1. Claudio Nazoa hace veinte años pegó el grito en el cielo: "Con mi whisky no se metan". Venezuela era el país en el mundo que más whisky campaneaba por habitante. Nosotros en la IV teníamos un país de borrachos, y la jaladera de caña era todas las semanas en Miraflores y en todas nuestras instituciones y dependencias públicas. Cada dependencia de Estado tenía un presupuesto especial para las juergas y derrapes. Las licorerías hacían su agosto con los saraos que todas las semanas se montaban en las llamadas Universidades Autónomas por Antonomasia, por ejemplo. Multitudes de profesores y políticos sufrían de cirrosis y pasaban largas temporadas en Alcohólicos Anónimos y en clínicas privadas.

2. Los fines de semana las plazas y parques se llenaban de empecinados bebedores de caña, con borrachitos amanecidos tirados en el piso. Al lado de iglesias, de escuelas y hospitales se montaban lujuriosos bacanales. En cada esquina encontrábamos grupos de enconados celebradores y tronados por el licor u otras drogas, envenenando el ambiente con música escandalosa. Eso quiere la derecha que vuelva.

3. La caña, los burdeles, las burdas películas de Hollywood, el juego de invite y azar, los viajes para llevar a los chamos a Disney, todas las más degradantes disipaciones del ser humano es lo que la derecha quiere que vuelva entre nosotros. Ese es su único y verdadero programa.

VEAN CÓMO SE VIVÍA AQUÍ EN EL PRIMER GOBIERNO DE CAP…

1. Esto lo escribió el escritor Argenis Rodríguez en los años ochenta: "CAP le sacó un revólver al diputado Arturo Hernández Grisanti y por poco no disparó. Él siempre ha sido así, violento, y en veintidós años de democracia ha ordenado la muerte de unas quince mil personas, sin contar desaparecidos. CAP se dice macho, valiente, fregado. Lo dice, lo pregona. Su casa está blindada. Es un verdadero búnker. Tiene un ejército privado. Controla las llamadas telefónicas. Tiene una lista de personas con quienes arregla cuentas. Porque él matará u ordenará la desaparición de todos aquellos que escribieron contra él y lo llamaron ladrón, putañero, asesino, mantenedor de prostitutas, rico ilegal, cobrador de comisiones, extorsionador, torturador, estafador. Él le arreglará las cuentas a todo aquel que dijo que sus hijas se casaron con estafadores. El hará desaparecer a sus acusadores ante la mirada cómplice de la policía y del doctor Feo quien se encargará de justificarlo y defenderlo ante los tribunales. Con CAP están los que se enriquecieron y mataron durante su quinquenio. ¡Ay de aquel que se atraviese en su camino! Se atravesó Jorge Rodríguez y murió en una celda. Fue golpeado hasta morir. Se atravesó el penalista Carmona y fue acribillado a balazos en medio de una multitud que huyó despavorida. Sus hombres asaltaron y ametrallaron una pensión en Valencia y mataron a todos los que ahí dormían. Los asesinos eran alumnos del doctor Feo y el doctor Feo no le rinde cuentas a otro que no sea CAP, su jefe absoluto, su dueño y señor. Los jueces tiemblan ante el doctor Feo y al doctor Feo y a sus jueces y abogados los llaman La Tribu de David. El país está pasando por un mal momento. Los asesinos se han reencontrado porque la justicia quiere atrapar al pandillero Diego Arria, saboteador del avión del candidato presidencial Renny Ottolina y ladrón de los terrenos de Antímano, El Cementerio y Camurí Grande. Y si el doctor Feo es la mano derecha de CAP para los asuntos "legales", Arria es la mano izquierda para los atentados y latrocinios. A CAP lo atacan, pero tímidamente, desde algunas publicaciones. CAP, por eso se ríe y dice: ¡Saldré limpio, saldré incólume. Soy víctima de una falacia, de una confabulación!"