¡Qué tristeza y dolor! un país donde abundan ladrones y mentirosos

¡Ética! ¿qué es eso? (II)

De la película: COMETAS EN EL CIELO. "Sólo existe un pecado, sólo uno. Y es el robo. Cualquier otro pecado es una variante del robo. Cuando matas a un hombre, le robas la vida, robas marido a una esposa y el padre a unos hijos. Cuando mientes, le robas al otro el derecho a la verdad. Cuando engañas, robas el derecho a la equidad."

"El culto del Estado es el culto de la fuerza. No hay amenaza más peligrosa para la civilización que un gobierno de incompetentes, corruptos u hombres viles. Los peores males que la humanidad haya tenido que soportar fueron infligidos por los malos gobiernos."

LUDWIG HEINRICH EDLER VON MISES

El título de este artículo no es exagerado o tremendista; no solamente existe un país de ladrones, mentirosos, especuladores…si no que existen unos cuantos países con grados más altos o medianos de estos males. Con razón, al escritor italiano Italo Calvino se le ocurrió escribir una fábula titulada: "La Oveja Negra". Como introducción a este escrito, los invito a leer un resumen de este corto pero ilustrativo cuento.

Cuenta Calvino que había un pueblo [léase país] donde todos eran ladrones.

En la noche cada habitante salía con la ganzúa y la linterna, e iba a desvalijar la casa de un vecino. Volvía al alba y encontraba su casa desvalijada.

Y así todos vivían en amistad y sin lastimarse, ya que uno robaba al otro, y este a otro hasta que llegaba a un último que robaba al primero. El comercio en aquel pueblo se practicaba solo bajo la forma de estafa por parte de quien vendía y por parte de quien compraba. El gobierno era una asociación para delinquir para perjuicio de sus súbditos, y los súbditos por su parte se ocupaban solo en engañar al gobierno. Así la vida se deslizaba sin dificultades y no había ni ricos ni pobres.

Pero he aquí, cuenta Calvino, que apareció en el país un hombre honrado. Por la noche, en lugar de salir con la bolsa y la linterna, se quedaba en casa fumando y leyendo novelas. Llegaba el ladrón al que le tocaba su casa, veía la luz encendida y no subía, lo que provocó un hondo malestar entre los otros habitantes. Cada vez que el hombre honrado se quedaba en su casa, una familia al día siguiente no comía. De ahí que le convencieran para que, si no robaba, al menos saliera de noche para que le pudieran robar a él. El problema parecía solucionado: el hombre honrado moría de hambre, pero era decisión suya. Sin embargo, apareció un segundo problema: como él no robaba, cada noche había una casa intacta, la que el hombre honrado debía desvalijar y no la desvalijaba.

Al cabo de un tiempo, la aparición de este hombre honrado provocó un caos en el país. Los que no eran robados cada noche llegaron a ser un poco más ricos que los otros, por lo que no quisieron seguir robando. Y los que iban a robar a la casa de los que no robaban, se volvieron un poco más pobres. Transcurridos unos años, los ricos comprobaron que si no seguían robando se volvían pobres, así que decidieron pagar a los pobres para que robaran por ellos. Y se firmaron contratos y se establecieron salarios… Y los ricos se hicieron cada vez más ricos y los pobres más pobres.

De esta manera pocos años después de la aparición del hombre honesto no se hablaba más de robar o de ser robados sino de ricos y pobres. Y sin embargo eran todos ladrones.

Honesto había existido uno y había muerto enseguida, de hambre.

Me sirvo de esta fábula para introducir al tema de este artículo en el cual razono sobre la conducta de nuestros gobernantes y políticos en general, instituciones públicas y privadas, empresas prestadoras de servicios, ventas informales de productos alimenticios, talleres mecánicos, supermercados y bodegas, panaderías, expendedores de carne, etc., etc.

Corrupción en instituciones públicas y privadas

La RAE define corrupción como:

1. f. Acción y efecto de corromper o corromperse.

2. f. Deterioro de valores, usos o costumbres.

3. f. En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización indebida o ilícita de las funciones de aquellas en provecho de sus gestores.

Preguntémonos: ¿han sido los gobernantes de Venezuela de los últimos 62 años éticos, honrados, responsables, apegados a la ley…?

Cada uno de ustedes responderá de manera diferente, habrá algunos o muchos que contesten con un no rotundo, otros lo harán con un porcentaje.

Lo que si podemos afirmar, sin sombra de duda alguna, es que en Venezuela ha reinado a sus anchas una generalizada corrupción, un robo diario de los haberes de todos nosotros. La corrupción esta incrustada en todos los niveles de las instituciones y sociedad venezolana; de hecho, viene desde la colonia. Desde luego, la que mayor daño nos ha hecho ha sido la de las instituciones públicas y privadas. No solamente por el alto costo monetario sino por el intangible costo ético-moral.

La cuantía en dinero de la extensa e intensa práctica de la corrupción en el país es muy alta, diría que altísima (solamente en obras inconclusas –elefantes blancos- asciende a miles de millones de dólares). Les recuerdo que los presidentes también son funcionarios públicos, cuyos sueldos y gastos pagamos todos los venezolanos, y todos los presidentes de los últimos 62 años, por acción o inacción, nos han causado notables perjuicios a todos nosotros. Si tiene alguna duda, pregúntense las razones por las cuales estamos en este estado de postración y subdesarrollo actual. Nuestra situación actual se debe, fundamentalmente, a la incompetencia en el ejercicio de sus funciones. Es notoria la ausencia que hemos tenido de verdaderos líderes con la visión, la inteligencia y la firmeza para concebir y ejecutar un plan-país integral, conducente a superar el estado de dependencia, subdesarrollo económico-productivo y ético-moral que padecemos.

Adicionalmente, en el caso del presidente en funciones, entre otras, por no tomar y promover acciones jurídicas contundentes a nivel legislativo; exigirles a sus ministros pulcritud y efectividad en sus funciones a través de sus ministerios, exhortar a la fiscalía a tomar acciones precisas para castigar a los corruptos. Son totalmente ineficaces y vacías de acción práctica sus denuncias en la televisión sobre actos de corrupción. Con bla, bla, bla no se combate a los corruptos. El presidente en vez de denunciar actos de corrupción en la TV, lo que debería hacer es informarnos sobre cuantas personas hay presas por tales acciones. Adicionalmente, debería reorganizar los ministerios donde ocurren tales hechos para reducir o eliminar esos actos.

No tengo duda alguna que la corrupción existe y se practica porque las instituciones que deberían castigarla ejemplarmente, simplemente, no lo hacen: hay impunidad manifiesta. Es evidente que los políticos no han estado interesados en promover y lograr instituciones y servicios debidamente estructurados que reduzcan a un mínimo los actos indebidos de los empleados y funcionarios públicos, así como de las personas en altos cargos de gobierno: los comúnmente denominados "los de arriba".

Adicionalmente, es un deber del presidente conocer el estado de los prestadores de servicios de la administración pública, la sanidad, la electricidad, el agua, el sistema educativo, pensiones, etc., etc. También debe ocuparse el señor presidente y sus ministros, entre otras variables que no enumero aquí en este limitado escrito, del estado de las infraestructuras donde los empleados públicos proveen los servicios correspondientes.

La corrupción también alcanza el lenguaje utilizado para informar a los ciudadanos, prometiendo llevar a cabo o tomar medidas en algunas áreas y temas específicos que jamás cumplen. Es muy común escuchar al más alto nivel promesas que se convierten en simples y mentirosos anuncios. El lenguaje es utilizado para engañar o simplemente mentir.

En relación a la administración pública, sabemos que existe para servir al interés general, promover y proteger el ejercicio de los deberes y derechos de los ciudadanos. Tal como afirma Adela Cortina, en muchos casos la Res Publica, que es la cosa de todos, se gestiona como "cosa nostra". Es decir, como si se tratase de un organismo diseñado para servir al interés de unos pocos.

Efectivamente, la eficacia y la justicia son los atributos con los que se espera que la administración pública cumpla su función. Para ello se requieren medios técnicos y humanos. Cuentan entre los primeros: infraestructura idónea, un diseño institucional ordenado, bien reglamentado y gestionado por objetivos. Una correcta implantación y regulación de la carrera administrativa, donde el mérito sea el criterio para el ascenso y un conjunto de medidas destinadas a garantizar que el trabajo se realice de forma adecuada.

Ahora bien, las herramientas técnicas sin marcos éticos para integrarlos en la cotidianidad institucional están ciegas; por esa razón, es menester añadir la ética a la técnica, entendida, no como un catálogo de buenas intenciones sino como un brújula para razonar correctamente y tomar decisiones bien fundamentadas (1.).

Es conocido por todos que los servicios públicos en Venezuela carecen de estructuras diseñadas a su medida, operan en estructuras improvisadas, métodos y procesos ad hoc y ausencia de una carrera administrativa actualizada y exigente. En estas condiciones, la corrupción y la ineficiencia campea a sus anchas; las consecuencias las pagamos todos los requirentes de esos servicios, es decir, todos los venezolanos.

La lista de agravios sufridos por los demandantes de esos servicios es grande y penosa. Mencionaré una de las más graves, el tiempo y costo requeridos para obtener el necesario documento, sea este el pasaporte (además: carísimo) o cualquier otro documento. Es todo un karma apostillar un documento o simplemente obtener una partida de nacimiento, entre muchos otros.

Corrupción en instituciones privadas y áreas de servicios

En Venezuela toda aquella, institución o persona, que esté en condiciones de cometer actos ilícitos, no duda en llevarlos a cabo. En la Venezuela de las dos últimas décadas, el robo descarado, la corrupción, la legitimación de capitales, los negocios oscuros, las acciones de los que pueden para engañar y robar al ciudadano de a pie han sido una constante.

Las empresas privadas engañan, ignoran, no responden, incrementan el costo de los servicios, rebajan su calidad y nos roban. Los robos no son solamente en dinero si no en tiempo, afectando nuestra vida, nuestros recursos y nuestra salud. Las páginas Web de las empresas privadas y públicas que operan en Venezuela no sirven para nada útil al ciudadano; no permiten hacer reclamos de manera fácil y eficaz, se esconden en un mundo virtual, sin respuestas: los ciudadanos estamos indefensos ante tanta desidia.

Las empresas incrementan el costo de los productos de primera necesidad a su antojo, los productos carecen de un etiquetado actualizado, completo y veraz, cambian la fecha de vencimiento o la ignoran, etc., etc. Obviamente, las instituciones del Estado no cumplen con sus deberes, como serían asegurar leyes actualizadas y exigentes y, lo más importante, hacerlas cumplir con la supervisión adecuada. Ninguna empresa privada va a concederles derechos a los ciudadanos sin una exigencia muy firme del Estado y la ciudadanía. Si tienen alguna duda, pregúntenle a Ralph Nader (Winsted, 27 de febrero de 1934), un activista y abogado estadounidense de origen libanés que se opone al poder de las grandes corporaciones y ha trabajado durante décadas a favor del medio ambiente, los derechos del consumidor y la democracia.

Ralph Nader, ha sido cofundador de la "La Unión de consumidores" (Consumers Union), una organización sin fines de lucro con sede en los Estados Unidos, cuya misión es la defensa en cuestiones de políticas relacionadas con las telecomunicaciones, los medios de comunicación, la seguridad del vehículo, el cuidado de la salud, la seguridad de los productos, servicios financieros, inversiones, seguridad alimentaria, vivienda y energía y de la utilidad de la desregulación. Los logros de esta y otras organizaciones (Consumer Reports) ha sido extraordinaria para todos los consumidores de Norteamérica. Algo parecido necesitamos en Venezuela; mientras tanto las empresas seguirán actuando a sus anchas. Todos nosotros debemos organizarnos y reclamar nuestros derechos, no debemos esperar que nos los concedan gratuitamente. No lo harán.

En Venezuela, los actos de corrupción de todo tipo han sido una norma de conducta institucional y ciudadana, todo el mundo que ha podido nos trampea (recuerden el dicho: ¡pónganme donde aiga!). Los actos corruptos los sufrimos desde las más humildes actividades del comercio informal, hasta las grandes empresas que explotan al trabajador, duplican costos, y evaden impuestos. Ignoran el comportamiento apegado a valores ético-morales, son insensibles a valores como la honestidad y la justicia. Son pocas las excepciones del buen ciudadano.

No se ve en el horizonte, ni siquiera una mínima voluntad política que pueda cambiar esta lamentable situación. Hasta ahora el leitmotiv ha sido el negocio trampeado, desde el gobierno, las grandes, medianas y pequeñas empresas, incluyendo los negocios informales de todo tipo. Para rematar, una oposición corrompida, nefasta y falsaria ha cometido en las últimas dos décadas todo tipo de fechorías y robos con el apoyo del poderoso norte y la inacción del sistema de justicia. Bien lo afirmó el padre de la Patria, Simón Bolívar:

"Las buenas costumbres, y no la fuerza, son las columnas de las leyes; y el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad. "

Actualmente, en la Venezuela del año 2022, todos parecen emular a los habitantes de la fábula de Italo Calvino, todos parecen ser ladrones. "Honesto solo fue aquel solemne hombre, y no tardó mucho en morirse de hambre".

  1. http://www.oas.org/juridico/spanish/etivene.htm :Código de conducta de los servidores públicos

  2. https://www.aporrea.org/actualidad/a309099.html : Valores, moral y ética: sus conceptos y práctica en Venezuela (I)



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Higinio Jesús Esparis

Ing. Mecánico UCV

 higiniojesus@gmail.com

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