Cuento o razón

¿Cuándo las palabras no valen para nada?

El día perseguido por el calor corrió rápido y se escondió detrás de la cortina negra de la noche. Mientras el sol viendo esto y no encontrar a quien a alumbrar fue a morir en lotananza, allá donde el horizonte le tiene todas las tardes su sepultura.

El periodista Juancho Marcano, después de aquel día caluroso, exhorto a Pipo a que se recogiera temprano, entre tanto él hizo lo mismo, y luego de cenar, se dispuso a leer un libro, acostado en la hamaca en el balcón, buscando un poco del frescor de la tierna noche que comenzaba.

El reportero paró un rato la lectura y meditó sobre el cambio climático y el látigo de la sequía que ha azotado en los últimos tiempos a la Tacarigua de Margarita.

Se recordó que había ido al conuco y observó que una mata de Pomalaca había dado su último suspiro y fue ahí que se arrodilló ante ella y dijo: "Gracias por tus flores, tus frutos y tu sombra. Sabes muy bien que hice lo que pude para mantenerte con vida, pero no se pudo, y por eso solo queda pedir que si allá Dios tiene un conuco, te pueda dar un sitio donde puedas ser feliz y sin pasar ese sufrimiento que pasaste aquí por la falta de lluvia. Descansa, amiga, de esta sequía que es por causa de los humanos, y ruego que desde allá puedas ayudar a tus hermanos, buscando la manera de que nuestro Señor envíe sus bendiciones en forma de aguacero".

El periodista paró sus pensamientos y el clima con su fusil disparaba ráfagas de viento, que estremecían los cristales del ventanal que protege al balcón de la casa. "Sol y viento, son los protagonistas de estos tiempos y así no hay plantas jóvenes que aguanten ese martillo incesante de esos dos factores, que a lo largo del tiempo han asesinado en el lugar, miles de plantas", pensó el periodista.

Volvió a detener sus pensamientos y decidió tomar el libro para retomar la lectura, pues los relatos eran interesantes y sobre todo breves, como le gusta a escribir al periodista, pues desde muy joven entendió que la mejor forma para que a alguien lo lea, es que debe ser breve; claro, pero algo que sea de interés al lector.

Retomó la lectura del libro y estando sumido en élla, leyó unas palabras que le hicieron recordar algo que en la mañana le había dicho su perro Pipo, que indicó: "Las palabras que no van seguidas de los hechos no valen para nada" y cuya frase la dijo Demóstenes.

El periodista pensó que el autor de dicha expresión tenía razón y luego se dedicó a seguir leyendo el libro.



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Emigdio Malaver

Margariteño. Economista y Comunicación Social. Ha colaborado con diferentes publicaciones venezolanas.

 emalaverg@gmail.com      @Malavermillo

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