Ante la Pandemia en Venezuela se impone un Acuerdo Nacional

ANTE LA PANDEMIA EN VENEZUELA SE IMPONE UN ACUERDO NACIONAL

La pandemia de coronavirus (Sars-Cov-2) azota el planeta provocando la COVID-19. Históricamente muchas son las experiencias, sin embargo esta se caracteriza por producirse en un mundo globalizado, su alta contagiosidad y la transmisión silenciosa lo cual colapsa los servicios de atención médica en cualquier país. La acompaña una pandemia de miedo y desinformación que agrava sus efectos.

Las consecuencias tienen las características de una catástrofe de dimensiones planetarias; en lo económico, social y político las evidencias están a la vista.

Desde el modelo de salud hegemónico se trata de una enfermedad a la cual se responde de manera convencional: como se ha hecho desde la antigüedad, con aislamiento-cuarentena y uso de tapabocas, además del arsenal curativo: personal de salud, tecnología médica, medicamentos, material médico-quirúrgico, vacunas. Para eso está presto el complejo farmaceútico-tecnomédico, gran beneficiario de esta industria de la enfermedad y de la muerte.

Sin embargo, lo más importante tratan de mantenerlo oculto, esta pandemia es la expresión de una grave crisis del modo de producción, vida y consumo que caracteriza al capitalismo, crisis de carácter estructural y multidimensional, generada por un modelo de desarrollo absolutamente insostenible, que al convertir la naturaleza en mercancía rompe el metabolismo sociedad naturaleza y facilita y promueva la aparición de pandemias como la que vivimos. Es una manifestación de los efectos del desastre ambiental producido por la convergencia del capitalismo neoliberal y financiero con el extractivismo multipolar, en competencia despiadada entre las potencias consolidadas y las emergentes. No tenemos dudas de que nuevas pandemias y desastres acompañarán esta crisis planetaria. Este ecocidio pone en peligro la vida humana sobre el planeta, gracias a la ambición y el afán de lucro de una minoría enloquecida por el poder y el dinero.

En nuestro país, la guerra del imperio norteamericano contra Venezuela y la marcada incapacidad y corrupción gubernamental nos han llevado a una " Emergencia Humanitaria Compleja" (EHC) y a un cerco económico-financiero-político, acompañado de amenazas de intervención por parte de los EEUU y sus aliados. Venezuela está en el centro de la geo-política mundial, del nuevo reparto del planeta entre las potencias.

Los síntomas de la crisis son aterradores: inflación, dolarización, inseguridad, incremento significativo de la pobreza en la población, aumento de la mortalidad, disminución de la esperanza de vida, desnutrición, quiebre de empresas, grave escasez y carestía de alimentos y medicinas, deterioro y severas fallas de los servicios públicos: agua, luz, gas, telefonía (fija y móvil), todo lo cual configura una situación nunca antes vista.

Existen graves carencias en la conducción del país: incompetencia, ineficacia, ineficiencia, militarismo, altos niveles de corrupción, autoritarismo y represión crecientes; mientras en nombre del socialismo avanza un modelo neo-liberal extractivista con masiva devastación socio-ambiental (arco minero), con un Partido-Estado controlando la sociedad, todo ello abonado con una polarización política extremista.

En ese contexto, vivimos una severa crisis sanitario-asistencial: el sistema público de salud presenta graves fallas de organización y funcionamiento, que se expresan en el deterioro de la infraestructura de los centros de salud, la deficiente dotación de equipos, material médico-quirúrgico y medicamentos, a lo cual se agrega un enorme déficit de personal debido a la emigración masiva de personal de salud. El sistema de salud está notablemente fragmentado, con severos elementos de privatización (directa e indirecta), los pacientes deben comprar casi todo el equipamiento necesario para su atención y tratamiento. No hay real participación popular, y no se ha logrado avanzar en la construcción de un sistema de salud único, gratuito y de acceso universal.

En relación a la pandemia, es altamente preocupante la situación del resto de los problemas de salud que han quedado ocultos o invisibilizados. Tenemos un incremento de dengue, malaria, tuberculosis, mortalidad materna; miles de pacientes con cáncer, cardiovasculares, y distintas enfermedades crónicas no transmisibles. Estando el sistema de salud en crisis, particularmente a nivel hospitalario, es preocupante pensar cómo se está atendiendo y resolviendo esos problemas no relacionados con la pandemia. De igual manera, es relevante las condiciones de sobrecarga de trabajo y las insuficientes medidas de protección que ponen en peligro a los trabajadores del sector salud que atienden de manera abnegada a la población, lo que ya ha ocasionado entre ellos numerosos casos por contagio de esta enfermedad y muertes innecesarias y prevenibles.

En relación al manejo de la pandemia, en comparación con el resto de América Latina, en apariencia el país tiene un panorama más favorable. El 13 de marzo el gobierno venezolano anunció los primeros casos y el 25 de marzo se produjo la primera muerte. El Presidente Maduro anunció la cuarentena obligatoria el 16 de marzo. El gobierno, desde la aparición de los primeros caos, ha anunciado un conjunto de acciones pertinentes y oportunas: la creación de una Comisión Presidencial Nacional, asume el enfoque poblacional y la encuesta masiva, las visitas casa por casa para la identificación de sintomáticos y la realización de pruebas, la cuarentena que se cumple nacionalmente desde el 16 de marzo, el despistaje ampliado y personalizado, el aislamiento y tratamiento precoz de casos; son todas medidas que tienen nuestro apoyo.

Sin embargo, hay un conjunto de medidas que lucen improvisadas y sin base técnica, y seguramente fueron impuestas en el marco de las frecuentes improvisaciones del gobierno. Medidas como la cuarentena 7 x 7 sin ningún basamento epidemiológico, y la absurda medida de hospitalizar a los pacientes asintomáticos, acarrearan graves consecuencias sanitarias. No existe ninguna explicación que permita comprender una cuarentena que se realiza una semana si y otra no, y la hospitalización compulsiva de los asintomáticos contribuirá al colapso del sistema hospitalario, ya de por si inadecuadamente preparado. La preparación del poliedro como hospital de emergencia, para recibir miles de personas, anunciaría el preludio de los duros días que están por venir.

Hasta el 03 de agosto se han reportado 20.206 casos y 174 muertes, para una incidencia de 71 casos por cada cien mil habitantes y una letalidad de 1% (por cada 100 reportados hay una muerte) y se reportan más de un millón y medio de pruebas realizadas. Sin embargo, consideramos que esas cifras no representan la realidad de la epidemia, reflejan básicamente la capacidad institucional para hacer pruebas moleculares (PCR) que son el criterio usado para certificar un caso. Si tuviésemos capacidad para hacer más pruebas moleculares, tendríamos muchos más casos. Si se incluyeran como casos los positivos a pruebas rápidas serían más aún. El gobierno reporta millones de pruebas realizadas, que en su gran mayoría son pruebas rápidas, pero no informa los resultados. Estamos seguros que allí hay miles de casos no reportados y a la espera del diagnóstico molecular. Exigimos se conozca el resultado de las pruebas realizadas.

Además, no podemos dejar de señalar el fuerte impacto que ha tenido la pandemia en el personal de salud, con un número muy elevado de casos y muertes en médicos, enfermeras y otro personal de salud, y a pesar de no existir un reporte oficial, conocemos múltiples casos por nuestra cercanía a ese sector. Pero sin duda, expresa entre otras cosas la deficiente dotación de equipos de protección personal al personal sanitarios, que en muchos casos ha sido compelido a adquirirlos por sus propios medios.

A estas alturas no es posible predecir el futuro de la pandemia en nuestro país. Nos encontramos desde el punto de vista epidemiológico ante tres probables escenarios: a) el recrudecimiento de casos y muertes en los próximos meses, b) la extinción gradual de la epidemia, c) la aparición de una nueva ola de la enfermedad.

Eso hace muy difícil predecir el fin de la cuarentena y la vuelta a una normalidad relativa. El inicio de clase o la realización de elecciones están rodeados de incertidumbre.

Sobre el inicio de clases, nos parece una farsa anunciar la educación virtual y a distancia, sabiendo que Venezuela cuenta con una de las peores conectividades del continente, y la mayoría de la población no cuenta con internet ni computadora en su casa.

Sobre la realización de elecciones, estamos convencidos de su necesidad y somos de los venezolanos dispuestos a participar y a votar. Creemos que la única salida al desastre nacional es política, y que son las elecciones el mecanismo idóneo para salir de este mal gobierno. Sin embargo, no estamos seguros que de aquí a diciembre puedan existir condiciones que permitan cumplir con el cronograma electoral, pudiera que sea necesario diferir las elecciones dependiendo del desarrollo de la pandemia. Estamos convencidos que el gobierno, al igual que el sector extremista de la oposición, juegan a la abstención y a la poca participación. Maduro y la élite gobernante sabe que si hay votación masiva pierden las elecciones. Por eso maniobran y manipulan para desestimular y frustrar a la población e inducirla a que no vote. PERO NO SABEMOS QUE VA A ESTAR PASANDO LOS PRÓXIMOS MESES EN RELACIÓN A LA PANDEMIA. Si el gobierno presume que puede perder, pudiera utilizar la pandemia para suspender las elecciones. O por el contrario, si tuviesen certeza del triunfo las impulsarían a como diera lugar.

Propuestas para atender la emergencia de la pandemia:

  1. Promover un gran acuerdo nacional que permita sacar de la diatriba política cotidiana la pandemia, conseguir financiamiento, y enfrentar unidos las dificultades que vienen. Crear una Comisión Nacional donde participen todos los sectores de la vida nacional.
  2. Exigir que, en el marco de la atención a la pandemia y sus secuelas, se establezca una plataforma unitaria, que comprometa al sector privado, con el fin de combinar y coordinar los esfuerzos y capacidades existentes para adelantar un plan único de atención de la emergencia sanitaria nacional a la escala que se requiere, y se avance en la construcción del sistema público nacional de salud previsto en la Constitución.
  3. Exigir la protección efectiva y las medidas de bioseguridad pertinentes para los trabajadores del sector salud, y la adecuada dotación de Equipos de Protección Personal.
  4. Solicitar que bajo la rectoría del Instituto Nacional de Higiene se descentralicen las pruebas diagnósticas (PCR), a los fines de contar con por lo menos un laboratorio en cada región del país.
  5. Exigir que los informes diarios sean dados por una autoridad técnica en salud, y que informen los resultados de las pruebas rápidas que se realizan.
  6. Solicitar con urgencia el fin del silencio epidemiológico existente desde el 2016 y la publicación periódica y regular de los informes sobre la morbi-mortalidad del país (Boletín epidemiológico del Ministerio de Salud).
  7. Exigir el fin de las sanciones criminales y del bloqueo económico contra Venezuela, y la devolución de los recursos embargados por los EE.UU y otras naciones que acompañan las políticas injerencistas y sancionatorias contra el país.

SUSCRIBEN:

Grupo de Pensamiento Crítico:

José León , Óscar Feo, Jesús Puerta, Jesús Urbina, Javier Biardeau, Eduardo Calderón.

Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución:

Santiago Arconada,Juan García, Edgardo Lander, Roberto López, Gustavo Márquez Marín, Oly Millán, Esteban Mosonyi, Héctor Navarro, Ana Elisa Osorio.



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