Las primeras lecciones que nos está dejando el Coronavirus

Tal como lo refiere la Organización Mundial de la Salud (OMS) el COVID-19[1] es " la enfermedad infecciosa causada por el coronavirus que se ha descubierto más recientemente. Tanto el nuevo virus como la enfermedad eran desconocidos antes de que estallara el brote en Wuhan (China) en diciembre de 2019", este virus que se ha venido propagando velozmente a lo largo y ancho del planeta[2], nos está dejando tempranamente varias lecciones y desafíos como humanidad, porque indudablemente esto que estamos viviendo como pandemia, muy seguramente nos impacte de tal manera que nos conduzca como un catalizador a tener que cambiar muchos aspectos de orden político, social, cultural y económico. Definitivamente el COVID – 19 es la reafirmación de la profunda crisis terminal del modelo civilizatorio moderno – colonial en curso.

La primera lección que nos está dejando es que efectivamente en este mundo globalizado e hiperconectado cualquier pequeña variación que ocurre en un lugar del planeta puede crear importantes caos y destrucción en otra parte distante. Definitivamente como decía el filósofo presocrático Anaxágoras: "Todo está en todo, nada existe aisladamente". Por ello es demente pensar que en este modelo civilizatorio donde todo está mercantilizado, y en donde el afán de lucro de unos pocos que termina promoviendo guerras, destrucción de bosques, contaminación de los mares, la tierra, el aire etc, está conduciendo a un acelerado y progresivo proceso de destrucción. Para la humanidad no hay vuelta atrás o salvamos el planeta o nuestra existencia tiene los días contados. No es una posibilidad remota es una verdad impostergable.

La segunda lección: y muy relacionada con la anterior es la evidencia de que vivimos en un sistema complejo por lo tanto no lineal. Esa complejidad esta signada por la presencia de múltiples subsistemas que interactúan pero que también son interdependientes. La solución a la pandemia que hoy está azotando al planeta, requiere de un trabajo planificado y coordinado por parte de todos los gobiernos del mundo. Lamentablemente la disputa por el control del planeta por parte de quienes determinan el rumbo de la geopolítica mundial, lejos de ayudar contribuyen a profundizar la crisis, definitivamente estamos gobernados por una clase política de dementes que no tienen una valoración clara de su responsabilidad política y del impacto planetario que tienen las decisiones que toman o dejan de tomar. La gran lección de todo esto es que el ciudadano de a pie no puede seguir ajeno a la política y a las decisiones que se toman dentro del Estado. Debemos asumir, como pueblo como sociedad, el control del Estado para incidir en la capacidad de generar bienestar social y no privilegios personales que es como se suele utilizar el poder por parte de una clase política cuya existencia se resume a una búsqueda permanente de poder, privilegios y capital. La política debe ser concebida para el poder social, para la inclusión social como poder constituyente permanente. En Venezuela es patético ver como ante una pandemia como la que está azotando actualmente al planeta y como es de esperarse está amenazando a nuestro país, situación por demás muy dramática en el marco de la crisis humanitaria compleja que estamos viviendo, no existe un mínimo de voluntad política por parte del gobierno[3] ni de la oposición extrema para ponerse de acuerdo en trabajar y organizar un plan que permita minimizar el impacto del virus tanto a la población que reside en el país como a los venezolanos que forzosamente han tenido que emigrar. Es criminal que permanezcan las sanciones económicas y financieras por parte del Departamento de Estado de los EEUU contra Venezuela y más criminal aún el continuo estímulo y justificación que realizan de dichas sanciones quienes se agrupan en torno al liderazgo del diputado Juan Guaidó.

La tercera lección: es que ante todo somos seres humanos y no somos por naturaleza homos economicus, por lo tanto debemos buscar la conexión de la economía con la gente. La desconexión de la economía con la gente se evidencia en la creencia de que el hecho económico está circunscrito a la elaboración teórica de controversias referidas exclusivamente a aspectos relacionados con la lógica, donde la economía, como decía la economista Joan Robinson[4], termina siendo una rama de la teología. La economía vista así se convierte en un acumulado de dogmas, creencias y de fetiches, que parten de un conjunto de supuestos sobre los cuales se busca edificar "verdades" que en la mayoría de los casos, por no decir todos, están reñidas con la realidad. Es obvio que es la lógica que responde al capital. Es así como nos hemos acostumbrado a aceptar y a conformarnos con mirar el éxito del desempeño económico de un país a través del comportamiento de sus principales variables macroeconómicas como lo es por ejemplo la que refiere al Producto Interno Bruto (PIB). Supeditando el bienestar social de la población al comportamiento de la dinámica económica del capital, ejemplo claro de ello fue la postergación de las medidas de aislamiento sanitario en Europa (por solo mencionar algunos países) para no afectar a la economía, lo que generó un incremento de la propagación del virus y consecuentemente de los fallecidos, a tal punto que tuvieron que reflotar en países como España[5], Francia[6], Italia, entre otros, al Estado de Bienestar.

Aclaro que no desecho de plano la importancia de los indicadores macroeconómicos, solo que su concepción y la mirada unilateral sobre ellos no nos dice nada o casi nada del bienestar social de los pueblos y de la huella ecológica que está generando de forma acelerada este modelo civilizatorio en crisis, que es a la postre el elemento esencial de cualquier sistema económico que tenga medianamente conexión con la realidad. Hemos visto como la paralización o frenó que ha sufrido la economía del capital como resultado del COVID -19 ha generado un positivo impacto ambiental[7], lo que nos hace reafirmar que existe una correlación positiva entre crecimiento económico y destrucción de la naturaleza, expresión concreta de la profunda crisis del actual modelo civilizatorio.

Cuarta lección: esta pandemia nos reafirma cuan vulnerable somos como seres humanos, si no tomamos conciencia de ello, y no aprendemos la lección del hecho cierto de que debemos parar y cambiar nuestros patrones culturales de consumo relacionados con el afán de mercantilizar todo, colocando por encima de la metabolización del capital la urgente metabolización de la vida, donde se promueva la solidaridad, la responsabilidad individual con conciencia colectiva, estaremos condenados como especie a desaparecer de la faz del planeta.

Como dice la canción de Silvio Rodríguez: "seamos un tilín mejores y mucho menos egoístas".

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[1] https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019/advice-for-public/q-a-coronaviruses

[2] A la fecha se han contagiado 399.000 personas en 185 países. https://www.rtve.es/noticias/20200324/mapa-mundial-del-coronavirus/1998143.shtml

[3] La situación precaria de los presos en general y concretamente de los presos políticos. Continúa la violación a los derechos humanos por parte de los organismos de seguridad del Estado a dirigentes y a sectores de la población.

[4] La Economía Hoy.

[5] https://as.com/deporteyvida/2020/03/17/portada/1584466367_416754.html

[6] https://www.lavanguardia.com/internacional/20200316/474212594165/coronavirus-macron-medidas-choque-indeditas-francia.html

[7] https://sostenibilidad.semana.com/medio-ambiente/articulo/el-positivo-impacto-ambiental-que-ha-dejado-el-coronavirus/48932 y https://actualidad.rt.com/actualidad/346465-agua-canales-venecia-cristalina-cuarentena y ver: https://cnnespanol.cnn.com/2020/03/17/hay-un-beneficiario-poco-probable-del-coronavirus-el-planeta/



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Oly Millán Campos

Economista (UCV) y exministra del Ministerio para la Economía Popular (2006). Integrante de la Plataforma Ciudadana en Defensa de la CRBV y de la Plataforma Contra el Desfalco a la Nación

 omillancam@gmail.com      @angelicamcampos

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