Diálogo con Aleida Guevara March, la hija del Che.

El hombre nuevo no es nunca un ser humano acabado

"El hombre nuevo no es nunca un ser humano acabado"

(Diálogo con Aleida Guevara March)

Por Néstor Kohan


Ellos lo adoptaron como guía. Cada uno con su historia a cuestas.
Cada una desde un ángulo diferente. Algunos pintaban en las paredes "Patria
o muerte". Otros, en cambio, "A vencer o morir por la Argentina". Pero todos
y todas, a pesar de los matices, más allá de las discrepancias, tenían algo
en común: el amor por el Che Guevara.

El Che encarnó el sueño colectivo de una sociedad mejor y de una revolución
en la que creyeron y por la que lucharon nuestros 30.000 compañeros
desparecidos. Y no sólo ellos, los que ya no están pero, tercamente, siguen
estando. También aquellos que lograron sobrevivir a la dictadura de 1976,
desde el exilio externo o la resistencia interna. Y las nuevas generaciones,
que no vivieron en aquella época pero comienzan a conocerlo hoy con
renovadas esperanzas y con nuevos proyectos de cambios radicales. Gente
joven que ya no confía en los políticos del sistema, en los militares cuyos
prolijos uniformes están manchados de sangre, en los comunicólogos del poder
ni en los empresarios que hundieron al país. Nuevas camadas que ya no toman
en serio a los antiguos militantes de aquellos años que se han quebrado, que
se han pinchado, que se han cansado y que terminaron rindiéndose a la
tristeza de una vida mediocre y rutinaria.

El Che Guevara, maestro y hermano mayor de nuestros compañeros
desaparecidos, tenía en mente regresar a la Argentina. Desde el primer
momento de la revolución cubana. Ese era su proyecto estratégico dentro del
cual se inscribe la experiencia insurgente de Bolivia, como parte de la
revolución continental. No pudo concretarlo físicamente, pero de todas
formas llegó a su destino. Su impacto, su influencia, el eco de su
pensamiento, su ejemplo y sus ideas se prolongaron y se siguen prolongando
en su tierra natal. Fundamentalmente en esta época, cuando el neoliberalismo
ingresa en su crisis terminal y nuevas oleadas de jóvenes, de la mano de la
rebelión popular del 19 y 20 de diciembre de 2001, se acercan a la política
con los ojos bien abiertos y en busca de un nuevo proyecto de vida.

Para encontrarse precisamente con esos jóvenes, con esos miles y
miles de jóvenes que hace menos de un mes lo recibieron a Fidel con un
entusiasmo que hacía tiempo no se veía, Aleida Guevara March, la hija del
Che, ha venido a la Argentina.

Pero Aleida -Aliucha, como le decía su papá- no es sólo la hija
del Che Guevara. Esta compañera cubana que tiene dos hijas -una de 13 y otra
de 14 años- es médica, especializada en alergia en pediatría, aunque durante
diez años ha sido pediatra general.

Tampoco es únicamente médica. Además, es una internacionalista
que participó un año (1983-1984) del proceso político que se abrió en
Nicaragua con el triunfo de la revolución que derrocó a Somoza y estuvo dos
años en Angola (1986-1988), durante la época de la guerra contra los
racistas sudafricanos del apartheid.

Como cubana, como médica, como internacionalista y también como
hija del Che, Aleida Guevara March clausuró junto a Hebe de Bonafini y las
Madres de Plaza de Mayo las Jornadas "Che Guevara para el siglo XXI" que
acaban de concluir en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo.

Todavía nos duelen los ojos por todo lo que lloramos con la emoción de ver a
esas madres endurecidas por la historia argentina rodear, abrazar, besar y
regalarle flores con devoción a la hija de quien fuera el maestro de sus
hijos desaparecidos. Aquel mismo que les enseñó (y que nos enseña) que "en
una revolución se triunfa o se muere, si es verdadera". Aquel mismo que les
dijo (y que nos dice), con una voz serena, pero que llegó a miles de odios
receptivos: "las burguesías autóctonas han perdido toda su capacidad de
oposición al imperialismo -si alguna vez la tuvieron- y sólo forman su
furgón de cola. No hay más cambios que hacer; o revolución socialista o
caricatura de revolución".

El siguiente diálogo tuvo lugar en la mañana de ese mismo día (el 19 de
junio) en que Aliucha fue recibida como una nueva hija y como una hermana en
la Universidad Popular de las Madres.

Néstor Kohan: Actualmente, el movimiento mundial contra la globalización
capitalista reclama “otro mundo es posible”. ¿Qué tiene que ver el Che
Guevara con ese "otro mundo posible"?

Aleida Guevara March: ¡Mucho! La cuestión no reside en hacer lo que alguien
hizo en una época determinada y en un momento determinado sino en tener esa
posibilidad. Hay otra forma de llegar a los cambios. Es como si tú dijeras:
"hay varias vías de cambio. El Che tomó por una". Hasta ahora
-desgraciadamente- es la única que tiene mayor efectividad. Digo
"desgraciadamente" porque la guerra siempre es cruel para cualquier persona
pero, en definitiva, a veces, no nos queda otra alternativa.

A mí me pasó una cosa muy importante. Un día llegué a Brasil.
Conocí al Movimiento Sin Tierra (MST) y vi la pobreza que existe en muchas
partes de Brasil. Es la indignación que tú sientes como ser humano. Me
pregunto: ¿Cómo es posible en un pueblo donde hay tanta riqueza, tanta
tierra tan fértil, donde todo lo que tú puedas plantar, crece, que haya
tantas personas con hambre y con necesidades? No me cabe en la cabeza. Y
cuando fui viendo todas estas cosas: niños en la calle, niños con droga y
muriendo en la calle la indignación fue creciendo. En un momento yo me dije:
no se puede seguir así, hay un límite para la paciencia y para la
posibilidad de soportar del ser humano. ¡Hay un límite! Pero luego me puse a
pensar: caramba yo estoy formada en el seno de una revolución socialista,
tengo un nivel cultural, soy una profesional, es posible que yo piense así
por la educación recibida…Pero cuando fui a Río Grande conocí la historia de
Rosa. Una mujer simple del pueblo brasileño que no tenía mi nivel cultural
-prácticamente era analfabeta-, que no tenía mi ideología, que no estaba
formada en una revolución socialista, pero Rosa dijo exactamente lo que yo
había dicho. "¡Es preferible morir defendiendo la tierra a morir de hambre!"
Y así lo hizo. Eso me conmovió. Porque no importa ni tu nivel cultural, ni
tu ideología, ni donde hayas nacido: eres un ser humano y tienes un límite.
Llega un límite a partir del cual ya no puedes soportar que acaben con tu
vida, que no haya posibilidades para tus hijos, y ella, Rosa, me lo
demostró.

En ese sentido me acordé de la presencia innegable del Che. No sólo en
América Latina sino en gran parte del mundo que hoy aparece como
"globalizado". ¡Se pueden hacer cambios! ¡Es necesario intentarlos! Por lo
menos intentarlos…Sentirte satisfecho en el sentido de que has hecho algo
para que tus hijos vivan en un mundo mejor. Yo pienso que este hombre, el
Che, nos enseña que se pueden hacer muchas cosas.

N.K.: Vos hablás del límite y de la indignación. Estás hablando de los
valores y de la ética como motor de la acción. Cuando visitó recientemente
la Argentina, Fidel dijo algo parecido: "Calidad de vida no es consumir más
ni tener más dinero, sino que calidad de vida es dignidad, patriotismo,
autoestima". De nuevo el tema de los valores en primer lugar ¿Pudiste ver
por televisión ese discurso que tanto nos conmocionó a los argentinos?

A.G.M.: Cuando Fidel estuvo en Argentina, yo estaba en Ecuador. Estaba
trabajando como médica en Esmeralda, que fue una de las cosas más lindas que
me ha pasado en los últimos años. Fue muy poquito tiempo, cinco o seis días.
Pero fue una experiencia extraordinaria: tratar de ayudar a un niño, volver
a América latina, yo había vivido un año en Nicaragua como médica. Fue una
experiencia muy, pero muy especial. Pienso repetirla en algún momento.
Entonces no pude oir ni ver directamente aquel discurso famoso de Fidel
porque en Ecuador no se transmitió. Sin embargo un periodista de Argentina
intentó contactarse conmigo y no se pudo. No obstante, en Cuba he visto
cosas al respecto. El 14 de junio hablé con Fidel. Me habló del viaje a
Argentina, de lo entusiasmado que él se sintió por el recibiendo, por el
calor humano, sobre todo por los jóvenes. Me dijo que le llamó mucho la
atención esa acogida juvenil. Se sintió muy bien, de verdad, se lo veía
feliz cuando hablaba de su viaje a Argentina.

Para mí es doble satisfacción. No sólo como latinoamericana, en
definitiva, sino también porque este hombre, Fidel, es como un padre para
mí. Entonces el hecho que me lo traten bien, pues me da mucha alegría.

N.K.: En ese discurso Fidel habló bastante del Che como ejemplo para la
juventud. ¿Qué sentís vos cuando te enterás o leés o escuchás que Fidel le
habla a la gente joven de tu papá?

A.G.M.: Mira, yo tuve que escribir el prólogo del libro Pasajes de la guerra
revolucionaria: Congo [El diario inédito del Che. Buenos Aires,
Sudamericana, 1999]. Para hacerlo, me senté esa vez varias horas con Fidel.
Porque yo quería una información de primera mano.

N.K.: Allí, al comienzo, hay una carta inédita de Fidel al Che.

A.G.M.: Exacto. Le pedí a Fidel permiso para publicarla, él me lo concedió.
Pero en definitiva lo que más me gustó fue esa conversación porque hacía
rato que no nos veíamos así y tuve la oportunidad de decirle: "mira, tío,
cuéntame algo de mi papá".

N.K.: ¿Vos le decís "tío" a Fidel?

A.G.M.: Sí, de toda la vida le digo tío. Le dije: "A ver cuéntame algo de
papi, todo el mundo dice que ustedes, que si discutían, cuéntame alguna
discusión entre ustedes dos". Y entonces él me contó que cuando ellos caen
presos en México, tío le dice a todos los compañeros que nadie puede hablar
de su filiación política. ¡Nadie!.

N.K.: Y el Che dijo que él era marxista.

A.G.M.: Bueno, tío me dice: “¿Qué crees que hizo tu papá?” No solamente dijo
que era marxista…además discutió con el esbirro [el policía] que lo tenía
preso sobre la personalidad de Stalin. Y tío me dice: "A ver ¿qué hago con
tu papá?" [risas] "Claro, nos dan la libertad a todos y el único que se
queda preso es tu papá. Dime: ¿qué hago? En ese momento quería discutir,
pero cuando lo vi y me dijo que no podía mentir ¿sabes qué? Lo entendí.
Porque tu papá era así. No podía mentir ni siquiera en esos momentos. Y lo
entendí. No hubo una discusión. Yo iba molesto porque no se había cumplido
una orientación y él estaba pagando las consecuencias. Pero cuando hablé con
él, y le miré a los ojos, y me dijo con esa simple expresión: «No puedo
mentir» ya la cosa fue tranquila ¿Qué le vamos a hacer? Él es así". Y mi tío
se sonreía cuando me contaba todo esto.

Fue muy bonito para mí porque él empezó a contarme cosas de mi
papá, pero no se daba cuenta: ¡Estaba hablando de mi papá en presente!
Entonces yo me empiezo a sonreir y él me mira y me dice: "¿De qué te
sonríes?". Yo le contesté: "Me río de ti". Y entonces me dijo Fidel: "¿Cómo
que te ríes de mí?". Yo le respondí: "Sí, tío, tú no te das cuenta pero
estás hablando de papá en presente. Y a mí me da la sensación de que mi papá
va a entrar en cualquier momento por la puerta". Y él me dijo: "Lo que
sucede es que tu papá está presente". Fue una cosa muy especial para mí, muy
bonita.

La cuestión es la siguiente: hay veces que se cumple lo que José
Martí decía: la muerte no es verdadera, cuando tú has cumplido bien la obra
de la vida. Quedas en tu gente, de esa manera. El que Fidel le hable a la
juventud de un hombre que tiene muchísimas similitudes con él mismo es bien
bonito. Porque habla del ejemplo de este hombre, hasta dónde ha llegado su
propia generación, hasta dónde han llegado sus propios amigos. Pero además,
de este mismo hombre que habla con esa calidez humana, con esa sencillez de
un amigo que está presente siempre. Es muy lindo. De verdad, a mí me
conmueve siempre.

N.K.: En muchas biografías siempre se intenta focalizar la mirada del lector
en supuestos conflictos de Fidel con el Che, también se afirma que el Che se
va de Cuba por sus peleas con Fidel ¿Cuál es tu opinión al respecto?

A.G.M.: Hay una cosa importante que papi dice en este libro sobre el Congo.
Tú sabes que cuando Fidel lee la carta de despedida, en el Congo hay cubanos
con mi papá. Y ellos se sienten un poco "traicionados". Mi papá lo describe
y lo dice en el libro. Porque habrán dicho: "Nosotros hemos venido hasta el
fin del mundo con este jefe cubano, y resulta que este jefe se nos va, es
decir, que se despide de nosotros y nos deja ¿cómo es esto?". Para los
compañeros cubanos que estaban allí fue difícil entender esto en un primer
momento. Después se dieron cuenta de que era simplemente una liberación a
Cuba de cualquier responsabilidad por los hechos futuros. Pero en ese
momento fue difícil para un cubano entender que tu jefe, con el que tú estás
combatiendo en otras tierras del mundo, se despida de tu patria.

Esto provocó en la gente distintas reacciones. Unos de
admiración, porque este hombre renuncia a su puesto de ministro y vuelve al
combate. Pero no podían dejarlo pasar los enemigos de la revolución cubana.
Y lo utilizan, desde aquel primer instante, como si hubieran habido
diferencias entre Fidel y el Che. Es decir que a esta gente mediocre, a esta
gente oportunista, no se les ocurre que haya hombres con capacidad tan
grande de amar que puedan renunciar a sus propias vidas como seres humanos
en beneficio de otras personas. Eso no les cabe en la cabeza.

Yo siempre digo: la gente que admira al Che, que lo respeta,
¿puede pensar tan mal de él en el sentido de que un hombre se va de un país,
se va molesto con el jefe de ese país y deja a sus hijos y a su mujer
detrás? ¿Cómo es posible esto? ¿Qué clase de calidad humana tendría mi padre
si se va él bravo [enojado], molesto, y deja detrás a sus seres queridos?
Sería degradar por completo al Che como persona. Ya por allí esto no tiene
una base sólida. ¡Hay que pensar un poco más de lo que te han enseñado a ver
todos los días en la prensa o en la televisión! Hay que pensar, simple y
llanamente, como ser humano, como persona que siente y que tiene necesidades
de amar.

En ese sentido hay que darse cuenta que tú eres el único que te pones
limitaciones para la vida misma, tú eres el único que estás pensando en tu
casa, en tu carro, en tu televisión, en tus hijos para la universidad
futura, pero te limitas a pensar simplemente en ti y en ese pequeño entorno
y no te das cuenta que seguimos siendo personas sociales y que seguimos
viviendo en comunidad. Y que tú hoy puedes seguir teniendo estas riquezas
porque hay otros hombres viviendo muy mal y a los que están explotando
continuamente para que tú vivas un poco mejor. Cuando te das cuenta de esa
realidad, que es este mundo brutal, y tomas conciencia, ya no puedes
disfrutar de tu casa, tu TV, tu carro, sino que quieres que haya mucha más
gente que tenga por lo menos la posibilidad de vivir con dignidad.

En ese sentido creo que hay que luchar. Está demostrado. No cae
nada del cielo. ¡Hay que luchar! Si quieres tener las cosas que quieres,
tienes que luchar. El Che era conciente de estas cosas. No podía vivir feliz
en un hogar establecido, con amor, con ternura, con las cosas materiales –no
lujosas, pero sí estables- si había personas, muchas mujeres y muchos
hombres que necesitaban lo mínimo para vivir y no lo tenían.

El Che no era un dios ni se consideraba un dios. El hombre tiene
la capacidad de soñar.

N.K.: Tampoco era un "superhombre".

A.G.M.: ¡No! Sucede simplemente que tú tienes la capacidad de soñar pero
además tienes la capacidad de hacer realidad esos sueños. Eso es lo que nos
diferencia de las demás especies que hay en el planeta. No solamente soñamos
sino además somos capaces de hacer realidad esos sueños. Él intentó hacer
realidad el sueño de un mundo mucho mejor, como empezó esta entrevista. En
ese sentido hay que trabajar. Hay distintas vías, siempre, él escogió la que
pensaba que en ese momento era la más eficaz y, desgraciadamente, no hemos
demostrado que haya otra más eficaz que esa. Por eso hizo lo que creía que
tenía que hacer. En ese sentido, Fidel no hace lo mismo porque su compromiso
con el pueblo de Cuba es mayor y no puede hacerlo. Pero sino le hubiera
gustado. Son hombres muy similares en esas cosas. Ellos, los dos, tenían y
tienen el sueño de un continente unido. Esto no es de Fidel y el Che. Es de
Bolívar, O’Higgins, Sucre, San Martín. Son muchos hombres los que han
tratado durante toda la vida de que la gente se dé cuenta que nuestras
fronteras son, prácticamente, artificiales. Desde mucho tiempo antes de que
llegaran los españoles ya eran artificiales, pero a partir de ellos, más
todavía. Hay un pueblo con raíces culturales e idiosincrasias muy parecidas
desde el río Bravo hasta la Patagonia. Somos un continente y podemos vivir
como un gran pueblo. Pon el ejemplo de las Malvinas. Cuando ocurren los
hechos de las Malvinas, ¿cómo nos comportamos los cubanos, que vivimos un
una islita allá arriba? ¡Queríamos venir a apoyar al pueblo argentino a todo
lo que diera!

N.K.: Para apoyar al pueblo, no a la dictadura militar.

A.G.M.: ¡Al pueblo! Hablo de "pueblo" fíjate. Porque las Malvinas no
solamente fue un problema político y militar, sino que tocó las raíces de un
pueblo. Y nosotros activamos todos nuestros sentimientos en relación a los
sentimientos del pueblo argentino. Es lo único que nos importa siempre.
Nunca los gobiernos. Los gobiernos vienen o van, el pueblo queda. En el
pueblo es en quien pensamos, con ese pueblo es con quien queremos seguir
trabajando y con quien queremos seguir unidos. Esa es una realidad.

Piensa: ¿dónde se toca muchísimo tango, en este continente? En
La Habana. En La Habana se dice tango, se dice Argentina, se dice Libertad
Lamarque, toda una serie de cosas que son también nuestras, de los cubanos.

N.K.: Tendrían que llevar también el rock argentino.

A.G.M.: Bueno, también se oye. Fíjate que se oye mucho a Fito Paez. Es muy
conocido, así como también León Gieco. Y en el folklore "la negra" Mercedes
Sosa. Todos ellos hacen levantar al pueblo. Cuando ellos cantan, el pueblo
cubano se siente identificado. Son pequeñas muestras de cómo podemos
comunicarnos, pero perfectamente bien. Tenemos cosas muy similares a nivel
continental.

N.K.: Vos hablás de la revolución cubana como un proyecto continental…por
eso hablás de Bolívar, de Martí, de San Martín. Ahora bien, cuando el Che y
sus compañeros van a combatir a Bolivia, muchas biografías sugieren que Cuba
los abandonó ¿qué pensás de ese tema?

A.G.M.: En primer lugar, aquel que dice eso no tiene idea de lo que es una
guerrilla. Simplemente se deja manipular por una información malhabida, que
es bastante numerosa y que circula mucho en nuestros medios. Si alguien
conoce de guerra de guerrillas sabe que es independiente de cualquier país y
de cualquier gobierno. No puede depender de ningún lugar. Es una guerra de
guerrillas, un grupo de hombres que decide hacer una actividad independiente
de cualquier tipo de Estado. Es lo primero que se decide. Cuba no puede
estar en comunicación directa con este grupo guerrillero. Sin embargo lo
estuvimos. Hasta el último momento el Che y Fidel tienen contactos. ¡No como
jefe! Sino como amigos, como hermanos, con el fin de informarse. En esa
guerrilla hay un grupo de cubanos. Acuérdate que hay sentimientos muy
fuertes en mi pueblo, al punto tal que treinta años después de muertos estos
compañeros, se nos dio la posibilidad de buscar sus restos y el pueblo
cubano, en plena crisis económica, en pleno período especial, se gasta lo
que haya que gastar para buscar estos restos. Ni siquiera a estos hombres, a
los restos de esos hombres. ¿A alguien se le puede pasar por la mente que
ese pueblo (y subrayo "ese pueblo") podría abandonar a alguien? ¿Qué hemos
hecho con el niño Elián? ¿Qué estamos haciendo con nuestros cinco compañeros
presos en EEUU? ¡Nunca hemos abandonado a nadie! Es un pueblo que sabe lo
que significa cada uno de sus hombres, cada una de sus mujeres, cada uno de
sus niños. Es un sentimiento que es muy viejo en una pequeña islita que está
aislada por el mar esa sensación de que tienes que ser solidario, tienes que
ayudar al que lo necesite, esté donde esté, eso es muy fuerte. No hay ningún
cubano –nunca- que haya ido en una misión internacionalista, sea en
educación, sea en salud pública, que se haya sentido solo o abandonado por
el pueblo cubano. No digo “gobierno”, digo "pueblo", fíjate. En Cuba se
identifica gobierno y pueblo, para ustedes no. Por lo tanto yo hago esta
diferenciación para ustedes, para nosotros es el mismo tema. Para nosotros
nuestro gobierno es nuestro pueblo, porque nosotros lo elegimos
directamente, así que es nuestro. Pero para el entendimiento de los demás,
hago la diferenciación. ¿Abandonados? ¡Nadie! ¡Jamás!

¿Qué pasa? Hay cuestiones que tú no puedes impedir. La guerrilla
se mueve por distintos lugares y va a sitios donde no hay comunicación, no
solamente con Cuba sino tampoco con la gente que esté en la ciudad de ese
mismo país. Es imposible. Por eso se llama guerrilla, en continuo movimiento
y en movimiento independiente.

Recién tú utilizaste una expresión... me hablabas del "proyecto continental
latinoamericano". Cuba siempre ha soñado precisamente con eso, con
integrarse al resto del continente y hacer una sola fuerza para que podamos
enfrentar al enemigo del norte y también al de más allá del Atlántico.
Porque Europa también es un sistema muy poderoso e igualmente capitalista.
Nadie se puede engañar. Podrá ser menos agresivo que los yanquis, pero...

N.K.: No hay un capitalismo bueno y un capitalismo malo.

A.G.M.: No, no, no es el mismo perro con diferente collar. Pero nada más. En
ese sentido está bien claro que solamente unidos, nosotros, podemos elevar
el nivel de vida de nuestros pueblos y hacer cambios importantes en nuestros
pueblos. Si no hay unidad, no hay fuerza. Y eso lo ha demostrado la
historia.

Ahora bien, hay gente que intenta confundir en esta cuestión de
las guerrillas. Hay cubanos que pelean junto a mi papá en Bolivia, pero eso
no significa como se ha dicho por allí, que todo eso fue "una extensión de
la revolución cubana".

N.K.: También se utilizó el término, contra la estrategia revolucionaria
cubana, de una supuesta "exportación de la revolución".

A.G.M.: ¡Eso es imposible! Y tiene que quedar bien claro. Si en un lugar hay
un movimiento social, hay un movimiento guerrillero, tiene que venir del
pueblo. Tiene que haber raíces. En Bolivia, en ese momento, había un
movimiento fuerte de los mineros, estaban armados, etc.

N.K.: Incluso hubo un apoyo explícito de los mineros de Huanuni. Allí, en la
noche de San Juan, el ejército asesinó a casi 90 trabajadores mineros
acusándolos de su apoyo y vínculo con la guerrilla.

A.G.M.: Exactamente. Entonces ya hay allí algo de pueblo, algún movimiento
que te permite ir y tratar. Bolivia tiene fronteras con varios países
latinoamericanos, selvas que nadie puede controlar, se sale y se entra y tú
puedes provocar que vaya gente a entrenarse, a prepararse…eso sí lo puedes
hacer, eso sí puede ser comprensible, pero si tú no tienes la base en tu
propio pueblo, no hay guerrilla que pueda triunfar ni que se pueda
"exportar".

N.K.: En el terreno de las impugnaciones clásicas contra el Che, contra su
práctica política y su pensamiento político, suele calificárselo de
"foquista". Un término absolutamente peyorativo y despectivo, impugnador.
Fundamentalmente a partir de un libro de Régis Debray. No del Debray que hoy
arremete contra el Che y contra la revolución cubana, sino del joven Debray,
aquel muchacho francés discípulo de Louis Althusser que escribiera
Revolución en la revolución intentando "defender" a la revolución cubana.
Allí el joven Debray, con todas las luces de París y rodeado de todo el
prestigio de haber publicado en la revista de Sartre, intentaba hacer "LA
TEORÍA" con mayúsculas de la revolución cubana. Y entre otras cosas más que
discutibles, como desconocer toda la historia política previa de la
revolución cubana, los movimientos de los cuales emerge Fidel Castro, los
movimientos estudiantiles, los movimientos obreros, la lucha rural y urbana
al mismo tiempo, Debray afirma que la guerrilla debe estar completamente
aislada de las masas populares, debe estructurarse a partir de "un foco"
aislado.

A.G.M.: Es cierto, pero en realidad sucede todo lo contrario. Es innegable
que la guerrilla nace de un núcleo armado, que no es todo el pueblo sino una
pequeña cantidad del pueblo. Pero: ¿qué hace la guerrilla? ¡Movilizar
opinión! Primero que nada: la guerrilla existe porque hay un movimiento de
base, popular, que permite que exista. Una vez que logra esto, ¿qué tiene
que hacer? Fomentar el trabajo con esa base popular. Que el campesino que
esté cerca entienda, ayude, comprenda, ¡participe activamente! Y entonces, a
partir de allí, empezamos a tener, de verdad, un cambio.

N.K.: En Bolivia había un movimiento popular importante. Ellos, el Che y sus
compañeros, no cayeron del cielo.

A.G.M.: Sí, por supuesto. Los problemas que surgieron allí tienen que ver
con la dirección del Partido Comunista. Fíjate bien que digo "la dirección".
Porque la gente, a veces, dice "el Partido Comunista Boliviano traicionó".
¡No, no! El problema no es el Partido Comunista de Bolivia. ¡Es la
dirección! Es esa dirección la que tiene conflictos con la dirección de la
guerrilla. No es el Partido Comunista. No se puede ser injusto, tampoco, con
eso.

N.K.: Inti Peredo, Coco, Loyola Guzmán, por ejemplo, eran miembros del
Partido.

A.G.M.: No sólo ellos. Hubo otra gente, que ni siquiera fueron a la
guerrilla, pero que estaban en la ciudad. Y siguieron siendo fieles a todo,
y después siguieron fieles a la lucha. Todavía quedan vivos algunos de esos
compañeros. Por ejemplo está Loyola. Entonces, uno tiene que tener mucho
cuidado a la hora de hablar y de emitir criterios.

N.K.: Entonces la traición fue de la dirección del PCB.

A.G.M.: Yo diría de una parte de la dirección. En ese momento tenía el poder
en las manos.

N.K.: Y respondía a los soviéticos.

A.G.M.: No sólo responde a los soviéticos. Responde también a sus problemas
personales, que es lo malo.

N.K.: Mario Monge, aquel secretario general, terminó como empresario en
Moscú.

A.G.M.: Está bien. Pero no es tan importante eso, lo que importa es él, como
ser humano. No tanto la influencia de los soviéticos o no los soviéticos. Lo
que sucede es que Monge quería dirigir la guerrilla desde la ciudad y eso es
imposible. Te estoy diciendo que a veces la guerrilla no tiene
comunicaciones con la ciudad, ¿cómo puede dirigirla entonces desde allí?
¿Cómo puede hacerlo sin saber lo que se está haciendo? Una guerra de
guerrillas es así, es una actividad continua y se necesitan tomar decisiones
inmediatas.

N.K.: ¿Monge tenía ese proyecto?

A.G.M.: Sí, tenía ese proyecto y allí vienen las discusiones y
enfrentamientos con el Che.

N.K.: Muchas veces se ha hablado de que "el Che Guevara va a Bolivia a
morir, buscando la muerte". En la reciente y mediáticamente promocionada
biografía argentina de Pacho O’Donnell, titulada Che, la vida por un mundo
mejor [Buenos Aires, Sudamericana, 2003] el autor habla de una especie de
"compulsión suicida" de Ernesto Guevara. O utiliza materiales de otros,
donde por boca de terceros, O’Donnell afirma la idea de la "compulsión
suicida", la "precoz intimidad con la muerte" o también describe una
supuesta "muerte ineluctable marcada por el destino".

A.G.M.: Esas son afirmaciones psicológicas de pacotilla que no tienen nada
que ver con la realidad histórica. Quizás se han psicoanalizado ellos
mismos.

N.K.: El Che le tenía una gran respeto al psicoanálisis.

A.G.M.: Sí, es verdad, pero depende de quien lo haga.

N.K.: Y la orientación política del psicoanalista.

A.G.M.: No solamente la orientación política. Sino también lo centrado que
tú estés para hacer y ejercer el psicoanálisis.

N.K.: Por ejemplo, en el Diccionario de Filosofía que el Che comenzó a
elaborar a los 17 años, y que ustedes conservan en el Centro Che Guevara de
La Habana, ¡aparece Sigmund Freud al lado de Carlos Marx! Cuando en la
izquierda tradicional se presentaba a Freud como alguien opuesto a Marx.

A.G.M.: Sí, sí, sí. El hombre tenía una cultura extraordinaria, pero fíjate
que él siempre va preguntándole a la vida. Él no se conforma con lo que lee
o con lo que le dicen que es. Él va viendo estas cosas en la práctica, en su
vida cotidiana y va llegando a conclusiones. Pueden ser las mejores o no.
Después volverá a leer a alguien, vuelve a confrontar y llega a nuevas
conclusiones. Es un hombre en crecimiento, nunca se cierra. Nunca piensa que
él ya tiene la razón. ¡Todo el tiempo él está aprendiendo! ¡Aprender es la
palabra básica en la vida de mi papá! ¡Siempre! La vida es un continuo
mecanismo de aprendizaje y tú tienes que estar abierto para aprender de tus
propios errores.

N.K.: Entonces su proyecto político no tiene nada que ver con una pulsión o
un instinto de muerte.

A.G.M.: ¡Qué va a tener que ver con un instinto de muerte! Hay una postal
preciosa. Mami no la ha encontrado. Yo juro que leí esa postal de niña. En
la postal hay como un arco de piedra y él le dice a mi mamá: "Algún día
pasaremos debajo de este puente tomados de la mano y rodeados de críos". ¡Él
piensa en el futuro! ¡Él piensa en la vida! Él le dice en una carta a mi
hermano Camilo: "No digas malas palabras en la escuela y tú Ernesto: crece,
que si hay imperialismo todavía, tú y yo saldremos a combatirlo. Si esto se
acaba, tú, Camilo y yo nos iremos de vacaciones a la Luna". Él piensa en una
vida de regreso, de conjunto, no se sabe si en Cuba, si en Argentina, si en
Brasil o en la Conchinchina ¡No importa el lugar! ¡Pero sí le importa el
regresar, el volver a ver a sus hijos y a su mujer! Pero él es un
guerrillero y un hombre inteligente y sabe que en un movimiento
revolucionario se triunfa o se muere, si es verdadero. Y esa también es una
verdad. Cuando tú dices que vas a hacer algo, sabes que pueden haber riesgos
en el intento. Y tú tienes que tener capacidad para asumirlos. Eso es
cierto. Pero no solamente tienes que pensar que vas a morir. ¡Tú vas a
triunfar! ¡Tú vas a hacer un cambio! Tú vas a buscar algo nuevo. Ah, pero en
el camino puedes perder hasta la vida. Sí, es cierto. Es algo que tienes que
aceptar dentro del mismo mecanismo real que tiene la vida, no lo puedes
cambiar. Es simple. Yo no sé realmente porque hacen tanto "rollo" con cosas
simples en la vida.
Tú tomas una decisión: por ejemplo ser maestro. Sí, pero solamente ser
maestro, emitir un conocimiento y volver a tu casa para cobrar un salario. O
sino vas a intentar educar a otra persona. Es diferente educar que enseñar.
Tú decides qué es lo que quieres hacer. Pero sabes que si tomas el riesgo de
educar, estás poniendo parte de tu vida en ello.

N.K.: El Che puso parte de su vida en ese proyecto.

A.G.M.: Exacto. Esa fue su decisión.

N.K.: ¿Alguna vez la CIA o algunos de los organismos de la inteligencia
norteamericana intentaron cooptarte a vos o a alguno de tus hermanos
–tomando en cuenta que son, precisamente, hijos de uno de los grandes
líderes revolucionarios- para ponerlos en contra de la revolución cubana?

A.G.M.: ¡No! ¡Realmente no! [risas]. Mira, lo que pasa es que ¡es muy
importante quien te educa!. A mí me educó mi madre y a nosotros nos educó
nuestra madre. Ella es una mujer combatiente, guerrillera clandestina, y
después estuvo junto a mi papá en el Escambray y todo lo que llegó al
triunfo de la revolución: Santa Clara, la llegada a La Habana, ella llegó
con él. Y no era su amante. Era una combatiente más. Ellos tienen sus
relaciones en La Habana, ya al triunfo de la revolución, donde se enamoran.
Pero el resto del tiempo ella fue una combatiente más dentro del Ejército
Rebelde. Mi madre lo amó a mi papá con una intensidad extraordinaria. Mi
papá a ella también. Y ella transmitió ese amor por este hombre a sus hijos.
Es una cosa muy linda, porque tú aprendes a amar a esa persona no como tú
quieras que sea esa persona sino como esa persona realmente es. Tú la amas
porque la respetas, porque la admiras, porque has logrado entender quien es
esa persona. Ella, mi mamá, hizo que tuviéramos esa sensación de integridad.
Inculcó a sus hijos el respeto a los seres humanos y a su revolución. Una
vez una señora me pregunta: "Doctora: si usted tuviera que decidir entre sus
hijas y la revolución, ¿qué decidiría?". Te juro que no lo pensé ni dos
segundos. Le dije: "La revolución, porque yo amo a mis hijas y como quiero a
mis hijas quiero para ellas lo mismo que he tenido yo o incluso mejor. Nunca
otra cosa". Sucede que la revolución me da la posibilidad de que mis hijas
vivan con integridad y con entereza. Por lo tanto hay que defender la
revolución.

Eso lo aprendí desde muy pequeña y lo he vivido. Yo me fui a
Nicaragua. Yo era el mejor expediente de mi facultad de medicina y me fui a
Nicaragua porque yo quise. Y mi mamá me dijo: "Oye, ¿qué vas a hacer?". Yo
le dije: "Lo que tú me enseñaste... Voy a llevar a la práctica todo lo que
me has enseñado". Y lo hice y me siento muy satisfecha de haberlo hecho. Y
no es una sensación hipócrita, sí es romántica, sí es romántica porque todo
en nosotros se mueve con mucho romanticismo.

N.K.: El romanticismo no es una mala palabra, aunque muchas veces se la usa
como "acusación" o impugnación.

A.G.M.: Por supuesto, es lo que te hace mover. Esas cosas muy lindas. Un
niño que se siente mal y en sus labios ves una sonrisa, tú logras que te
sonría. Ese es el premio más grande que un ser humano puede lograr.

N.K.: Vos te fuiste a Nicaragua porque querías, no porque nadie te obligara.
¿Seguiste fiel al internacionalismo de tu viejo?

A.G.M.: Sí, sí, sí. Los cubanos lo llevamos en la sangre. Acuérdate de lo
que decía Martí: "desde el río Bravo hasta la Patagonia, para Cuba es
patria". Además Fidel nos dijo: "Nosotros no solamente somos
latinoamericanos. Somos afrolatinoamericanos". Y es verdad. Nuestra cultura
tiene una gran base afrolatinoamericana. ¡A mucha honra y muchísimas
gracias!, además. Es lo único que le agradecemos a los españoles. Después de
todo. La esclavitud fue una cosa brutal, pero ha permitido mezclas
extraordinarias, también. Esto es la única ventaja que yo le veo a todo el
horror que ha vivido la humanidad con la esclavitud.

N.K.: ¿Ya eras médica cuando fuiste a Nicaragua?

A.G.M.: Me gradué como médica en Nicaragua. Fidel preguntó a los internos si
queríamos ir a pasar el último año de la carrera allí y le respondimos que
sí.

N.K.: ¿Algunos de tus hermanos también fue internacionalista?

A.G.M.: Ernesto estuvo en Angola y Camilo en Nicaragua.

N.K.: ¿Qué quería decir el Che cuando hablaba del "hombre nuevo"?

A.G.M.: Él hablaba siempre de una sociedad diferente. Para crear una
sociedad diferente, tienes que crear un ser humano diferente. No podemos
tener las mismas trabas que tenemos en la sociedad capitalista. Esta
cuestión del materialismo brutal, de pensar solamente en lo que vas a lograr
económicamente en tu vida, no puede suceder ni reproducirse en una sociedad
donde se intenta construir una comunidad, un grupo genuino de personas.

Mira, en la Argentina yo estuve invitada por la señora Mirtha Legrand.

N.K.: …

A.G.M.: Bueno, fijate tú, puedes hacer todas las muecas que tú quieras pero
en Cuba se le quiere muchísimo como artista porque nosotros vivimos muchos
años con las películas argentinas de esa época. Es cierto que eran
tonterías, ya sea dramas o películas como comedias, pero era indudable que
en esa época había un cine muy fuerte en la Argentina y nosotros lo
disfrutábamos. Esa es la verdad. ¡Te estoy hablando de raíces culturales que
son similares!

N.K.: En la Argentina todo aquello fue reemplazado posteriormente por el
cine norteamericano y las series de televisión yanqui.

A.G.M.: En cambio allá, en Cuba, nos gusta mucho el cine latinoamericano.
Hemos luchado por eso. Tenemos el festival de cine latinoamericano en Cuba.
Creemos que en nuestros pueblos tenemos caudal para contar con un cine
propio. Lo que sucede es que, muchas veces, es un cine muy duro porque
muestra nuestras realidades. Y alguna gente rechaza ese cine porque además
de vivir estas realidades, no quiere revivirlas en el cine. También es
lógico. Pero tenemos que aprender a luchar por nuestras cosas. Martí decía
que "nuestro vino es agrio pero es nuestro".

N.K.: La creación de esa cultura latinoamericana -de la que el cine forma
parte- también es parte de la creación del hombre nuevo.

A.G.M.: Por supuesto. Entonces recuerdo que Mirtha Legrand me invita a su
set televisivo y hablamos del libro que yo prologué, Pasajes de la guerra
revolucionaria: Congo, y entonces en un momento ella me dice que sentía
mucha pena porque se iba gente de Cuba, el tema de los balseros, y me
pregunta sobre eso. La miré a los ojos y le dije que eso me da mucha
tristeza. En mi sociedad la gente tiene que aprender que lo importante no es
el grosor que tenga tu bolsillo o tu cuenta bancaria sino la capacidad que
tienes para ayudar a otro ser humano. Eso es muy lindo decirlo pero muy
difícil entenderlo. Y a veces conlleva a sacrificios importantes en la vida
del ser humano. Y no todo el mundo está de acuerdo en hacerlos. No entender
esa capacidad de dar, y de recibir -porque cuando tú das, tú recibes mucho
más- es muy triste. Lo triste es que haya gente que se eduque en mi sociedad
y no sea capaz de entender estas cosas. Me da tristeza, me da pena. De
verdad te lo digo. No sabes cuánto que disfrutas cuando tú te sientes útil
como persona, cuando tú ves que con tu esfuerzo estás logrando que alguien
viva un poquito mejor. ¡Qué alguien esté más contento con lo que tiene! ¡Qué
alguien disfrute más la vida! Eso es muy lindo. Y eso algo que uno tiene que
llevar dentro.

N.K.: El proyecto de crear hombres y mujeres nuevos no es una idea
abstracta.

A.G.M.: ¡No! Es una realidad y una necesidad. ¡Tienes que aprender a sentir
de esa manera para poder comprender la nueva sociedad! El hombre nuevo no es
nunca un ser humano acabado. El Che lo dijo varias veces.

N.K.: El hombre nuevo como proceso abierto.

A.G.M.: Exacto. El proceso económico también va transformando el proceso
humano y la creación de un nuevo tipo humano influye el proceso económico.
Ambas cosas tienen que ir mezcladas. Hay que ir cambiando la economía pero
el ser humano que vive en esa economía tiene que ser capaz de ir
transformándose a sí mismo. Es un proceso difícil en el momento que vivimos.
Todo lo que está a nuestro alrededor, alrededor de Cuba, es contrario a lo
que nosotros decimos y hacemos. Y ya vez cómo nos tratan en algunas partes
del mundo. Pero no importa, cuando uno sabe que lo está haciendo de verdad a
partir del corazón y cuando lo que está haciendo es lo que tú crees que
tienes que hacer, las cosas caminan. Y hay fuerza. ¡Hay una fuerza tremenda
en mi pueblo!. Mirtha Legrand me dijo: "Se está yendo gente". Es verdad. Se
puede ir gente... Pero somos muchos los que nos quedamos. ¿no? Y hay muchos
que intentamos hacer que nuestra sociedad sea cada día más perfecta y más
humana. ¡Y tenemos miles de errores! Estamos a años luz de la perfección.
Cometemos todos los días errores, pero lo importante es saber rectificarlo y
saber aprender de esos errores.

N.K.: ¿Es difícil o pesado ser la hija del Che?

A.G.M.: [risas] Mira, hay una cosa real. Hay gente que viene a preguntarte
porque eres la hija del Che, no porque seas Aleida, la doctora cubana. Sino
porque eres Aleida Guevara, la hija del Che. Está bien. Si eso te permite
aclarar situaciones, ayudar a entender mejor a mi pueblo, si eso permite que
yo sea más útil para mi gente, ¡Aleluya! No hay problema. Lo aceptamos. De
todas maneras, con mi mamá nosotros aprendimos que somos seres humanos como
otro cualquiera. Ni mejores sin peores. Con nuestros propios defectos y
virtudes. Somos los hijos de un hombre muy especial, pero no somos él. Esa
es la verdad. Yo siempre digo que no me comparo ni con la uña de un dedo
gordo. Para mí, mi papá es un ser mucho más completo, con una sensibilidad
extraordinaria que yo no he logrado alcanzar, todavía. En un poema que
alguna vez le hice yo decía: "Yo agradezco a mi papá no solamente la vida,
sino también la oportunidad de vivirla con amor y valentía". Él y mi madre,
los dos, me enseñaron a vivirla así, de esa manera. Sufro como todo el mundo
y a veces me siento impotente, como por ejemplo frente a las agresiones al
pueblo palestino, la guerra de Irak o frente a un niño que muere en las
calles de Brasil y tú no haces nada contra eso. Todo esto te llena de ira.
Pero esa es la vida que he elegido. Y me siento feliz cuando voy a un
campamento del MST brasilero o cuando por allí me preocupo por un niño para
que tenga sus zapatos o puedo ponerle un estetoscopio en su pechito y
diagnosticar tal cosa ¡Tratar de ayudar! Ahora mismo en Esmeralda, en
Ecuador, vi 196 muchachos en cinco días. No almorzaba, eso fue una maratón.
Hice 25 pruebas de alergia. ¡Me sentí útil y necesaria! Y lo más lindo es
que yo no cobré absolutamente nada por eso. Mi país me pagaba igual el
sueldo, aunque yo no estaba trabajando en mi país sino en otro. Así son las
cosas. Mis hijas viven en Cuba. Están protegidas. La mayor, que tiene 14
años, acaba de ganar el carné de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y eso
me da mucha satisfacción. Yo he tratado de educarlas de forma abierta. Una
me dijo "Yo quiero ir a la iglesia". Pues bien, que vaya a la iglesia. Me
preguntó: "¿Tú no me acompañas?". Yo le dije "No, mi amor, no te acompaño.
Yo no creo ni en la paz de los sepulcros. Pero si tú quieres ir, vé". Y mi
hija fue. Se sentó en la iglesia. Fue la primera vez. Fue la segunda vez. A
ella le gustan mucho los animales. Un perro entró a la iglesia y un cura lo
sacó a patadas. Ella dijo "Si esto es la representación de la casa de dios,
pues yo me voy también". Entonces ella misma fue aprendiendo con su propia
experiencia lo que quería hacer. Yo no se lo impuse. Ella me conoce y sabe
cómo pienso. Y conoce a sus abuelos perfectamente bien. Y los admira. Pero
eso no quiere decir que tenga que ser como sus abuelos. Ella escoge. Ella
dice. Ahora la mayor hizo todo el esfuerzo por ganarse el carné. No es fácil
ser militante de la Unión de Jóvenes Comunistas con tan corta edad. Hay que
hacer todo un esfuerzo en el estudio. Y quería que ella vaya a estudiar a
una escuela como la Lenin, que es de las mejores y que haga el esfuerzo. Si
no lo logra por las notas y el estudio, aunque sea hizo el esfuerzo. No
importa, con tal que haga el esfuerzo. ¡Lo hizo y lo logró!. Son pequeños
logros en la vida de un niño pero le van demostrando que puede hacer las
cosas cuando quiere. Ella, no yo, ni tampoco su abuelo, el Che Guevara. No
la presión de otra gente. Ella misma. Así es como nosotros queremos que sean
nuestros jóvenes. Que luchen por lo que quieren y si no lo conquistan hoy,
con esfuerzo tendrán otras posibilidades mañana. Eso es lo que nosotros
queremos para las nuevas generaciones.

N.K.: Cuando hablamos con tu mamá en La Habana nos había dicho que ella no
tenía un interés especial en que volvieran los restos. ¿Vos qué opinás del
regreso de los restos de tu papá a Cuba?

A.G.M.: La verdad es que tampoco. La única que realmente quería era mi
hermana Celia. El resto de los hijos y también incluyendo a nuestra madre,
recordamos que mi papá dijo "Donde cae el hombre, queda". Pero nos dimos
cuenta que a partir de que se supiera donde estaba, se podría convertir en
un gran negocio para quien lo explotara. Y no nos gustaría eso. Así que
decidimos, en definitiva, que el pueblo cubano tuviera la última palabra.
Porque era un sentimiento para ellos importante. Nosotros dijimos: que se
haga la voluntad de nuestro pueblo. Si podemos traerlos, los traemos.
Nosotros estamos de acuerdo.

N.K.: Si tuvieras que elegir un recuerdo de tu papá, cuál elegirías?

A.G.M.: El que más me gustó, siempre mira, son los recuerdos que tú
relacionas con las personas, pero además, lo más importante de las personas
es la capacidad de amar, que de eso estuvimos hablando a lo largo de toda
esta entrevista. Mi padre estaba ya transformado en el viejo Ramón para ir a
Bolivia y por lo tanto yo no sabía que era mi papá. Me lo negaron, me
dijeron que era un amigo de mi papá.

N.K.: ¿Él los fue a ver a ustedes?

A.G.M.: No, nosotros lo fuimos a ver a él. En ese encuentro, después de la
comida me caí. Me di un golpe en la cabeza. Queda una foto de ese golpe.
Tengo una toalla en la cabeza y estoy en las piernas de mi mamá y mi papá. Y
después de eso seguimos jugando. Mis padres intentan hablar. Y yo doy
vueltas alrededor de ellos. Cuando yo me caí mi papá me tomó en sus brazos,
me revisó, acuérdate que él era médico y yo había acabado de comer, él
estaba tenso con el golpe que me di.

N.K.: ¿Qué edad tenías?

A.G.M.: Yo tenía cinco años. Entonces yo empiezo a darle vueltas a mi mamá y
yo le decía: "Mami: un secretico". Y dale y dale. Al fin mi mamá me deja
decirle y yo lo digo en plena voz, como no podía ser de otra manera a esa
edad: "Mamá, yo pienso que este hombre está enamorado de mí". Fíjate cómo se
traduce esto. Este hombre, supuestamente, no era mi padre. Me habían negado
que lo fuera, estaba ya disfrazado para ir a Bolivia. Pero yo había sentido
algo muy especial. Él había transmitido una ternura muy especial. Entonces
yo me confundí: bueno, si no es mi padre, tiene que estar enamorado de mí.
Lo que me interesa de este recuerdo infantil es la sensación que yo saco
cuando soy una adulta. ¡Este hombre me amaba! Yo logro sentir algo muy
especial y es, simplemente, el amor de mi papá.


Enviado por
Revista Koeyu Latinoamericano
Caracas, Venezuela
koeyu@cantv.net
http://www.koeyu.com/


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Néstor Kohan

Filósofo, intelectual y militante marxista argentino

 miseriadelafilosofia@gmail.com

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