Todo tiene su final

Por tu emisora «Mentiras Revolucionarias» y tu programa predilecto «burlándonos de los crédulos» te invitamos a oírnos todos los santos días, ya para despedirnos oigamos este tema musical. Hasta mañana.

“Todo tiene su final, nada dura para siempre

Tenemos que recordar que no existe eternidad”

—Epale camará. Pa´ dónde va por ahí.

Que casualidad conseguirlo aquí en la camionetica. ¿Cómo le ha ido? ¿Por qué no se montó en el Metro?

—Usted no se enteró que se descarriló esa guarandinga, y más de uno casi deja la vida ahí. Decidí por unos días irme por estas cacharras de camionetas.

Y cómo me ha ido no sé, pero lo que si es verdad es que hemos venido a menos.

—Como no. Con estos pérfidos del chavismo a cualquiera le va de mal en peor.

Eso sí, menos a ellos y a los mafiosos con que hacen negocios.

¿Se ha fijao cómo quedaron los pensionados este mes?

—¿Cómo?

—Con los ojos claros y sin vista.

Les depositaron la pensión en la mañana del 22 y a las diez de la mañana ya no tenían nada. Muchos compraron dos harinas para las arepas y hasta ahí les llegó la pensión. Solo les alcanzó para comprar dos productos.

Menos mal que habían ido cerca, porque si van más lejos ni para el pasaje de regreso les alcanza.

—Así está la cosa.

—Imagino que para septiembre les alcanzará para comprar, si acaso, un producto.

Pero el chofer les asegura que con «el bono del negociante con los gringos» les alcanzará para tomarse unas vacaciones en Europa.

Ni para un kilo de queso alcanza esa pensión.



“Todo tiene su final, nada dura para siempre

Tenemos que recordar que no existe eternidad

Hay mamita rica

todo tiene su final”



—Buena esa canción que cantaba el Hector Lavoe, verdad.

Una la oye y le da esperanza.

—Aunque deseos no empreñan, dice el dicho.

—Eso es la pura verdad.

¿Hasta dónde va a durar esto? Esa es la pregunta que se hace todo el mundo y no hay respuesta para la misma. Eso es lo más desesperante.

Porque si la gente viese que esto va a durar hasta tal fecha pudiese hacer planes. Pero así cómo. Ya nadie cree en eso que llaman revolución, porque todo el mundo sabe que eso es pura corrupción y robo. Puro chanchullo y del bueno.

El chofer repite lo mismo, como si la población fuese pendeja y no se acordara que eso mismo lo dijo el año pasado. Solo promesas falsas es lo que hace ese inútil.

Los del otro lado están empeñados en hacer lo mismo que estos de acá. Tampoco se les puede creer. En este erial no hay política, eso se acabó. Lo hay es un “Quítate tu pa' ponerme yo” y ver cuánto puedo robar.

Eso es lo más triste de esta situación.

Ya los electores de oposición, que las tienen bien puestas, están cansados de tanta mamadera de gallo. Los electores chavistas, esos viven en la desesperanza y en el infortunio.

La desgracia es que no hay política y tampoco políticos. Solo mamarrachos.

—Y cómo se le quita la razón a usted.

Yo no me canso de repetir que el difunto acabó con todo eso que se llamaba política, porque él quería perpetuarse en el poder. Y para eso había que exterminar a la derecha y a la izquierda, porque ambos les molestaban a sus pretensiones de eterno gobernante.

Y como muerto el perro se acaba la rabia, así pasó acá.

No quedaron ni partidos políticos. Los que le hacían oposición al difunto se han disuelto como la sal en el agua. El tiempo se los ha tragado. Fíjese para que vea. Solo quedan sombras y espectros. La que más guerreaba que era la Machado cuando sintió en carne propia la violencia se apagó.

Y no se dieron cuenta de la necesidad de ir haciendo nuevos generaciones de políticos, todos asumieron la misma postura que el difunto.

Y aquí estamos, en el desamparo.

Lo dejo porque aquí me bajo. ¡Chofer en la parada!

Y le dijo: Por ahora, apriete.


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Obed Delfín


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