Letra divina y letra humana

Hay mas y más de 8 millones de aspectos límbico antagónicos en la capital clara contradictoria confusa, y, la letra divina y la letra humana es tan solo y sólo, uno de ellos, incrustados aspectos en un lugar del Derecho Usual Ordinario Romano, en la definición discordante difusa de la jurisprudencia: "La jurisprudencia es el conocimiento de las cosas divinas y humanas, y la ciencia de lo justo y de lo injusto." Digan ustedes que han seguido las escrituras, por Aporrea, de este cura raro ignaro cleuasmo asno, si esto no es contenido que contiene el continente de continentes, ser y noser, de la literatura védica upanishad sánscrita, de la modernidad ilustrada einsteiniana. Digan ustedes de la contradicción borrosa que hay entre las cosas divinas y las cosas humanas, entre lo justo y entre lo injusto. Todo esto es algo novedoso ante el sol ludovicosilvaiano, por culpa de Aristóteles, quien entregóse de lleno y de relleno histórico al tercio excluso estagirita, descuidando a su tercio incluso, del exceso y del defecto, por la larga longaniza de, mas y más, de tres mil años hasta la voladura de Las Torres Gemelas Neoyorquinas el 11/09/2001. Algo nuevo ante el sol ludovicosilvaiano, que ha de dársele un cuarto al pregonero en las escuelas en que se tenga al estudio de las Leyes de la Lógica Elementa Aristotélica, pues ahora, existe el principio del tercio incluso, criada respondona al principio del tercio excluso.

Hay mas y más de 8 millones de aspectos límbico antagónicos en la capital clara contradictoria confusa, y, la letra divina y la letra humana es tan solo y sólo, uno de ellos, incrustados aspectos en un lugar trecho estrecho arrecho platónico, entre un lugar la Mancha y un lugar de la Mancha, como si fuera entre el dicho y el hecho, lo que nos dijera Don Quijote (I, 37 y 38): "Quítenseme de delante los que dijeren que las letras hacen ventaja a las armas, que les diré, y sean quien se fueren, que no saben lo que dicen… las armas requieren espíritu, como las letras, veamos ahora cuál de los dos espíritus, el del letrado o el del guerrero, trabaja más. Y esto se vendrá a conocer por el fin y paradero a que cada uno se encamina, porque aquella intención se ha de estimar en más que tiene por objeto más noble fin. Es el fin y paradero de las letras..., y no hablo ahora de las divinas, que tienen por blanco llevar y encaminar las almas al cielo, que a un fin tan sin fin como éste ninguno otro se le puede igualar; hablo de las letras humanas, que es su fin poner en su punto la justicia distributiva y dar a cada uno lo que es suyo, entender y hacer que las buenas leyes se guarden. Fin, por cierto, generoso y alto y digno de grande alabanza, pero no de tanta como merece aquel a que las armas atienden, las cuales tienen por objeto y fin la paz, que es el mayor bien que los hombres pueden desear en esta vida. Y así, las primeras buenas nuevas que tuvo el mundo y tuvieron los hombres fueron las que dieron los ángeles la noche que fue nuestro día, cuando cantaron en los aires: ''Gloria sea en las alturas, y paz en la tierra, a los hombres de buena voluntad''; y a la salutación que el mejor maestro de la tierra y del cielo enseñó a sus allegados y favoridos, fue decirles que cuando entrasen en alguna casa, dijesen: ''Paz sea en esta casa''; y otras muchas veces les dijo: ''Mi paz os doy, mi paz os dejo: paz sea con vosotros'', bien como joya y prenda dada y dejada de tal mano; joya que sin ella, en la tierra ni en el cielo puede haber bien alguno. Esta paz es el verdadero fin de la guerra, que lo mesmo es decir armas que guerra. Prosupuesta, pues, esta verdad, que el fin y blanco de la guerra es la paz, y que en esto hace ventaja al fin de las letras…" En las letras divinas, la gloria, y, en las letras humanas, la justicia. Entre, aspectos límbico antagónicos, hay un trecho estrecho arrecho platónico, tanto como la del dicho y del hecho, en la diagonal del cuadrángulo rectángulo socrático, ahí en las letras sanguíneas, la paz, fin y paradero de la guerra, tanto para la gloria como para la justicia, entre la letra divina y la letra humana, la paz. Queremos paz, mas y más, la paz, no se ha lograr sino a cambio de la gloria y de la justicia, y, para eso está la letra sanguínea, en donde anídase la guerra que es sintomática sinónima antípoda de paz, a según y cómo despréndese de Quijote (I, 37 y 38), acótase que ha de ser una paz cervantina quijotesca profunda, entre la guerra y la paz, similaricadencia al tercio incluso aristotélico profundo, entre exceso y defecto.

 

Hay mas y más de 8 millones de aspectos límbico antagónicos en la capital clara contradictoria confusa, y, la letra divina y la letra humana es tan solo y sólo, uno de ellos, incrustados aspectos en el pensamiento y no pensamiento de Sun Tzu, mucho antes del Quijote, por allá colindando con la literatura védica: "Lo más recomendable en la guerra es tomar intacto el país enemigo, destruirlo es inferior a esto. Ganar cien victorias en cien batallas no es el colmo de la habilidad. El colmo de la habilidad es someter al enemigo sin pelear. Se ha de engañar al enemigo, confundirlo, desorientarlo e inducirlo en errores." La letra sanguínea cervantina quijotesca, entre la letra divina y la letra humana, tanto como el realismo ingenuo y el realismo mágico, encuéntrase el realismo borroso, literatura narrativa y literatura creativa, al mismo tiempo paz cervantina quijotesca profunda, entre la guerra y la paz, algo asina como el someter al enemigo sin pelear, en que la paz humana no ha dejado de ser nunca épica estética ética con fundamento en lo divino, pues la mitología es expresión de la gloria, y ahí revientan guerras, en dácame esas pajas, muéstrase el prístino sinigual botón griego de la Ilíada y la Odisea de Homero, sin exceptuar el similaricadente imitativo broche latino de La Eneida de Virgilio, y lo presencial en lo griego y en lo latino, la letra divina y la letra humana.

 

 

Hay mas y más de 8 millones de aspectos límbico antagónicos en la capital clara contradictoria confusa, y, la letra divina y la letra humana es tan solo y sólo, uno de ellos, incrustados aspectos en similaricadencia tautológica engendrada cervantina en Rubén Darío, cuando nos dijera que: "La poesía es anuncio del porvenir, llevada por la existencia concreta de la cuestión del problema de la vida y de la muerte". La vida y la muerte, tanto como el amor y el odio, tanto como la guerra y la paz, tato como la letra divina y la letra humana, contenidos que contiene el continente de continentes, ser y no ser, de la enciclopedia védica upanishad sánscrita, de la nueva orientación conceptual einsteiniana, y, todos han de tener tercio incluso aristotélico profundo, la paz cervantina quijotesca profunda, la letra sanguínea, entre la letra divina y la letra humana, tanto como el realismo borroso, entre el realismo ingenuo y el realismo mágico.

 

 

Hay mas y más de 8 millones de aspectos límbico antagónicos en la capital clara contradictoria confusa, y, la letra divina y la letra humana es tan solo y sólo, uno de ellos, incrustados aspectos en similaricadencia tautológica engendrada cervantina en Octavio Paz, cuando nos dijera que: "La poesía es el punto de intersección entre el poder divino y la libertad humana." El poeta, en similaricadencia tautológica repetitiva con el Derecho Usual Ordinario Romano, en la definición contradictoria difusa de la jurisprudencia: Lo divino y lo humano, lo justo y lo injusto. El punto de intersección, en similaricadencia tautológica repetitiva con el punto de inflexión topológico borroso de una silla de montar entre borrén delantero y borrén trasero, caso límite contradictorios, ahí entre las nalgas del Libertador Simón Bolívar, que hízole el callo histórico libertario, con que ganóse, el Padre de la Patria, el cognomento de culo de hierro.

 

Si hay mas y más de 8 millones de aspectos límbico antagónicos en la capital clara contradictoria confusa, y, la letra divina y la letra humana es tan solo y sólo, uno de ellos incrustados aspectos en un lugar trecho estrecho arrecho platónico, entre un lugar de la Mancha y un lugar de la Mancha, como si fuera entre el dicho y el hecho, lo que nos dijera Don Quijote (I, 37 y 38). Entonces sea dicho que la letra divina y la letra humana, que son casos límite contradictorios, han de tener tercio incluso aristotélico profundo, que hemos denominado letra sanguínea. Ergo vergo sea dicho, que a según sea, la letra sanguínea, surge de la sombría penumbra whitmaniana, la paz cervantina quijotesca profunda, entre la guerra y la paz, similaricadencia al tercio incluso aristotélico profundo, entre exceso y defecto. Ergo vergo sea dicho que la paz cervantina quijotesca profunda es joya que sin ella, en la tierra ni en el cielo puede haber bien alguno. Ergo vergo sea dicho que el Quijote sigue dando pa‘bastante borrosidad.



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Miguel Homero Balza Lima


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