Pacto: ¡Que entre ladrones te veas…!

Esta hiperinflación es insostenible, incontrolable. Ha abierto un hueco gigante entre los venezolanos, cada vez más desiguales, porque alto se paga el desmoronamiento social. Gini atrapado al fondo de un pozo petrolero sin fondos. Es la sima de la barbarie política que acabó con la política. Ya no hay la esquizofrenia económica de Babá y sus cuarenta fundadores de bancos y casas de bolsa. Una uniforme y salvaje economía neoliberal del peor tono, bajo una mirada insegura e irresponsable… ¿Será que duerme, Sr. Presidente? Plegada a la divisa libre y realenga, no hay proporción con salario alguno. Nada cobra sentido, cuando todo se cobra en dólares. Acabaron con las prestaciones sociales. El trabajo acumulado se lo tragó el descrédito. Los fantasmas de los fideicomisos laborales permanecen insepultos. Una economía sin ahorros es un cueva de fieras hambrientas. No vale aumento salarial sin control económico, ni ambos por mucho tiempo. Clap se escribe con hache muda de caimán en boca de estómago ulcerado.

Mucho dice esta calma entre gobierno y oposición oficialistas. Una mudez de culpables que asola, enredados en una ética mafiosa inescapable. ¿Quién tirará la primera palabra? Ya ni a los desquiciados de "Dólar-Today" se le puede echar la culpa. Ni a la Cúcuta Caína se le podrá imputar todo el provecho que le ha sacado a los apuros de la hermana República. Las medidas internacionales profundizan el malestar funerario, a la vez que dan argumento para nuevas patrañas. Leña del país caído o la dialéctica de la razón vesánica.

La incapacidad técnica del gobierno en materia de economía es, desde hace ya años, aberrada e insólita. Espiral viciosa que favorece la corrupción babélica. Trágicamente grotesco, se maquila (sic) el desastre con banderas desgarradas sobre el cuerpo de una nación en tránsito. Un Ministro de Propaganda apela a sus manuales psiquiátricos, argumentando el país del manicomio, con el loquero muerto: la revolución desalmada. Un desbarajuste insólito y la instauración del capitalismo más que salvaje. Se individualiza lo que aparentaba ser lazos sociales. Premisas que heredarán los sucesores golpistas, que desde dentro y fuera del gobierno afilan los sables. Pacto entre ladrones que sólo se autorrepresentan, porque la ilegitimidad campea. Con trabajo sucio y a excusa limpia se retorna a la misma mesa. Canibalismo caribeño de los restos de la orgía. Los clientes a la puerta piden migajas a los nuevos-ricos de los nuevos ricos que no se han ido, porque de Guantánamo viene un barco cargado de excusas. Y esperan que no se pare el carro fúnebre del enemigo por falta de gasolina.

Nunca antes el comercio inescrupuloso criollo había alargado tanto sus garras, aprovechado la disolución del mercado, sin control del gobierno. La oposición empresarial lo favorece y teoriza su supervivencia importadora. Se hizo realidad lo que tanto promovieron hasta la razón: hundir el país para salir de cualquier cosa que no fuera ellos, y recibieron la ayuda de Atilas oficialistas que nos manda la muerte.

La urgencia de restablecer la industria petrolera debería ser el punto central a discutir en sueco o en noruego, pero con palabras criollas: ¡Todos dentro y términos afuera! No podemos aceptar negocios a doble banda, porque se transforma en banda de delincuentes. El gobierno respira el aire de una oposición manchada. Kínder macabro, con la cola chamuscada y apuro corredizo por corbata. Los mantras publicitarios no esconden las ansias de poder. Reverso cómplice del oficialismo, si bien, asimétrico. Será inevitable el préstamo internacional, la ayuda humanitaria con receta digerida, intereses geopolíticos de grandes potencias que no miran tan abajo, sino para contar los muertos ajenos. Un futuro hipotecado con ladrillos del infierno. Esa fue la estrategia, pérdida de soberanía y de democracia. Neoliberalismo con babas del marxismo incumplido. Dimos el salto mortal del país proveedor de los más débiles del continente, al país más pobre de todos, emparejados con la víctima histórica de Haití. Sanmateado quedó la solidaridad bolivariana, arando en el mar de Las Antillas y ahogándose en el despilfarro. Todo período especial es especialmente olvidado. Forzados ahora a ayudas cantaclísmicas, mendigos de la miseria ajena.

El corrupto posmoderno venezolano se hizo héroe con un maletín de dólares para pagar prótesis mamarias, tomando 18 años con agua de coco, en una mesa de dominó frente a la playa. Costumbre de clase adquirida, le dicen. No era mejor la tribu adeca, ni las carreras copeyanas. Pírrico pensar en la corrupción tachirense como elitesca, madre de la actual masificación ladrona, continuista, eso sí. ¿Cómo huir hacia delante de todos ellos? ¿Cómo evitar que esos pactos, que hoy se consuman, no consuman lo que queda de la esperanza adolorida del venezolano? Por los reales serás juzgado; por la corrupción, no. Ya entre abogados era una maldición babilónica. Entre corruptos maniqueos se cuece el caldo gris que pocos beberán. Cualquier cosa pudo ser, cualquier futuro era posible, aunque no quisieran. Errores, siempre comprensibles, pero nada justifica el mayor desfalco de la historia, que tendrá sus nombres.

No confío en conversaciones secretas, ni en agendas clasificadas. Cantos destemplados de sirenas rasuradas y mangas arremangadas. Las vinculaciones corruptas de Guaidó & Cía voluntaria, en el momento central de su narrativa salvadora, tienen que ser tan tempranamente explicadas, averiguadas, que quién sabe lo que quede bajo el agua. Todo se cuece en el mismo Calderón. Esperamos se nieguen vínculos con los asquerosos bolichicos y otras gallináceas de corral compartido. Se igualan a un gobierno inmoral, disfrazado de impoluto, para el que todas las culpas son ajenas y antirrevolucionarias.

La sociedad que apenas logra respirar a pesar de ellos, esa que crece entre los dos extremos desprestigiados, la sociedad agobiada de desilusión, frustración, desesperanza, ante la imposibilidad de vida y muerte dignas en un país asolado, tiene que sacar la cabeza de esta podredumbre. Abrirse paso, exigir su presencia para dilucidar hacia dónde vamos, antes de que quedemos atrapados en una jaula sin salida. Impedir la estratégica invisibilización en marcha. Oponerse a otro pacto sin puntos ni comas, a otro abismo-fijismo, quién sabe por cuántos años. No hay alternativa para el país de todos. Ser antes de que el pacto entre ladrones sea.



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Alejandro Bruzual

Alejandro Bruzual es PhD en Literaturas Latinoamericanas. Cuenta con más de veinte publicaciones, algunas traducidas a otros idiomas, entre ellas varios libros de poemas, biografías y crítica literaria y cultural. Se interesa, en particular, en las relaciones entre literatura y sociedad, vanguardias históricas, y aborda paralelamente problemas musicales, como el nacionalismo y la guitarra continental.


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