Mi palabra

La invasión con dólares y pesos

"La economía mundial es la más

eficiente expresión del crimen organizado."

EDUARDO GALENO

La población de Bruzual, es llamada la puerta del llano apureño que nos lleva a la frontera colombiana. Desde el mismo momento de pisar estos hermosos parajes, nos podemos dar cuenta del cambio impresionante de esta tierra de gracia, al calor del gobierno de Hugo Chávez, con la continuidad de Nicolás Maduro, pero no podemos obviar la cantidad de problemas, algunos creados por la desidia de alcaldes con la mente puesta en el dinero, y por la otra parte el criminal bloque económico del imperialismo, y sus lacayos; porque los inescrupulosos y sanguijuelas, saben por dónde comenzar a detener cualquier intento de prosperidad, y las fronteras venezolanas es una vía de fácil acceso para cometer sus fechorías.

En días pasados, un sábado por la mañana al llegar a un negocio preguntando por el precio del queso, y la forma de pago. La respuesta no se hizo esperar por parte del dueño con ciertas ínfulas de vanidad: "No tengo punto de venta; con dólares, pesos, o efectivo en billete venezolana" Un labriego que se encontraba muy cerca, con ganas de echarse un trago, prácticamente me quitó las palabras de la boca para responder: ¡Me jodí, porque no cargo nada que se parezca!

De esta manera se está manejando la economía por estos sitos, a pesar del esfuerzo del gobierno venezolano por demás heroica, desde la llegada del comandante Chávez, para enfrentar la invasión económica del lado colombiano. Nadie puede negar todos los mecanismos implementados para frenar el desigual intercambio comercial, por medio del dólar-peso, encontrándose en estos momentos con una disparidad cambiaria sin precedente; quizás el único caso en el mundo, apoyada directamente por el gobierno estadounidense, el cual ha montado un teatro de operaciones en la hermana República de Colombia, para monitorear todos los movimientos del gobierno dirigido por el valiente Nicolás Maduro.

Todos los pueblos venezolanos colindantes con la frontera colombiana, están viviendo el conflicto de la guerra económica, desde otra dimensión. Ahora no solamente se encuentran frente a la escasez de alimentos–incluso productos propios del llano– y otros artículos indispensables para el diario vivir. Las necesidades se acrecientan, y cada día se encuentran atados a los mercaderes de la guerra: bachaqueros, usureros, y además los traficantes de dólares y pesos a quienes les han encomendado una tarea muy lucrativa, pero por demás inhumana, para definitivamente penetrar el territorio venezolano, y todo el mundo sabe, lo que han hecho los gringos, cuando se apoderan de una nación, como la nuestra, con los recursos necesarios para suplir las urgentes necesidades del gobierno estadounidense, especialmente el petróleo.

En cualquier pueblo de Apure, Táchira, Zulia, si no carga dólar, o en su defecto peso colombiano, prácticamente no puede comprar. El desprecio y desvalorización del Bolívar, se ha mantenido bajo los parámetros impuestos del otro lado de la frontera, y en algunos momentos ha llegado por mitad en relación con el peso, y eso es bastante decir. Aparte de eso, han montado una especie de vitrina para exhibir productos producidos en nuestro país por empresarios lacayos–Lorenzo Mendoza– para comercializarlos a precios más bajos, produciendo la caravana de compradores venezolanos impulsivos, reemplazando al Miami: ¡Ta barato!, ¡dame dos! de la época de Carlos Andrés Pérez, por el Cúcuta ¡Ta barato! ¡dame tres! impulsado aceleradamente por los últimos gobiernos colombianos, bajo la atenta mirada del imperialismo. Dijera en el pasado el refranero ex presidente Luis Herrera Campíns, cuando le preguntaron por el auge de la lotería: "Maluco que es, ganarse trescientos bolos con un fuerte"

Estamos en presencia de una invasión comercial. La avalancha desde Cúcuta, y pueblos limítrofes del lado colombiano no deja ninguna duda; son puntos de referencia para los compradores, quienes a la vez hacen cualquier intento para conseguir el efectivo en bolívares, para realizar las compras del otro lado, sin impórtale el daño a nuestro signo monetario. Es tan así, que cada momento escuchamos a personas, sin ninguna conciencia de la realidad impuesta por el imperialismo, decir, como si fuesen de otra parte, casi gritando ¡Esa vaina no vale nada! A media que aumenta la circulación de los dólares en el país, aumenta de precio, golpeando fuertemente nuestra moneda; pero ahora se le suma el peso colombiano; no solamente en la frontera. En ciudades y pueblos algo alejado se empieza a notar el circulante colombiano. Conozco el caso de un mecánico, quien recibió el pago de un trabajo en pesos, y rápidamente hicieron el equivalente –bolívar-peso–, y la compañera de vida, con los ojos desorbitados, no dejaba de repetir: ¡Esos valen más!

Sin embargo, antes estas expresiones de personas sin conciencia, las podemos digerir de manera pedagógica, porque la labor de un verdadero revolucionario es enseñar; pero las opiniones de articulistas corrompidos–Rafael Ramírez– en la mayoría de los casos es para tratar de eludir la charca, que ellos mismos crearon, y tenemos que enfrentarlos, porque de lo contrario la impunidad se apodera del país, y después se empiezan a pasear libremente, como si fueran los verdaderos héroes de la patria.

 



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Narciso Torrealba


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