pertinente preguntarse ¿quién miente?

La concentración bolivariana de este 23 de agosto en la avenida Bolívar sólo tiene parangón con dos marchas-concentraciones bolivarianas anteriores: la celebración del primer aniversario del retorno a la democracia -tras el derrocamiento de la dictadura "carmonista"-, el 13 de abril, y en ocasión de conmemorarse un aniversario más de la caída de la dictadura "pérezjimenista" que dio inicio a la democracia formal en Venezuela; ambos eventos fueron igualmente tergiversados por los medios comerciales.

Sólo le queda a la "oposición" un cuarto puesto en el tamaño de las mayores manifestaciones de calle realizadas en Venezuela, se trata de la tristemente célebre marcha del 11 de abril de 2002, lanzada irracionalmente al asalto del Palacio de Miraflores, pasando a la historia como uno de los actos de mayor barbarie, intolerancia y violencia política en el devenir de la democracia venezolana; en dicha oportunidad, la "gente decente" que dirige a la "oposición" se hizo acompañar de grupos armados y francotiradores, destrozando todo a su paso, utilizando para ello todo tipo de herramientas y procurando el enfrentamiento cuerpo a cuerpo con la fuerza pública y los manifestantes pacíficos que procuraron resguardar el Palacio de Gobierno. Ese evento marcó un hito en la decadencia de quienes adversan al proceso bolivariano, dejando dolor y muerte tras su retirada.

Los hechos indican que mientras la afluencia de personas a los eventos de calle bolivarianos crece en cada nueva convocatoria, de nada sirvieron los intentos de evitar el arribo a Caracas llenando las autopistas que conducen a la ciudad de clavos y tachuelas y poniendo aceites en esas vías.

En contraste, los eventos de calle convocados por la "oposición" tienden a decrecer -a pesar de todo el esfuerzo mediático-, de hecho, la fatídica marcha golpista del 11 de abril ha sido el tope histórico de convocatoria "opositora", quizás nunca más puedan realizar un evento similar, es ese uno de los fantasmas que más les atormenta, debido a su obsesión neurótica por el número, sirviéndose para ello de la imagen televisiva, de la estadística y de la matemática; en el manejo interesado de esas disciplinas están demostrando ser invencibles: nadie les supera en el oficio de "maquillar" la realidad con los números. Son las miserias de la "mediocracia" y la "encuestocracia" tratando de transfigurar la realidad.

Sin embargo, insurge una realidad imbatible: el pueblo en la calle desmorona cualquier "cálculo" destinado a reducirlo, a medirlo, a calificarlo..., su vitalidad festiva y armónicamente desordenada es sólo comparable a la fuerza del río Orinoco cuando desborda sus aguas desparramadas por la llanura, inundándola, dejando fertilidad tras su retirada.



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