Mi palabra

Una odisea viajar a Maracaibo por la Lara–Zulia

"No hay ningún viaje malo,

excepto el que conduce a la horca"

Cervantes

El fin de semana me tocó ir a Maracaibo, con mi compañera de vida por dos motivos muy importantes: Uno solucionar un problema, el otro visitar a una amiga, tan leal, como su apellido: La gastroenteróloga Mexy Leal. Emprender ese viaje por carretera, desde Barquisimeto, hasta el centro de una de las ciudades más alegres de Venezuela, es, como meterse en un tambor y echarse a rodar por un cascajal y de paso, cuando llega se encuentra una urbe invadida por la basura y muchas edificaciones en ruinas y abandonadas, preocupación que le hice saber al propio alcalde de la ciudad, Rafael Ramírez Colina, quien no tiene ningún parentesco con el de PDVSA, pero el simple hecho de ser ficha de PJ, llama la atención, a quien me lo conseguí por una coincidencia en la intersección de la avenida Bella Vista, con Cecilio Acosta, inspeccionando la modernización de los semáforos, que por cierto por donde pasé estaban casi todos sin funcionar.

Desde el mismo momento de salir de Barquisimeto se empieza a rodar por una vía, que no se, como llamarla, si autopista, carretera o un camino de mulas asfaltado, porque el peligro está latente, incluso en unos muros divisorios, colocados, supuestamente para minimizar el peligro, pero es todo lo contrario y la cantidad de accidente lo demuestra. A esto se suma los incontables baches e irregularidades del pavimento y los reductores de velocidad la mayoría están sin pintar, lo que convierte la muy transitada cinta asfáltica en un peligro en todo su recorrido para los conductores y todo aquel, que sienta la necesidad de trasladarse a la embriagadora metrópoli, con tantas bellezas naturales y el majestuoso puente, el cual invita a recrear la vista frente un lago, que fue escenario de una batalla inolvidable para darle el puntillazo a los realistas en la lucha independentista.

Al llegar a Carora, se presenta un pequeño descanso mental, cuando nos conseguimos la estatua del virtuoso de la guitarra Alirio Díaz, quien recorrió el mundo con su habilidad para ejecutar ese instrumento representando dignamente a Venezuela, pero, hasta ahí llega el encanto, ya que, la vía se hace más penosa por los muros divisorios y eso la hace más peligrosa por la cantidad de huecos, convertidos en piscinas al presentarse la lluvia y los reductores continúan amargándole el andar a los conductores – hasta 12 pude contar en la población de Cantarrana –así, estén revestidos e impregnados de la paciencia de un romántico pescador de anzuelo en mano, bajo una luna llena, recurso natural para alumbrarse a la orilla de un rio, acompañado de los cocuyos con su tenue luz, para ayudar enseñar todo el encanto maravilloso de la naturaleza en noches, cuando solamente hacen presencias los ruidos de los animales.

La campaña entre bombos y platillos anunciando la construcción y ampliación de la vía, partiendo desde Maracaibo, hasta un sector de la población del Venado, lo que han llamado autopista, sirve para repetir una expresión del destacado comentarista deportivo: Carlitos González "Sin que me quede nada por dentro" porque es una vergüenza nacional y amerita una exhaustiva investigación, ya que, lo poco que hicieron o han hecho –por ninguna parte se ven trabajando– presenta tantas irregularidades, que a simple vista se nota la deformación de la capa de rodamiento. En varios kilómetros falta una parte del asfalto y en otros las enormes troneras representan un obstáculo para los más atrevidos desafiantes de la velocidad. Y el que va hacia Maracaibo no consigue ningún señalamiento, apenas un anuncio (distribuidor San Benito) dejando a más de uno desorientado, si va en plan de turista.

Si, la vía presenta el estado lamentable, que les he descrito y en cualquier viaje lo pueden corroborar. A esto se suma, algo muy preocupante, que también amerita buscar a los responsables, sin en verdad queremos hacer valer la expresión ¡Caiga quien caiga! Desde Barquisimeto, hasta la entrada del impresionante puente sobre el lago, podemos usar los dedos y sobran para contabilizar las estaciones de gasolinas operativas la mayoría abandonadas en un estado deprimente, recordándonos la conocida novela de Miguel Otero Silva (Casas Muertas). Esto origina una contradicción a la vista de todo el mundo, porque, Ahora, la producción de gasolina es una realidad en las cuatro refinerías del país, pero se presenta un problema señalado de manera folklórica por una amiga:¡Llueve y llueve, pero no tenemos los pipotes para agarrar el agua en medio de tanta sed y escasez!

Lo cierto, es. que ir a Maracaibo, es presenciar la desidia en su máxima expresión y no podemos excluir a los habitantes, porque sin conciencia y sentido ciudadano es imposible hacerle frente a una cantidad de problemas, pero los deseos de la oposición venezolana de separar al estado Zulia del resto de Venezuela, no lo pueden esconder ni disfrazados. Los problemas parecen no tener solución y los quieren aprovechar para sus malsanos propósitos. No podemos olvidar la situación geográfica estratégica y de ahí la importancia de la batalla del lago, cuando los pitiyanquis no les importa arrodillarse, antes su amo: el imperialismo, para jurarle ayuda en momentos, cuando se está ahogando en sus propias aguas y necesita un respirador artificial de manera urgente. Ya lo probaron en pleno paro petrolero, con una miss enseñando sus atributos físicos, como si se tratara de un concurso de belleza, pero a la hora de conspirar todo cuenta.



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Narciso Torrealba


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