-
Fue en 2007 cuando el general Alberto Müller Rojas le advirtió al Presidente Chávez que "estaba sentado en un nido de alacranes". Luego sostuvo que Raúl Isaías Baduel, su ministro de defensa, era de los que tenía las pinzas más afiladas. Ya Müller Rojas había conocido la catadura de personajes como Luis Miquilena, Rafael Ramírez, Ernesto Alvarenga, Luis Velásquez Alvaray, Ismael García, el general Luis Acosta Carles, Alejandro Armas y el propio ditirámbico Yoel Acosta Chirinos.
-
Viendo ahora la carta que un grupo de ex ministros de Chávez le envían a Lula, criticándole su apoyo a Maduro, por decir que cuanto se ha creado contra Venezuela en el mundo es producto de una narrativa mediática, embanderándose así con un pinochetista como Boric y un ultraderechista como Lacalle, entendemos, ciertamente, que el Presidente Chávez nunca dejó de estar sentado en un hervidero de alacranes. Entre los que firma esa bazofia se encuentran: Rodrigo Cabezas Morales, exministro de Finanzas; Héctor Navarro, exministro de Educación; Ana Elisa Osorio, exministra de Ambiente y Oly Millan, exministra de Economía Popular.
-
Y entiéndase que esos alacranes también empollaban a una multitud de Dientes Rotos que eran a la vez ministros y altos funcionarios del Estado. Estos alacranes permitieron que se colaran, por ejemplo, una camada de supuestos jóvenes, tan ignorantes como farsantes (o viceversa), como Hugbel Roa y Cristian Zerpa, por ejemplo.
-
En aquel aluvión de ladrones y mercenarios, se colaron los que habrían de envenenar a Chávez. Recuerdo que, en abril de 2003, visité Miraflores junto con un grupo de representantes de medios alternativos. Por Mérida acudimos el profesor Juan Carlos Villegas y mi persona. Se vivían tiempos tensos y amenazantes, íbamos a una reunión con el Presidente de la República, y pude comprobar lo precario en que se encontraba la protección y defensa del Comandante Chávez. No funcionaban los detectores de metales, ni siquiera la electricidad por uno de los pasillos por los que pasamos. A la final, era tal el desorden que todo el mundo accedía al salón Ayacucho como Pedro por su casa. Recuerdo que, ante aquella locura, le reclamé a una ministra que nos recibía: "-Aquí –le dije- el Presidente debe encontrarse totalmente desprotegido, ¿cómo será el libre movimiento de aquellos que se dicen chavista, y puedan, con ayuda de la CIA, planificar un atentado, esos que tienen acceso a los lugares más reservados de este palacio?"
