Un acto reprobable en revolución

Recientemente, como una ayuda a sus empleados, jubilados y pensionados, la Corporación Venezolana de Guayana, procedió a hacer entrega de bolsas de comida, después de la última entrega realizada hace 11 mes, en concordancia con las políticas de alimentación que tiene activado el gobierno nacional. Esa es una política plausible. Ojalá lo hicieran con regularidad. Pero en este acto de los días 13 de mayo, sucedió algo malo, muy malo. Resulta que a los sobrevivientes le negaron las nombradas bolsas de comida. A pesar de que estas personas son quienes más apoyo requieren, por razones obvias.

No sé de quien vino esa orden de negarle a los sobrevivientes el derecho de tener acceso a las referidas bolsas. Una cosa sí es cierta, revolucionarias no son. Un verdadero revolucionario actúa como actuaba el Che Guevara. Él demostró como médico revolucionario y como persona que estaba lleno de humanismo, pero, sobre todo, era un hombre preñado de amor. Él mismo dijo una vez: "Quien no siente amor, no puede ser justo, y quien no es justo no puede llamarse revolucionario".

"Un acto reprochable en revolucion", como he titulado este trabajo periodístico, no es correcto. Y no lo es porque no vivimos en revolución. Se trata de un proceso donde, parodiando a Antonio Gramsci, lo nuevo no acaba de nacer y lo viejo acaba de morir. «El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos». En efecto, son muchos los monstruos que acechan al legado de Hugo Chávez. Unos desde afuera. Otros desde adentro. Eso es lo que pasa en la Corporación Venezolana de Guayana, y en otros entes públicos.

Ser un verdadero revolucionario no es fácil. El revolucionario no nace, se hace. Se hace a través de la lucha constante, producto de la siembra de conciencia en su mente. Se hace a través de la experiencia que es la madre del aprendizaje. Se hace a través del contacto con la realidad. Esa realidad preñada de pobreza y de injusticia. Se hace a través de la sensibilidad que anide en su cuerpo y en su mente. Se hace a través del amor. Un revolucionario que no sienta el amor profundo, no lo será nunca. El Che Guevara es un buen ejemplo de lo que es ser un revolucionario.

Ernesto Guevara la Serna (cuyo nombre es de origen Germánico y significa lucha, firmeza y fortaleza, ha sido, acertadamente, bautizado como el guerrillero heroico. Él era, además, un hombre de un gran sentimiento humanitario, lo demostró a lo largo de su vida, cuando tuvo las ocasiones de ejercer como médico. Esos sentimientos lo llevan a compenetrarse con sus pacientes con un humanismo de altura, y así fue toda su vida. Y supo dar el ejemplo de cómo se construye un verdadero socialismo.

En el proceso liderado por el hijo político de Chávez, hay revolucionarios incuestionables, comenzando con el propio Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, María León, Víctor Hugo Morales, Jorge Rodríguez, Delcy Rodríguez, entre otros camaradas del PSUV. Gente como está, pienso yo, no daría una orden para negarle una bolsa de comida a los sobrevivientes. No, no puedo ni pensarlos. Pero existen los "monstruos", que alude Gramsci, y que sí son capaces de eso y de mucho más. Estoy seguro de que, si este artículo llega a manos algunos de los camaradas que he nombrado, pudieran remendar el acto reprochable que ha tenido efecto en la CVG.



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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