—Qué hace ahí hombre.

—Aquí leyendo, compita.

—Y se puede saber qué está leyendo, porque lo veo muy concentrado en eso.

Si no es mucho abuso, digo yo.

—Una entrevista que le hicieron a aquel que fue alcalde.

—Y cuál fue ese, porque alcaldes ha habido varios.

—El que llaman Barreto.

—¿Y qué dice este señor?

—Lo que dice todo el mundo, que la cosa está ruda.

—Nada nuevo entonces.

—Dice "los dos extremos han extenuado al pueblo, el pueblo está colapsado no cree en la polarización".

—Ahora, se viene a dar cuenta de eso.

Cuando se planteó la tesis de la polarización, que para mí siempre fue falsa, como les convenía la auparon.

Desaparecieron del mapa político al resto de la población y no les permitieron ni existir siquiera.

Y como ahora están en la orilla del camino, ya no les conviene la bendita tesis de la polarización.

Y qué más dice.

—Dice que "hay entre un 65% y un 70% de gente que está harta de los dos extremos".

—La gente está jarta de los dos extremos y de lo que hay en medio también.

Porque estos que ahora están en ese guabineo gris estuvieron dando vítores a los extremos, les parecía que eso era lo más maravilloso que había pasado.

—Y dice esto otro "ha habido una captura, un secuestro de la conciencia del pueblo".

¿Qué será eso?

—Eso es lo que el otro día le menté que lo llaman tiranía psicológica.

Que es la forma más decente de dominar a la población.

—Él dice que "somos un socialismo libertario, que cree en la democracia de base, que no cree en el control del estado-partido".

Debe ser su grupo político.

—¿Ya no es del siglo XXI?

—Parece que no.

—Otra etiqueta para lo mismo.

Están como aquellas camisas que se ponían al derecho y al revés.

Si no sirve de un lado sirve del otro.

Esa postura se parece mucho a la socialdemocracia y no confunda esto con los adecos, que también son socialdemócratas.

—Dice también "yo no sé en qué socialismo cree el compañero Maduro"

—Ni él sabe ni nadie sabe.

Ni a nadie, a esta altura del partido, le interesa cuál es el socialismo de Maduro.

Eso es lo que menos preocupa a la gente.

—Y habla de religitimar los poderes públicos.

—¿Cuáles? Si ya no queda ninguno.

No se puede religitimar lo que no existe.

—El muchacho también dice que "estamos en un abismo, luego de un retroceso sostenido seguimos cayendo, el país está en caída libre, lo peor es que no hay gobierno".

—Desde hace rato que estamos en caída libre en ese abismo, o es que no se había dado cuenta.

No dice nada nuevo ni que la población no sepa.

Todo eso es sabido por todo el mundo.

Usted le pregunta a cualquiera le dice eso, sin tener ningún título de nada.

—Pero el hombre es claro, porque dice "nosotros no estamos con Maduro, pero tampoco con esta oposición apátrida".

—Nadie está con Maduro, para empezar.

Eso pobre hombre está más solo que la una. Nadie lo quiere.

Y luego le aplica la coletilla, ni "con esta oposición apátrida"

¿Con cuál oposición está? Entonces. Porque si no está con Maduro es un opositor. Eso no lo aclara.

Además, a la izquierda venezolana siempre le caían unos churupos desde afuera, y nadie los llamó a apátridas. O esa admiración desmedida por el modelo de Cuba, tampoco nadie dijo que eran apátridas.

Es el mismo discurso de ni con Dios ni con el Diablo.

—El hombre propone una solución

—¿Cuál es esa?

—"Crear un gran movimiento de salvación nacional".

—Búsquese un discurso que no diga eso. Todos quieren salvar a la nación.

Eso es retórica, ya manoseada.

Un refrito como le dije en estos días pasados. Que puede dar resultado si logra calar en la gente.

—Lea aquí lo que dice además.

—Es lo mismo que dice todo el mundo.

Y no tiene porque ser diferente, porque no hay más nada que decir.

La cosa no está en decir lo que se dice, sino cómo se dice para que la gente se anime.

La gente está hasta aquí, de estos políticos. Esa es la mera verdad.

Vamos a dejar esto hasta aquí que me puede dar gastritis.

Y le dijo: Por ahora, apriete.