Mi palabra

Ataque, defensa o viceversa

"A palabras torcidas, respuesta derecha".

Refrán popular

Un lector me pregunta de manera por demás provocadora: ¿Usted no se cansa de tanto defender al gobierno? Le devolví la interpelación por el mismo medio– el correo– sin dejar pasar mucho tiempo, buscando aplacar sus malsanos instintos: ¡Pregúntale a Trump, y a sus títeres tanto de allá, como los de acá, si no se cansan de atacar al gobierno venezolano! Todavía estoy esperando que me responda, a pesar que cuenta con bastante material de apoyo para dar una respuesta satisfactoria.

El leyente olvida que el mundo se mantiene en una permanente pugna incitada a través de la palabra; sin embargo, los conflictos bélicos por momento parecen calmarse por diferentes razones, entre ellas el dialogo, la tolerancia en las divergencias, pero lo más importante, los palos que se ha llevado el causante: el imperialismo cada día en retroceso, pero por su misma naturaleza, busca avivar las hogueras donde le brindan las condiciones poniendo la mirada muy focalizada en Venezuela, y para esto se apoya en los vende patria, ansiosos de dólares.

Para bien de la humanidad, existe la comunicación, aún, cuando en los últimos años la han venido convirtiendo en un arma para amedrentar, presionar y atacar gobiernos y personas, como viene sucediendo contra el Presidente Nicolás Maduro, por parte del gobierno de los Estados Unidos, con cuanto adulante se agrega a la caravana de arrastrados; muchos terminan haciendo el papel de "office boy" en cualquier dependencia o aparato represivo del imperialismo.

La cuadrilla de atacantes es muy variada; muchos de ellos están bien preparados para opinar en el encendido debate sobre la grave situación, dando muestras de sinceridad en algunos casos; otros cargan el cuchillo amolado, y no dejan pasar cualquier circunstancia a su favor para tratar de encender las criminales guarimbas del pasado, pero también conseguimos los que están totalmente "enfermos", como un dirigente de barrio, quien no se quita una gorra de AD, muy presumido, como si cargara el efectivo tratamiento para evitar el viaje hacia la eternidad; tan obtuso, que se ha convertido en una muestra de brutalidad política, al negar totalmente convencido, que aquí en Venezuela no hay coronavirus, que es una estrategia de Maduro, para evitar las protestas ¿Y entonces los infectados y muertos los inventa Maduro?

Frente al reto del lector, no me queda, si no recordarle una salida del poeta Vladímir Mayakovski, cuando le preguntaron: ¿Por qué habla tanto de usted? respondió sin vacilar ¡Lo bueno mío, lo digo yo; lo malo que lo digan mis enemigos! Por lo tanto, seguiré resaltando lo bueno de Nicolás Maduro, lo malo que lo sigan diciendo los enemigos, quienes han llegado a la desfachatez de negar el enorme esfuerzo del gobierno, de proteger al pueblo venezolano de la pandemia, al tomar medidas preventivas a tiempo con la cuarentena, y hasta los momentos ha dado buenos resultados, a pesar de tener en las fronteras de Brasil, y Colombia, focos de infección altamente peligrosos, dejando al descubierto la desidia e irresponsabilidad de dos mandatarios fieles serviles de Trump.



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Narciso Torrealba


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