Maduro no ha podido controlar al "bobolongo"

La estrategia de acción de Nicolás Maduro, aprendida en Cuba o en sus tiempos de sindicalista, está basada en controlar todo lo que esté a su alrededor. En ningún momento se preocupó en tener poder de convocatoria. Juega siempre a la política del amarre.

Quizás al primero que controló fue al propio Chávez desde la sombra se supo ganar la confianza del expresidente, obedecer como un militar sin tener uniforme creaba esa imagen del civil siempre subalterno, incapaz de alzarse al jefe máximo.

Imagina uno que en principio utilizaba la adulancia a plenitud, no sabemos a cuáles extremos llegaría. En Pariaguán conocimos un contratista de la alcaldía que cuando salía de gira con el burgomaestre, le hacía las maletas luego de pernoctar, recogiendo hasta la ropa interior sucia, por supuesto era el contratista mejor tratado, y la esposa era jefa de infraestructura.

Maduro fue trabajando paulatinamente el entorno de Chávez, se ocupó de controlar gente tan importante como Cilia, quien desde la presidencia de La Asamblea Nacional no dejó dudas de su entrega a las órdenes de Hugo Rafael. Nicolás llegó a los extremos de hacerla su esposa.

En la administración de Maduro aprovecharse del hambre para controlar a la gente humilde es si se quiere en buena parte la columna vertebral de la estrategia para dominar el 20 % de sus seguidores. Que indudablemente ya no son fieles, porque nada hacen con el bono ordenado por la jefa de calle. Ante la hiperinflación en dólares, y la escasez de agua, gas acompañadas del desempleo que los lleva a permanecer en la miseria extrema.

Ahora resulta que hasta con las vacunas, implementan un estricto control dictaminado por la Página Patria, desde allí se darán los nombres de los afortunados, es decir si no estás inscrito en esa página, simplemente te mueres.

Ya en el pasado buscó controlar a la Asamblea Nacional, mediante una operación que convirtió a una mínima parte de los diputados en alacranes, para formar una directiva paralela que nunca llegó a nada.

En el terreno de los diálogos formó su propia oposición,, controlando a personajes como Claudio Fermín, Felipe Mujica y Eduardo Fernández entre otros. Le dieron largas a las conversaciones y cuando se le escapaba de las manos el control, se levantaban de la mesa.

Hoy cuando tiene el agua al cuello, sin financiamiento para comprar combustible, alimentos y medicinas comienza aceptar ayuda humanitaria y abre la disponibilidad para el diálogo directamente con Juan Guaidó, a quien no ha podido controlar a pesar de toda la guerra implementada en su contra. La que ha tenido un papel importante en el casquillo pueblerino de Diosdado Cabello, mediante descalificaciones, tratando de ridiculizarlo, e inventando todo tipo de sobre nombres, siendo el de "bobolongo" el que más le gustó a Maduro.

Resulta que Guaidó, no ha resultado ser un bobolongo, no ha sido tan inocente como Leopoldo López, que le hizo caso a "los buenos consejos de Diosdado". Que se metió a su casa para llevarlo escoltado a la cárcel, porque tenía informaciones de que lo iban asesinar.

¿Qué hace Maduro?, como ya se le es imposible controlar a Guaido. Grita acusándolo de todo lo malo, sin ser capaz de detenerlo. Comienza a insultar para aceptar el diálogo públicamente, sabiendo que en esta ocasión debe ser lo más transparente posible. Intenta desmoralizar a Guaidó, para que asistan él y sus representantes con la cabeza baja ante el "poderoso Maduro" y aceptar exclusivamente todas las condiciones impuestas desde el madurismo.

Recordamos esos grandes encuentros de boxeo en donde uno de los participante, grita e insulta al otro contendor, pero al subir al ring, cae noqueado en el primer minuto del encuentro. Pura pantalla, en esa guerra psicológica que ya no convence a nadie.








 



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Claudio Schiveci

Exdirigente juvenil en el Liceo Cajigal de Barcelona, Cofundador de la revista Horizonte, redactor de la revista cultural Candilejas. Columnista en los diarios El Metropolitano, La Nueva Prensa de Oriente y Diario Impacto en Anzoátegui.

 claudioschiveci@gmail.com

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