Mi palabra

Tibisay Lucena enfrentó el odio y la miseria humana con amor

"La gloria marcha por un camino tan estrecho

que sólo puede ir un hombre de frente"

Shakespeare.

En un barrio de Acarigua, el miércoles por la mañana bajo un sol, que parecía un soplete en nuestras espaldas, como para probar la resistencia de cualquier ser humano y para los que todavía no creen en el cambio climático, me enteré del fallecimiento de Tibisay Lucena, una ilustre venezolana, quien supo resistir las embestidas cargadas de odio envuelta en la miseria humana de un grupo de venezolanos, quienes se acostumbraron a esperar los resultados electorales, como si estaban viviendo el momento, cuando ellos hacían el conteo de manera semejante a un grupo de bandoleros repartiéndose el botín en un caserón abandonado.

La lamentable noticia me la trasmitió un amigo, quien mantiene la esperanza encendida de ver a nuestro país, como la soñó el Libertador Simón Bolívar y el comandante Chávez; tarea nada fácil, pero no imposible porque las ruedas de la historia conducen precisamente hacía allá, a pesar de la cantidad de obstáculos y vericuetos puestos en el camino por la fiera herida del capitalismo en su transformación indetenible, como es el imperialismo; capaz de cambiar la mente de humanos, como aparaticos manejados por los más sofisticados controles en la era de los avances electrónicos.

Esta abnegada mujer supo llevar las banderas de la dignidad, hasta su último momento de vida. Nunca evadió responsabilidades, aún, en los momentos más difíciles, cuando la jauría, como verdaderas hienas hambrientas enseñaban lo que son capaces, empezando por buscar ablandar y desmoralizar a una mujer indoblegable, con una tranquilidad pasmosa, como lo demostró en aquellos momentos, cuando toda Venezuela, la esperaba verla salir paso a paso, inmutable a leer unos resultados emitidos por un pueblo y contabilizados por las mismas maquinas, que en ciertos sitios favorecían a los que respondían con la violencia al no poder acabar de raíz con un proyecto nacido y sembrado en la conciencia del pueblo.

Las expresiones difundidas por algunos desesperados Twitteros, pero multiplicados a la velocidad del poder mediático por parte de los serviles del imperialismo contra la valiente Tibisay Lucena están cargadas del más asqueroso excremento, todas relacionadas al cargo desempeñado en el CSE, pero nadie conoce una mala palabra pronunciada por esta mujer. Para variar volvieron con la cantidad de barbaridades, desde el mismo momento de conocerse la noticia de su muerte. Lo triste de todo esto, es, que un número importante de estos personajes profesan o son practicantes de la religión católica, empezando por el tal padre Palmar, quien se arrastra, como una verdadera víbora sin importarle caer en la charca del odio y la miseria.

Todos los mensajes, que malintencionadamente me hicieron llegar sobre la muerte de la Socióloga Tibisay Lucena y además una aventajada ejecutante del violonchelo, por el cual formó parte de la Orquesta Sinfónica Venezuela; los respondí con pocas palabras, pero muy cortantes, porque antes tanta inmundicia, algo hay que decir al rendirle honores, a quien alza vuelo llena de dignidad, sabiendo que el amor por nuestra tierra no se echa en el cesto de la basura. Nuestro aporte y respeto es el deber ineludible de seguirle los pasos, antes tantos traidores que a las primeras de cambio se dan la mano con los que disparan en todo momento, hasta llegar a desfalcar al estado venezolano, como unos viles ladrones.



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Narciso Torrealba


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