Cartas a Arthemis

Eva, Siempre será una cuestión de salud pública y procesadoras de alimentos

Estoy esperando desde hace doce, (12) años que los residentes o enfermería me habrá un historial médico en un Centro de Diagnóstico Integral, DCI, de mi territorio donde resido desde hace cuarenta años con mi grupo familiar. Apenas logre durante ese tiempo un blíster para la tensión en el año 2014. La dejadez es grande en algunos centros e instituciones de salud pública, no tanto por los médicos residentes o rotativos que tienen esos lugares como centros de trabajo y de hogar. Sino, porque los Consejos Comunales asumen sus responsabilidades y no la cumplen. En mi caso, hay cuatro botes de basura cerca de mi hogar y, a cien metros del CDI hay uno y la Casa de La Cultura donde funciona el mismo, se ha convertido en un club de bolas criollas.

Por este tipo de desaseo urbano y donde intervienen vecinos como protagonistas, el COVID- 19 que es la suma de varios ejes infecciosos de bacterias dosificadas que esta determinada por tres niveles: inicial, máximo y tardío. También depende del tipo respuesta que estén dando las instituciones de salud pública en tu región. De cuáles son sus datos demográficos, cuántos años tienes, si estás inmunológicamente sano en el momento del contagio, o cuál es tu salud subyacente.

También puedes ser una persona no diagnosticable por tu inmunogenética, la genética subyacente que te da una respuesta inmune al virus, y es posible que el virus no presente síntomas. En mi caso, siempre he sido rígido en mi salud y me oriento por el aspecto sanitario cubano y los consejos dados por una niña rusa de ocho años sobre como alimentarme para ser como "sus padres y abuelos" en la edad madura y vejez, en ese momento tenía doce años y cursaba primer año de educación secundaria en el liceo Raúl Cuenca de Ciudad Ojeda. Por ello, al ver a ciudadanos botar basura tras el patio de mi residencia o en las calles, me sobreviene un disgusto, porque ensuciar es enfermarse y la naturaleza como el medio ambiente no tiene tiempo de espera.

El COVID-19 registraba una tasa de letalidad o de estadísticas de muerte por el virus (CFR -Case Fatality Rate-) de entre 2 y 4% al comienzo del brote en Wuhan. Fuera de Wuhan, el CFR parece caer más o menos al 1% e incluso por debajo, pero también parece aumentar en puntos aquí y allá, incluso en lugares de Italia y Estados Unidos. Su rango no parece muy elevado en comparación con, por ejemplo, el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) en el 10%; la gripe de 1918, 5-20%; la gripe aviar H5N1, el 60%; y, en algunos puntos, el Ébola, el 90%. Pero ciertamente, supera el 0,1% de CFR de la incidencia de la gripe estacional. Sin embargo, el peligro no es sólo una cuestión de tasa de mortalidad, sino que también se tiene que afrontar lo que se llama penetración de la tasa de ataque comunitario: qué penetración tiene el brote entre el conjunto de la población mundial.

Seré el primero en celebrarlo si este brote demuestra ser un fracaso al final de la curva o su pico que será en agosto. Pero estos esfuerzos para descartar COVID-19 como un posible peligro, citando otras enfermedades mortales -especialmente la gripe-, son un recurso retórico mal utilizado para hablar de la preocupación sobre el coronavirus.

Pero, Ana, estoy preocupado, más de Wall Street, están las personas que no compran para sus residencias absolutamente nada, ni desinfectante o alcohol, guantes y algodón. Más bien se dedican a botar comidas y desperdicios en los lugares públicos o terrenos baldíos que son los centros de inoculación de las enfermedades respiratorias porque es el paso de los depredadores y rastreros.

Esto, es apenas el comienzo, en tiempos del fin, acelerado por la mano del género humano.

Tiene poco sentido comparar dos patógenos en diferentes momentos de sus curvas de desarrollo. Sí, la gripe estacional infecta muchos millones en todo el mundo, matando, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta 650.000 personas al año. El COVID-19, sin embargo, sólo está comenzando su viaje epidemiológico, y a diferencia de la gripe, no tenemos vacuna ni inmunidad colectiva para frenar la infección y proteger las poblaciones más vulnerables.

Viene invierno en el Sur y tenemos presidentes títeres de las grandes organizaciones económicas.

Estas son similitudes superficiales que no tienen en cuenta una diferencia importante entre los dos patógenos. Sabemos mucho sobre la dinámica de la gripe. Sabemos muy poco sobre COVID-19, que está lleno de incógnitas. De hecho, hay mucha información del comportamiento del COVID-19 que no conoceremos hasta que el brote se desarrolle por completo. Al mismo tiempo, es importante comprender que no se trata de COVID-19 versus gripe estacional. Es el COVID-19 y la gripe. El hecho de la aparición de múltiples infecciones capaces de convertirse en una pandemia, atacando las poblaciones de manera combinada, debería ser la preocupación principal y central.

Ahora, se debe investigar los laboratorios, porque eliminaron los genéricos. Recomiendo que entrevisten al Doctor Eduardo Alemán, experto farmaceuta de la Universidad Central de Venezuela sobre el tema sanitario venezolano y las prevenciones, sería bueno que estuviese acompañado por un epidemiólogo. Estuve en la Cruz Roja Venezolana como socorrista y en un momento mandaba a estacionar las dos ambulancias en el Balneario Palmasola y solo podían movilizarla el médico encargado del área y por lo menos en Morón buscando Tocuyo de la Costa, ni siquiera un desperdicio de papel en la playa, pero, algo interesante, ya se observaban pequeños mosquitos entre las matas de coco y algunas hierbas, el otro trabajo lo harían los laboratorios que producen herbicidas y productos químicos para el agro, esos mosquitos bajaron a las ciudades y se alejaron de las costas por el calor y en ese viaje se mutaron y cambiaron su genética. Es como Venezuela, somos una mezcolanza de nacionalidades, unas fuertes y otras débiles, pero vemos más mestizos y mulatos que sirven para el trabajo fuerte, el blanco resulta frágil para el trabajo duro, es cuestión de genética.

Pero, los filósofos por nuestra parte elaboramos teorías, pero, nadie las acepta y quieren que escuche sus enfoques. Pero, lo único cierto es que el coronavirus es un espectro anterior del zika y dengue, kinkuya. Hay que reformarlo todo y naturalizar el capitalismo, para alejarnos de la tiranía del mercado y salir del mercado, tampoco el comunismo es lo mejor. Hay una realidad de que liberarse, ambos sistemas deben ir a un instinto de supervivencia y, como tal, racional y no egoísta.

Los grupos de dirección política quieren utilizar lo que hoy son enfermedades globales para "racialitzar" las prohibiciones de viajar y el cierre de fronteras. Esto es, por supuesto, un sin sentido. En este punto, dado que el virus ya se está propagando por todas partes, lo más sensato es trabajar para desarrollar la resistencia de la salud pública para que no importe quien recurra con una infección, para que tengamos los medios para tratar y curar. Y, por supuesto, que se deje de robar la tierra a los pueblos originarios y provocar los éxodos en primer lugar, sólo así podremos evitar que los patógenos emerjan.

Siempre será una cuestión de salud pública y procesadoras de alimentos. Siempre, aunque sólo sea por una cuestión de salud pública. La producción de alimentos altamente capitalizada depende de prácticas que ponen en peligro toda la humanidad, en este caso ayudando a desatar una nueva pandemia mortal, desde el cáncer hasta pandemias.

Deberíamos exigir que los sistemas alimentarios se socialicen de tal forma que, en primer lugar, se evite la aparición de agentes patógenos tan peligrosos. Esto requerirá, primero, reintegrar la producción de alimentos a las necesidades de las comunidades rurales. También requerirá prácticas agroecológicas que protejan el medio ambiente y los agricultores en la medida que cultivan nuestros alimentos. En general, debemos sanar las fallas metabólicas que separan nuestras ecologías de nuestras economías. En resumen, tenemos un planeta para ganar.

Pero, debemos comenzar por nosotros mismos y ser sanos, limpios, cuidar las mascotas con sus veterinarios y cuidarnos de murciélagos y roedores en nuestro hogar.



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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