Robinson Crusoe, "cállate que me desesperas". ¿ Con Maduro o Pompeo?

Él, de vez en cuando, sale de la isla, no aquella cercana a la desembocadura del Orinoco, pues se mudó por aquí por el norte nuestro, a una más pequeña por los lados de la más grande llamada "La Borracha". Se vino de aquella por las dificultades de la vida de estos últimos años, que a él, anacoreta, hábil para la subsistencia, también le pegan duro, como la escasez de gasolina que ahora tiene que pagarla en dólares y por allá es más cara todavía. Pues ya, por razones de la edad, no rema.

Como desde los primeros años de su retiro, sigue siendo un hombre callado, pero como un volcán que al menor espite revienta y se desborda. Es uno de esos que se la pasa guardando las palabras y las ideas pero al menor percance las deja salir sin freno. Las que se ahorra y represa allá donde vive, donde no tiene con quien intercambiarlas, pareciera las quiere usar cuando por aquí viene hasta sin motivo, con el primero se le ponga por delante y sobre todo le contradiga. Son esas cosas de la abundancia y la represión y él, lo único que atesora, son palabras e ideas, pues siempre ha sido propenso a eso y más viviendo en esa perenne soledad. Los peces, donde vive, abundan y por ellos no padece, porque tiene donde dejarlos que vivan quietos sin necesidad de encerrarlos y su cuidado. Tuvo que prescindir de "Viernes", por varios motivos. El viernes era su noche para caerse a palos, vainas de la ancestral costumbre, y como eso no es lujo que ahora puede darse, ni él ni uno, optó por vivir como si a partir de ese momento ese día de la semana no existiese. Entonces de jueves salta para el sábado para no acordarse, deprimirse y menos tener que soportar un desacuerdo fijo una vez a la semana. ¿Cómo hace? Pues se acuesta el jueves y se levanta el sábado a las primeras horas. Pero también se dejó de Viernes, aquel indio con quien se halló casi acabando de arribar a la isla después de aquel naufragio. Pues Viernes se le volvió impagable desde que Maduro la cogió por aumentar el salario sin percatarse que su ingreso fijo, esmirriado y cada vez menor que los aumentos de las cosas que compra y las demandas naturales del indio. Y éste perdió el interés por el trabajo y de guapo que era se cambió, tanto que últimamente hasta se escondía en los matorrales para no hacer nada. Además, llegó un momento que Viernes con el salario que él le pagaba, el complemento que le paga Maduro, pues pese que ya con él no trabaja sigue cobrando esa compensación, lo que recibe por Hogares de la Patria, que es bastante, pues tiene mujer y tres hijos, el estímulo que le pagan por ser pescador, que es por el vivir en la orilla de la playa en aquella isla, el Clap cada quince días, que él Robinson no recibe porque quienes eso manejan le tienen como rico y de las clases poderosas y además de otras cosas de las cuales Viernes no habla, como por haberse inscrito en las Milicias Bolivarianas, también tiene derecho a un bono mensual mayor que el salario mínimo. Aparte que Viernes por vivir en la orilla de la playa donde el mar es ancho, ajeno y generoso y tiene acceso a todo lo que este regala. Le dieron un bote y puede surtirlo de gasolina en una estación especial para los beneficiados como él y de gratis. Es decir, y para decirlo mejor, Viernes le sacó el culo porque estando como está y sin hacer mucho, gana muy por encima de lo que cuando trabajaba con él. Y además, el ascenso de Viernes fue tan desproporcionado con respecto a él que al contrario casi a diario descendía, que comenzó el indio a mirarle como si fuese un inferior. De donde, luego el lector bien sabrá por qué, Robinson dice que aquí hay una revolución y él en su enredo, quizás por eso también que por el mar, las olas y las tenues cortinas que teje el agua evaporada en la orilla, que bien pintó el maestro Reverón, que a cualquiera no dejan ver con claridad, mira eso como nadie en su caso lo haría. Y por eso mismo, cuando uno está allí, pone los ojos chiquiticos para que entre menos luz y dejar de enceguecernos. Y quizás, en él sucede lo contrario, de tanto cerrar los ojos para negárselos a la luz, haya ganado capacidad de mirar lo que otros no miran, por eso hace en la oscuridad de otros sus poemas. Como Reverón, vio los azules y los efluvios del agua.

Pero por lo que sucede a todos, no especialmente a él, Robinson anda inconforme y de sobremanera disgustado. Pero no lo dice así, pues se define "chavista de los rodilla en tierra y hasta la pared de enfrente". Y cuando se molesta, lo que sucede cada vez que alguien critica al gobierno, salvo diga lo que él dice, y las pocas veces que abandona su soledad, grita desaforadamente y es así, no se cuida, "leales siempre, traidores nunca". Y pese su confusión, se define como sin duda, que está firme con el gobierno de Maduro, eso sí, dice él, desatándose como un río que había sido represado, "con Maduro estoy porque soy revolucionario". Pasa por alto que vive en una isla solo, intenta por encima de todo adaptarse al medio donde vive y dejarle sea como es sin intentar molestarle lo menos posible y hasta para nada.

Cuando le vi venir, aun lejos, le saludé con euforia y cariño porque le conozco desde antes que decidiese meterse a anacoreta y hasta con él estuve unos años en la escuela.

Robinson me enreda. Está muy disgustado con el gobierno que apoya, como ya dije "hasta la pared de enfrente". Pero le molesta que no haya decidido tomar todas las empresas, empezando por Polar y las demás del grupo Mendoza, que especulan hasta el cansancio y de manera impune.

"Aquí lo que hay que hacer", dice Robinson sin ninguna muestra de duda, "es meter presos a esos carajos, quitarle las empresas y ponerlas a producir."

Pero Robinson, empiezo a hablar yo con timidez, ante aquel volcán de palabras contundentes, "¿si el gobierno eso ha hecho en otros casos y las empresas están quebradas y cerradas…?".

"Si tienes razón", responde, sin dejarme terminar la idea, subiendo más el volumen, "pero eso ha sucedido porque no mete presos a quienes mal las administran y hasta se las roban y al contrario, les premia mandándoles a otro sitio a seguir jodiendo".

-¿Entonces Robinson, crees que metiendo preso a toda esa gente, empresarios privados que especulan y roban, como dices, y además a todo aquel que mal maneje una empresa del Estado, la cosa se compone?

-"Por supuesto que sí", responde Robinson como si hablase no conmigo solo y de frente sino a una multitud, tal como lo hace Maduro. ¡Tanta es su fidelidad con el presidente!

-¿Entonces, la única falla del gobierno es esa?

Para Robinson, basta que la gente sienta la autoridad del Estado y miedo le cojan, para que se pongan derechitos. Según él, de esa manera habría producción por demás y los empresarios privados, que estaría dispuesto a permitir, sigan siéndolo, sólo si cumplen estrictamente con lo que el Estado disponga.

Para él, esa es la única falla de Maduro, a quien repite, como para que duda no quede, "apoyo hasta la pared de enfrente".

-"Claro", dice Robinson cuando nos estamos despidiendo o mejor me despido porque hay poco espacio, "Maduro comete otros errores".

-¿Sí? Pregunté yo, estimulado por el deseo de saber de verdad cuáles serían esos en la visión de mi amigo anacoreta.

"Pues esa vaina de ahora de caer en el juego del diálogo, ese de Noruega".

-¿Te parece malo eso? Pregunté, de verdad sorprendido creyendo que sólo eso podría pensarlo alguna que otra figura alta del gobierno que tiene sus profundos motivos, Pompeo y sus muchachos de acá, pero nunca un hombre limpio de pecados como Robinson.

-"Claro que es malo. ¿Hasta cuándo tanta lenidad? Con esos carajos lo que hay que hacer, como a los empresarios, es meterlos presos."

Robinson piensa, ni más ni menos, como se habló del General Gómez; si en Río Caribe hay muchos locos, tantos como es crear allí un hospital psiquiátrico, mejor sería tirarle una cerca al pueblo.

No quise escuchar más. En realidad me sentí confundido. No sabía si en verdad hablaba con aquel viejo compañero, humilde y pobre; víctima de todo lo que sucede por falta de entendimiento o con un agente encubierto de Mike Pompeo. La soledad enreda, tanto como los "Face News".

 

 



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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