¡Y qué consuelo en todo esto!

"Es fundamento de las sociedades civilizadas que nadie tiene derecho a tomarse la justicia por su mano, y menos que otros cualquiera aquellos a quienes se supone encargados de hacer cumplir, en última instancia, por la fuerza, los fallos de la llamada Justicia. El sable, o se saca para dar con él de filo, o se le tiene envainado; para lo no debe nunca desenvainarse es para dar con él de plano".

El sentido católico-conservador busca aislar a los pueblos, separarlos, levantar murallas entre ellos. La Iglesia no ha visto nunca con buenos ojos las grandes nacionalidades, y recuerda con melancolía añoranza aquella Edad Media en que, disgregados y divididos los pueblos en pequeños Estados, era ella el único poder que los unía y resolvía sus diferencias. La Iglesia fue siempre enemiga del Imperio, lo es de todo Imperio.

Cuando se ve que nuestros fraguadores de opinión no aprenden; que, fieles a la cuarteta de se disponen a repetir los procedimientos que nos llevaron a nuevas mutilaciones de la nación; cuando se ve que no se quiere llegar a la raíz del mal, entonces, frente a los que, movidos por resorte automático, obrando, pero no sintiendo, repiten: "¡Palo!, ¡palo!, ¡palo!", hay que decir la verdad y repetirla siempre, repetirla sobre todo ante el palo, antes que nos peguen, cuando nos peguen, después que nos hayan pegado.

Es torpeza, la de querer trazar a la política un campo restringido. La política no es una especialidad; la política es una forma de concebir, plantear y resolver todo problema. La política es una envolvente de todo problema. La política no es una especialidad; la política es una forma de concebir, plantear y resolver todo problema público. Hay política económica, política religiosa, política sanitaria, política cultural, las grandes cuestiones humanas en una democracia.

Lo que sí ocurre es que en los períodos de intensa fiebre política parece como que las artes, las ciencias, la cultura, todo sufre un eclipse o un retardo. Los espíritus absortos en esas candentes luchas parecen desinteresarse de los problemas de la vida y la cultura. Pero éstas trabajan por dentro, y trabajan a la agitación política.

Claro está, por otra parte, que puede uno interesarse por la política y hasta hacer política activa sin alistarse en ninguno de los partidos organizados en el país.

Con lo que tenemos que procurar acabar todos es con el sentimiento antisocial, o insocial por lo menos. Que se esconde debajo de aquella frase de "el Gobierno nada me da." Todos los Gobiernos de todos los países dan y quitan mucho —con frecuencia quitan más que dan— a todos los pueblos por ellos gobernados. Y donde no hay una intensa vida política, la cultura es flotante, carece de raíces.

Y no hay pueblo que conserve su personalidad aislándose. El modo de robustecer la propia personalidad es derramarla, tratar de imponérsela a los demás. El que se está a la defensiva perece al cabo.

¡La Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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