Mi palabra

¿Qué le falta a Guaidó?

"La idea de que una cosa cruel

puede ser útil, es de por si inmoral"

Cicerón

Todos los títeres utilizados por el imperialismo, para tratar de acabar con el proceso bolivariano, a la larga han terminado: huyendo o capturados más enredados que, el mismo Guaidó, explicando sus mal intencionados propósitos, y después salen hablando de dictadura, o haciendo énfasis al pronunciar la palabra régimen, como si, eso cambia el concepto establecido por el diccionario de la RAE, para finalmente culpar a un tal maduro –según– uno de los más encendidos opositores Rafael Ramírez, quien, en su odio visceral, ha venido actuando, como cualquier niño acostumbrado a las peleas callejeras que, alza la voz con palabras soeces para descalificar al contrario, al golpear el idioma, cuando tiene que, nombrar al presidente Nicolás Maduro, de manera tan infantil que, no queda otra, si no reír.

Algunos de estas marionetas han desaparecido, y parece que, se los trago la tierra, y ni siquiera para un simple ejemplo, los toman en cuenta en la madriguera de la oposición. De Carmona Estanga –el primer presidente interino– ni siquiera la risita sirve, porque fue muy fingida, al saber que, en la calle le estaban sonando los tambores. Carlos Ortega, el mismo de los partes de guerra en la tarde a través de los distintos medios, anunciando la continuación del paro, por momentos se robó el show de la televisión, y ni siquiera (El zorro, ni los tres chiflados) le hacía la competencia, pero a medida que, pasaba el tiempo y el globo de ensayo se desinflaba, empezó a buscar por donde escapar, hasta, que dejó a más de uno con la boca abierta al lanzar su última proclama ¡El paro se nos fue de las manos!

Después de ese capítulo del rancio libreto del imperialismo para acabar, con cualquier movimiento popular, la oposición recurrió nuevamente a los viejos caballos de batalla, quienes obtuvieron un inesperado triunfo para la Asamblea Nacional, donde la voz de Ramos Allup, la más chillona– después de Rómulo Betancourt – se creyó, con el derecho suficiente para atentar e irrespetar las figuras de Bolívar, y Chávez. La Asamblea, la agarraron para lanzar sus ataques, contra el gobierno de Nicolás Maduro, electo democráticamente, y ahí, precisamente se incubó el adefesio de Guaidó: presidente interino y autoproclamado por la voluntad de la oposición y el imperialismo, hasta aplicar el bloqueo iniciado por Obama y profundizado por Trump.

El emergente: Guaidó, sin otra habilidad, que, robar y prestarse para el gobierno de los Estados Unidos, como los muñecos de trapo utilizados antiguamente por los niños en sus juegos, pero, poco les importaba su fin en medio de su inocencia, y llegaba el momento de verlos tirados en el suelo, al lado de cuanto cachivache dejaba el tiempo y las circunstancias. A Carlos Ortega, el comandante Chávez, lo dejó que, se ahogara en su propio charco lleno de tanta podredumbre, y en estos momentos el Guaidó, va por el mismo camino. Solamente respira por el novedoso pajarito del Twitter, pero "encarcelado" sin poder culpar a Maduro, y nadie sabe, cual va ser su último suspiro, porque no habla, no chilla, no ríe y de paso, cada vez que, hace uso del Twitter, lo desbaratan, los que ayer lo aplaudían. Corre o se encarama, no hay otra.



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Narciso Torrealba


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