Mentiras que parecen verdades

Desde hace siglos a los humanos nos han sometidos mediante una serie de mentiras y sobre la mismas se ha conformado lo que hoy se llama sociedad. Tales embustes se han edificado de una manera casi tan perfecta que hasta parecen verdades y aprendimos a convivir con las ficciones. No me estoy refiriendo a un engaño en particular, me refiero a todo un entramado vinculado con la estructura y el funcionamiento de la sociedad. Tales embustes los puedo agrupar en la religión, la familia, la educación, el comercio, la política entre tantas de las actividades que mezcladas entre sí conforman las directrices del funcionamiento y el fundamento social.

No hay ninguna religión que esté basada en la verdad, todas se fundamentan en mitos, en fantasías y sobre todo, en mentiras recopiladas en los llamados libros sagrados. En todas estas obras se hacen mención a Dios, al Diablo, el alma, el espíritu, el paraíso, el cielo, el infierno, las vírgenes, los ángeles, los arcángeles, los profetas, los mártires, la oración, el diluvio, el maná, los resucitados, el crucificado entre tantos términos comunes en una u otra religión. Además, existen varias particularidades, también usuales: nadie las ha visto ni palpado, tampoco se han comunicado en presencia de testigos, directamente, con aquellas formas etéreas. Jamás se ha tenido contacto con un ser que haya regresado del cielo o del infierno después de difunto. Simplemente, porque todo los asuntos que rodean cualquiera de las religiones son ramplonas mentiras, sin fundamento científico. Estas intuiciones fueron creadas por un grupo para ejercer un dominio sobre todo un conglomerado basado en el temor a la muerte y la esperanza de la existencia de una vida eterna después de extinto. La gente se resiste a aceptar que somos un ente que venimos de la nada y vamos hacia la nada, es decir, hacia la desaparición física. La única verdad sobre las religiones, también común en todas estas, es que numerosos bandidos disfrazados de sacerdotes, rabinos, imanes, monjes, predicadores, pastores han hecho enormes fortunas a costa de la credibilidad en tales farsas. Todo en nombre de la Fe, una palabra que ha servido y sirve para engañar y dominar a la feligresía. Todo es tan perfecto y tan bien edificado en la llamada teología que las mentiras parezcan verdades.

De seguida voy a tomar un concepto de familia para ahondar sobre el tema. La familia se define como grupo de personas, vinculadas generalmente por lazos de parentesco, ya sean de sangre o políticos, e independientemente de su grado, que hacen vida en común, ocupando normalmente la totalidad de una vivienda. Como se ve, esta definición no establece ninguna relación de tipo sentimental o afectivo entre los miembros de una familia, es decir más allá de la convivencia no los une eso que se llama amor familiar, tampoco, de los afectos que deberían existir entre padres e hijos, y que se extienden a otros parientes como hermanos, así como abuelos y nietos. Este tipo de amor se categoriza como amor filial porque se refiere a esos sentimientos de cariño y apego que se generaría entre los integrantes de una familia que se caracterizan por ser fuertes e inquebrantables.

Si revisamos la historia y nos remontamos a La Biblia son notorias las narraciones donde se involucran las traiciones entre los hermanos para alcanzar algún objetivo, como por ejemplo acabar con la progenitura de un hermano para apoderarse de una heredad. Donde más se hace notoria esa falta de amor filial es en la vida de los antiguos emperadores romanos. En estas familias se asesinaba al padre, o a la madre o a un hermano, era parte de la tradición del imperio. A tal grado, que la muerte natural de un emperador, un gobernador, un senador era una rareza. Este tipo de procedimiento se trasladó a las familias aristócratas de las monarquías. Los parricidios, el enseñamiento de un hermano contra otro formaba parte de la tradición en la sucesión al trono. Es decir, en estas familias nobles, entre las más connotadas, eran comunes la envidia, el egoísmo, la traición, la patraña, la infidelidad hasta se podría llegar al asesinato, con frecuencia, por envenenamiento. Este estilo de familia se trasmitió a la burguesía, dado que en donde hay heredades, firmas comerciales, empresas bancarias, entre las diversas maneras de almacenar dinero y existe familia, lo normal es que subsistan los mismos vicios y las mismas prácticas del imperio romano y los aristócratas.

Hoy por hoy las familias no son el mejor ejemplo de afectividad y más aún, en momentos de crisis económica, donde es casi normal ver padres ancianos abandonados por lo hijos, abuelos viviendo en la indigencia, hermanos peleados por herencias, hermanos demandados por la posesión una propiedad o por asumir la presidencia de un empresa, entre tantos desafueros frecuentes en la familia adinerada. Luego, ese vínculo afable que mantiene unida a la familia es otra de las mentiras que parecen verdad y que la sociedad manosea.

Todos abogamos por la educación y para ser breve voy a referir que los artilugios más mortales que se han inventados para acabar con la humanidad han sido hombres educados; las estafas más grandes que se ha cometidos han sido por seres estudiados en prestigiosas universidades; candidatos en una gesta electoral quienes ostentaban en su currículo, durante la campaña, títulos de grado, postgrado, magíster, Phd, entre tantos, pero que una vez que finaliza la gestión pública resultaron ser unos prevaricadores quienes se hicieron ricos a costa del erario público. Banqueros que hacen gala de su trayectoria académica, al final se convierten en estafadores, robándose los ahorros de los depositantes. Cuántos médicos no realizan operaciones quirúrgicas innecesarias solo para cobrar una buena factura y jueces o fiscales, abogados que liberan a bandidos a cambio de dinero. Todos estos son parte de lo que entendemos el pueblo educado, hombres y mujeres sin sensibilidad quienes solo estudian para enriquecerse. Y no son pocos quienes esconden tras sus mentiras académicas la verdad verdadera. La educación no forma a hombres sensibles para servir a una sociedad

Del comercio no voy a dar detalles ya que todo o casi todo lo que rodea al entramado mundo comercial está plagado de mentiras. Esto vale tanto para la industria de los alimentos, como para la industria del entretenimiento, los laboratorios, las fábricas de ropas y calzados, entre tantas. Para mentir cuentan con un arma poderosa, la industria de la publicidad que abarca prensa escrita, radio televisión, cine, redes sociales, entre todas de las que utiliza para mentir, para ofrecer mercancías que no cumplen con nada de lo que ofrecen o que aparece en las etiquetas. Muchos de los productos que venden los supermercados son nocivos para la salud; numerosas medicinas, además de no curar, son perjudiciales; ni la ropa ni los calzados cumplen con lo ofrecido en la presentación de la mercancía. Casi todo es una mentira que, con todos los adornos publicitarios, parecen verdad.

La mejor actividad que encontraron ciertos individuos para mentir es la política. La oportunidad de los humanos para conocer de mentiras es una campaña electoral para una presidencia, gobernación o alcaldía. Lo lamentable es que las mentiras que parecían verdades se desvelan cuando el candidato gana la elección o cuando termina la gestión, cuando ya es tarde.

Es notorio algunos candidatos que se presentan como socialista, una vez que gana la presidencia impone medidas neoliberales; otros se presentas como no creyente y luego sorprenden cuando aparecen en Jerusalén, ante el muro de los lamentos, dándose golpes en la frente y a los días siguientes, besándole la mano al papa; otros candidatos que en la campañas alardean sobre la búsqueda de la paz y luego, le venden armas a Israel para someter al pueblo palestino por medio de una masacre o trasferir armas a Ucrania, en una guerra propiciada por él y sus aliados. También se conocen casos de líderes quienes se venden como nacionalistas y pasado el tiempo están solicitando que se conforme un ejército multinacional para invadir su propio país. La política consiste en un catálogo para esgrimir ficciones, como aquellos candidatos denuncian la corrupción como una de las fallas de la democracia y al final de su período, sale él con buenas cuentas bancarias en paraísos fiscales y quizás, con un cargo en un organismo internacional o como socio de una empresa multinacional. Son reiterados los candidatos presidenciales que se venden antiimperialistas y luego del triunfo, durante el ejercicio presidencial, en alianza con EEUU, solicita sanciones a Rusia, China, Cuba, Venezuela y a otros gobiernos que se nieguen a seguir los mandatos del Departamento de Estado de USA. Son frecuentes los líderes que alardean de su vocación democrática y pasan años conspirando contra gobiernos democráticos. Las mentiras por lo general están adornadas con frases ampulosas y hermosas que evitan conocer el trasfondo de las palabras. Podemos señalar como ejemplo aquellos candidatos que denuncian la producción y el tráfico de drogas y luego se descubre que su campaña electoral fue financiada por los capos de la droga. Hay otros presidentes que enarbolan la pureza de la administración y emiten certificados para denunciar tal o cual país en la producción de estupefacientes y resulta que la nación que él administra es la de mayor consumo de drogas, donde la distribución y el blanqueo de capitales ocurren con frecuencia en su país.

Podría contar muchas anécdotas sobre las mentiras de algunos políticos en el ejercicio de la política pero creo que tendría que pasar años escribiendo sobre el tema, con la certeza que nunca terminaría. Son tan adornadas las mentiras durante las campañas electorales que hasta parecen verdades y cuando se dilucida la artimaña ya es tarde. Por lo general no se pueden descubrir, denunciar y castigar porque al final toda la estructura de la administración se benefició de las mentiras que parecían verdades. Lamentablemente, las personas no se acostumbran a la verdad quizás, por temor a conocerla o por la abulia de analizar con profusión lo que le ofrece el interlocutor. Es por eso voy a tomar como una verdad las palabras del escritor español Fernando Trujillo Sanz quien afirmó: "Es sorprendente lo fácil que una mentira se asume como verdadera cuando se impone desde siempre". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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