Episodios nacionales sobre "nuestra baja autoestima", y el grito del Dr. Caldera: "Somos acomplejados?"

  1. Cuando el doctor Rafael Caldera mascaba el agua, viendo que por doquier su barco hacía aguas, que la oligarquía hacía campaña internacional para que nadie viniera a invertir en Venezuela, imposibilitado de controlar el desbarajuste de docenas de bancos que quebraban. En medio de una espantosa crisis bancarias, digo, en la que se encontraban, algunos magnates que le habían pasado plata para su campaña presidencial…. En medio de aquel horrible caos, llegó decir que vivía en medio de traidores a la patria que merecían ser fusilados. Pero él mismo no podía condenar a nadie, porque esos malos hijos de la patria eran también sus más caros amigos. Entre esos, sus amiguetes, estaba aquel Bernardo Celis, dueño del Banco Andino, que fue senador por su chiripero, que le dio plata para su campaña presidencial y que quebró dejando en la ruina a tantos ahorristas.

  2. En medio de aquellos traumas tan terribles, de una Nación prácticamente descuadernada, sin rumbo, sin moral, ahíta de habladores de pendejadas por la televisión, sin valor para emprender cambios en ninguna dirección porque nos tenían agarrado por los huevos gringos y europeos, resulta que el siempre hipócrita jesuita del doctor Rafael Caldera profirió un grito horrible: "¡Nosotros no salimos de abajo porque tenemos muy baja autoestima. Tenemos que echarle pichón y elevarla!". Estaba tan golpeado y estrujado el doctor Caldera que envió un mensaje amenazador al pirata gobierno del Reino Unido diciéndole que ya nosotros no podíamos seguir importando whisky. Éramos nosotros el país que tomábamos whisky fino en el mundo. La respuesta del imperio más pirata de la tierra no se hizo esperar. Al igual que con China, cuando ésta se negó a seguir consumiendo el opio que les suministraban los británicos, resulta que los hijos de Walter Raleigh le hicieron saber al doctor Caldera, que ellos tenían los métodos para castigar a los socios que no honoraban como se debía sus compromisos. Caldera tembló y entonces permitió que importáramos más whisky del debido. La ruina total. Resultaba, pues, que el propio doctor Caldera era el más acomplejado de todos los venezolanos, una terrible y deprimente realidad.

  3. De aquellos polvos venimos, de aquellos polvos vendrían también los plañideros de la IV república, los que se quejan de todo, que por cierto suelen ser en el fondo muy débiles. Gente sin carácter ni audacia para los cambios, como tampoco para abrirse a nuevos horizontes. Mientras sus vidas personales al fin y acabo, han ido de derrotas en derrotas, de desastres en desastres, entonces optan por erigirse en consejeros y visionarios de los que le rodean: siempre andan en plan de darles consejos a los demás y en decir desde sus deprimentes condiciones, cómo los demás deben hacer para mejorar nuestro estado de cosas. Por eso, usted verá a esos eternos habladores de paja, en parques, plazas y esquinas desgañitándose del modo más vulgar e irresponsable diciendo, por qué los gobiernos fracasan, por qué estamos mal y sobre todo por qué nunca salimos de abajo. Yo los veo como simples repugnantes malcriados y llorones. Son gentes, que en sus vidas jamás han sido capaces de plantearse desafíos o iniciativas propias y originales, y quieren señalarles el camino del éxito y de la gloria a los demás. Siempre habría que preguntarles: ¿Por qué si saben ustedes tanto han terminado en simples habladores de paja que ni en sus propias casas les respetan ni les hacen caso?

  4. Pues bien, queridos lectores, siempre tendremos que volver al pasado para poder entender el presente. Resulta, que la consigna de los adecos y copeyanos fue siempre: "Eso, es muy difícil. Eso no se puede hacer. Es más fácil importarlo". Entonces dejaron que nuestros más grandes proyectos los hicieran los europeos y los gringos. Venezuela fue uno de los primeros países de América Latina en tener trenes, pero en poco tiempo quedaron desmantelados porque fueron hechos por los alemanes, y cuando éstos dejaron de atenderlos se volvieron chatarras. Y así ha sido en casi todas las estructuras que nos han armado, y que nuestros pueblos han acabado por sentir y ver extrañas a nuestra propia cultura y evolución. Esto lo vengo diciendo desde hace sesenta años, pero muy pocos me han entendido.

  5. Valga todo lo anterior, para ahora referirme al pensador argentino Manuel Ugalde, cuando visitó Caracas en octubre de 1912. En esa oportunidad Ugarte, dirigiéndose a la juventud venezolana y en homenaje a Bolívar, planteó que el ímpetu que le animaba, que el fuego que le encendía y palpaba de todas las repúblicas latinoamericanas que había visitado, derivaban fundamentalmente hacia las concepciones del ciclópeo defensor de la América libre, "del hombre sobrenatural que sabía leer en el futuro y hacer que las montañas se abrieran ante sus ejércitos como las aguas del mar ante Jesucristo. Por eso es que si se realiza el proyecto de fundar en Caracas una agrupación destinada a defender el acercamiento latinoamericano, yo creo que ella podría ahorrarse el trabajo de formular un programa y de hacer una declaración de principios con sólo levantar, como suprema bandera, el nombre simbólico de Sociedad Bolívar".

  6. Lamentablemente aquella generación a la pertenecía Rómulo Gallegos, no estaba preparada para entender a Manuel Ugalde, subyugada como estaba por los rutilantes destellos de la llamada civilización europea o norteamericana. En ese momento de la estancia de Ugalde en Caracas, Gallegos se encontraba en las Europas, y de vuelta a su país, se mantuvo muy cercano al gobierno del autócrata Juan Vicente Gómez. De algún modo servía al señor ministro de Educación, el señor Rubén González, para quien escribió una introducción sobre sus trabajos de enseñanza, en 1917.

  7. ¿Cómo surgiría ese destello que llevó a Gallegos escribir Doña Bárbara? ¿Por qué el tema de los llanos? ¿Por qué la cuestión ya reiterativa en casi todos los intelectuales de la época sobre civilización y barbarie? En modo alguno, Doña Bárbara fue una novela contra la barbarie que representaba Gómez. Más bien el tirano pidió a uno de sus amanuenses que se la leyeran y la encontró muy bien acoplada a su época. Estuvo atento a la trama hasta el final. Refiere la historia que en la lectura les cogió la noche y se tuvieron que servir del faro de un vehículo para ver el desenlace último. De los mayores conocedores de la obra de Gallegos, además de Juan Liscano, Orlando Araujo, Ricardo Montilla, Ramón J. Velázquez o Harrison S. Howard, se encuentra Argenis Rodríguez, quien hizo un estudio sobre Doña Bárbara, trabajo lamentablemente extraviado, en el que autor desmenuza a cada uno de los personajes. Tiene observaciones como estas: "El drama de la literatura venezolana es muy simple: en Venezuela no hay intelectuales. El asunto de que Venezuela haya tenido dos o tres escritores auténticos no quiere decir que haya tenido escritores o intelectuales. Venezuela no tiene más que un novelista, Rómulo Gallegos, y eso que Gallegos vino tardíamente a la literatura venezolana. Las novelas de Gallegos escritas en el siglo XX pertenecen al XIX de cualquier país. Gallegos no era creador, era sociólogo, y no profundiza en el hombre, en sus problemas sociales".

  8. Dice Harrison, que la Segunda Guerra Mundial ilustró la dependencia de los Estados Unidos a los recursos energéticos de Venezuela, lo que animó a Gallegos a pedir de nuevo una justa participación con los desafueros que hacían los gringos. Gallegos había llegado a creer que Venezuela podía obtenerlos mediante reformas dentro de la relación existente, y esperanzado expresaba: "Pero es necesario que las bonitas palabras que están poniéndole música de serafines a la guerra actual, por parte de ustedes, se conviertan en realidades perdurables". Es decir, remata Harrison, que se pretendía realizar la revolución burguesa en Venezuela permaneciendo esencialmente en su papel de satélite de Estados Unidos.

  9. Para 1921, Gallegos se emocionaba con cada acto "civilizatorio" que nos llegaba de Europa. En enero de ese año nos visitaron unos marinos franceses que fueron recibidos con extraordinaria generosidad por el gobierno del pérfido tirano. El maestro quedó profundamente conmovido y no pudo contener su emoción, su agradecimiento por este gesto de gran trascendencia para el país decente, humano, culto, y dirigió la siguiente carta al dictador: Rómulo Gallegos, Caracas, 13 de enero de 1921, al señor General J. V. Gómez, Maracay.

Benemérito General i amigo de toda mi consideración i respeto:

Me permito enviarle junto con la presente dos ejemplares del último número de "Actualidades", que está dedicado a la reseña de los actos de cortesía con que el Gobierno Nacional correspondió galantemente a la visita de los marinos franceses del crucero escuela Jeanne d’Arc.

Como esos actos exteriorizaron, los principios de cultura i de cordialidad establecidos por Ud., en el majeo de las relaciones internacionales de Venezuela, y a la vez pusieron de manifiesto la estimación en que se tiene a nuestro país i a su Gobierno entre las naciones civilizadas del mundo –lo cual es obra del alto patriotismo llevada a cabo por Ud.- he creído que le sería grato ver recogida la reseña gráfica de ellos en una edición de gala, que, sin desdoro, pudiera exhibirse ante todos como una muestra de lo espléndida y cordial que fue la acogida que Ud. ordenó hacer a los Oficiales que fueron nuestros huéspedes de honor.

Si este contingente mío que he querido expresar al empeño patriótico y perfectamente realizado del Gobierno Nacional de dejar bien puesto el nombre de Venezuela como Nación culta i próspera, tiene la fortuna de serle grato a Ud., dígnese aceptarlo como una muestra de adhesión i de respeto que le profesa,

Su alto S.S. i amigo.

  1. Entre 1922 y 1927, Gallegos se desempeñó como maestro, y no fue molestado por el Bisonte Gómez. Domingo Alberto Rangel dice que el joven que hubiese acudido a Gallegos para buscar ayuda, algún consuelo o esperanza de lucha en aquel tiempo, se habría encontrado con un muro de lamentaciones. En el caso de Gallegos no fue así.



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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