Los cara largas

—Vengo de ahí del centro compai. Pero ¡a mundo!, la gente anda con la cara larga, más tristes que perro remojao; chupaos están. Así me verán ellos a mí también.

—No lo dude. Usted como se ve la cara todos los días piensa que no ha llevado lo suyo.

Es que está gente tiene a todo el mundo llevando lo suyo. El que no anda con cara e perro anda más desilusionao que dejao en el día de los enamorados. Es que los chavecos solo se han propuesto eso, a meterle en el cuerpo la desilusión a la gente. Con esta mamazón la gente anda más triste que un bolero de Julio Jaramillo.

Mire solo tristeza y abandono es lo que han logrado los amarillentos y cuidado usted dice algo porque lo censuran. Nadie quiere oír que le digan eso.

—Así lo dice el día a día. Y cómo que les ha dado resultado. Porque la gente anda viviendo en el pior es na'.

—Y como no va andar desilusionada la gente, si esto parece un cementerio. Unos sale a la calle y todos parecemos unos zombis. Los amarillentos han matado el espíritu de la gente a fuerza de hambre, necesidades y de embustes.

Lo que hay es una desnutrición del alma. La gente se siente entregada, sea de la oposición o estos que se dicen chavecos todavía. Estos últimos no hayan cómo justificar tanta penuria y los otros se la pasan todo el santo día esperando que los vengan a rescatar.

Póngase, si tiene ánimo pa´eso, a oír las declaraciones de cualesquiera de estos chavecos, sea el cooperante o los hermanitos, a uno le tiemblan las canillas de ganas de arriarle una patada por el hocico. Le dicen con bombos y platillos cada mentira gubernamental, que después deben salir a morirse de la risa. Todo está esfaratao.

—Y cómo que son medios supersticiosos. Usted ha visto que a veces el tipo sale con unos callares y no sé que otras cosas arrequintadas. Yo ya no creo en ese cuentico de la revolución. No, que vao.

Esto es la pura decadencia, están más rancios que manteca vieja.

—Además de la oscurana de los apagones, lo que hay es tiniebla y silencio en el ánimo de la gente; uno anda en la fealdad porque estos muérganos lo tratan a uno como si fuese un sirindo.

Son unos tramposos de la palabra. Estos machuchos solo hablan que van a hacer pero no hacen nada, o sino empiezan a echar unos cuentos que ya no tiene ninguna vigencia.

Le dijo la verdad, estos amarillentos solo viven de la carroña de la gentes, son uno zamuros. Le quieren meter a uno gato por liebre cambiando la realidad que uno vive con puras patrañas, para crear la ilusión que estamos bien. Pero cuando las tripas suenan varias veces al día, lo que dicen es estos están condenados al fracaso.

—En la gente lo que hay es desilusión, por tanta mentira y falsedad. Ya no se aguanta. Los chavecos dicen no hay güiro, todo está fino. El problema es en otros países.

Pero que va lo que hay es un erial de desengaños. Por eso creo todo el mundo anda completamente desmoralizao, y no solo los chavecos también los otros porque tampoco le cumplen lo que le prometen.

Lo que quieren es verlo a uno boqueando. Si la gente no piensa es mejor para ellos, que solo repitan ese discurso que apesta a mortadela. Por eso el gentilicio ha perdido la fe, ya no cree en nada.

—Nos tienen enclenques. Uno sale a la calle y anda con la mirada pérdida, nada es claro; todo es indisciplina. Pretenden que desaparezca la fuercita vital de la gente, que todo sea fofo y flojo. Porque así es más fácil dominarlo a uno. Uno anda mansito, como perro apaleao.

¿Usted se ha fijao que ha menguado la valentía?

—Como no. Y no va a menguar, si dice algo le mandan a los vestidos de negro para que lo aplaquen y le den lo suyo. Pura represión y de la buena.

—Eso para reine la cobardía. Todo está enfermo. Esto es un tiempo de indignidad. Han convertido esto en una sociedad degenerada, todo es estéril. Una nación despoblada de coraje. Solo hay miedo y rabia.

—Es que el terror es grande y lo que busca es el miedo y la cobardía.

—Así es. Andamos asustados por la oscuridad y por la luz, porque nadie confía en el propio vigor. Estos lo han puesto a uno achantao pensando solo en la caja de comida. Han envilecido a la gente. Pero ya les tocará a ellos.

Y le recomiendo: Por ahora, apriete.



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Obed Delfín


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