El asco por los indios, afrodescendientes y mulatos en la literatura venezolana…

  1. Rufino Blanco Fombona era racista y por esta razón le costaba tragar al genial poeta Rubén Darío. Rufino se creyó tan fino que llegó a decir en su diario personal, que no se explica qué puede hablar un hombre serio con un campesino. El libro de Rómulo Gallegos "Pobre Negro", es digno de escribirlo alguien profundamente acomplejado. Rufino y Gallegos aunque se odiaban estaban en la misma onda de sus brutales complejos, por eso cuando le preguntan a Rufino si se había leído "Pobre Negro" respondió tajantemente: " –Yo no leo autobiografías".
  2. "Doña Bárbara" es típica de las obras positivistas de la época, siguiendo la norma marcada por Faustino Sarmiento en Civilización y Barbarie. Tanto Laureano Vallenilla Lanz como Gallegos insistirán en que la violencia es propia del natural salvajismo de los llanos. Sarmiento y Gallegos ven en la ciudad el camino hacia la civilización.
  3. Escribe Gallegos: "El Llano enloquece, y la locura del hombre de la tierra ancha y libre es ser llanero siempre. En la guerra buena, esa locura fue la carga irresistible del pajonal incendiado en Mucuritas y el retozo heroico de Queseras del Medio; en el trabajo: la doma y el ojeo, que no son trabajos, sino temeridades; en el descanso: la llanura en la malicia del «cacho», en la bellaquería del «pasaje», en la melancolía sensual de la copla; en el perezoso abandono: la tierra inmensa por delante y no andar, el horizonte todo abierto y no buscar nada; en la amistad: la desconfianza, al principio, y luego la franqueza absoluta; en el odio: la arremetida impetuosa; en el amor: «primero mi caballo». ¡La llanura siempre!1
  4. Para Laureano Vallenilla Lanz las bestialidades de los criollos, desatadas a raíz de la Guerra de Independencia van a tener una presencia determinante y devastadora en todo el siglo XIX. Al abrirse todas aquellas compuertas contenidas durante siglos se desparramarán hordas en los llanos que constituirán un obstáculo a todo intento de progreso y desarrollo. Estas ideas de Vallenilla van a tener una notable influencia en el pensamiento de Gallegos, y constituirán pieza clave en la estructuración de Doña Bárbara.
  5. Bueno hubiese sido conocer, tanto de Gallegos como de Vallenilla Lanza, un estudio social profundo sobre el porqué de los largos conflictos sociales en nuestras feroces guerras internas. Simón Bolívar, sin ambages, sitúa el elemento fundamental de esa violencia en el tipo de conquistador que vino a estas tierras, pero no lo hace como pretende Gallegos diciendo que es algo telúrico que condiciona a todo aquel que se interne en los llanos (sobre quien se desata en su interior una pasión demencial y homicida). La misma pasión que moldea a los que viven en las pampas argentinas, en los desiertos de Arabia, en las estepas rusas, en las desoladas llanuras ibéricas. Porque el que pastorea en los llanos, según esta teoría, es en esencia un personaje sanguinario, predador, amante de la devastación y de la violencia. Para completar, afirma que el uso del caballo los transforma en fieras sin control, y de ahí el término centauro entre nosotros.
  6. En Venezuela, se llegó a pensar, entre ellos principalmente Rómulo Gallegos, que la manera de civilizar los llanos no podía ser de otra manera que mediante la estricta aplicación de la ley. Por eso Santos Luzardo va a los llanos a reclamar lo suyo, ¿pero qué era lo suyo? El llano no era de nadie, por allí habían pasado los colonizadores asentando pueblos a fuerza de arcabuzazos, degüellos, empalamientos y quemas; dispusieron de aquellas desoladas extensiones como les vino en gana, pero siempre con la fuerza del crimen y la mayor explotación. Luego, con la guerra de independencia se perdió todo sentido de propiedad hasta que Páez y sus conmilitones más encumbrados, decidieron hacerse (¡robarse!) con los haberes militares de la mayoría de los soldados que no tenían dónde caerse muertos.
  7. Evidentemente que Santos Luzardo perseguía un sentido de la justicia que favoreciera sus intereses y las relaciones de propiedad que es la peor injusticia que quepa imaginar. Y su cultura y sus prejuicios llevaban a Gallegos a rechazar a todos aquellos hombres que a diferencia de Santos Luzardo trataran de hacer una guerra a los explotadores, pero no con leyes que protegieran a los mercantilistas, latifundistas o explotadores, sino con la justicia popular (una revolución), que era lo más decente, y lo necesario. Pero en América se fue haciendo malo el que se alzaba contra el orden que nos impusieron los expoliadores británicos o estadounidenses: adquirieron categoría de bandidos y malos Pacho Villa, Sandino, Manuel Dorrego, Artigas, Cipriano Castro. Se hizo una locución normal entre la gente decir "más malo que Artigas", y sobre todo porque el prócer uruguayo consideraba hermanos a los indios y trató de construir con la Banda Oriental una provincia articulada con la Nación Latinoamericana.
  8. Fue por ello por lo que nuestra América Latina, ciega y sonámbula, vino a darse un fenómeno insólito: LA MORAL EUROPEA Y ESTADOUNIDENSE PUDO CONVERTIR EN HOMBRES CIVILIZADORES Y DE BIEN, A LOS QUE ASESINABAN A NUESTROS PATRIOTAS Y HÉROES. Personajes como José Hilario López y José María Obando (quienes llegaron a ser Presidentes de la Nueva Granada) se convirtieron en honorables ciudadanos de su país por haber asesinado al Gran Mariscal de Ayacucho (y posible sucesor de Bolívar); el filibustero William Walker fue llamado por los liberales nicaragüenses para que llevara el PROGRESO a su patria, el hombre que se proponía hacer de "cada pueblo una tumba y de cada marcha una hecatombe". Igualmente el vil general Rafael Carrera fusiló al general Morazán, Carrera se proclamó "hijo de Dios" y "Rey de los Indios". Había sido cuidador de cerdos en Matasquintla, Guatemala, y gobernó asesinando a diestra y siniestra durante 30 años, apoyado por Estados Unidos.
  9. Como esas bestias del Rafael Carrera, el José Hilario López o el Obando, surgieron otros peores, intelectuales como Mitre, Sarmiento y Alcides Arguedas que maldecían sus orígenes y la tierra donde habían nacido, y del que se nutrieron casi los creadores de todo el siglo XX latinoamericano.
  10. Los títulos de propiedad de las tierras en los llanos se llevaban de Caracas, firmados por leguleyos delincuentes, y ratificados por jefes civiles analfabetos y cuatreros. Cuando un general se alzaba, además de arrear para su grupo a peones y reses, también comenzaba a definir los nuevos linderos de sus hatos, de la manera más arbitraria.
  11. Finalizada la guerra de Independencia y desatada entonces las reparticiones de propiedades dejadas por los españoles, el más audaz y arbitrario fue Páez quien se auto-adjudicó las mejores propiedades del país, las que habían pertenecido al Marqués de Casa de León, entre ellas la hacienda La Trinidad en los valles de Aragua. Bolívar había expedido una Ley de repartos en octubre de 1817 de la que Páez y sus secuaces, además de no cumplir, se aprovecharon para enriquecerse desmesuradamente.
  12. Por eso en gran medida ,el Gendarme Necesario de Vallenilla Lanz (tipos como los Páez y los Monagas) sí era un verdadero cuatrero que desconociendo toda ley, se ponía al servicio de los más viles procedimientos tiránicos.
  13. Entre las más brillantes páginas de Cesarismo Democrático, interpretada no precisamente como el autor lo hace, se encuentran las que hablan de la gran traición e injusticia cometida contra los llaneros poco después de terminada la guerra de Independencia. En ellas vemos al Libertador decir: "Con hombres acostumbrados a alcanzarlo todo por la fuerza, habituados a la guerra, poco o nada sensibles a los sentimientos de generosidad y desprendimiento, y tantas veces engañados por nuestros enemigos, no pueden adoptarse medios que no sean extremos: ellos no pueden ser halagados ni entretenidos con esperanzas…"
  14. Añade Vallenilla Lanz2: "Sólo tres días antes de la fecha de esa nota, se había dirigido el Libertador al Ministro de Hacienda en el mismo sentido, lo que prueba que los Centauros se hallaban impacientes y amenazadores reclamando "el fruto de las adquisiciones de su lanza". En esa comunicación decía: … Es de absoluta necesidad que el Congreso dicte algunas medidas que hagan esperar al ejército el cumplimiento de las ofertas que tantas veces que se han repetido sobre la ley de su haber. Sería muy peligroso que por un momento se llegase a dudar del cumplimiento de aquellas ofertas en que cada uno funda sus esperanzas.

"Se acerca el momento de licenciar al ejército, y si entonces, al retirarse a sus casas no llevan la seguridad de entrar en el goce de su asignación, no será extraño que se repitan las mismas defecciones que sufrieron los españoles cuando subyugaron a Venezuela en 1814, y ojalá no sea ésta la señal de la destroza guerra civil que nos amenaza, por la aparente diferencia de nuestra población.

1 Doña Bárbara, p. 68.

2 Laureano Vallenilla Lanz (1990), op. cit., págs. 147, 148.



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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