Buscando la caja

—Compadre, lo vi que llevaba una caja terciá al hombro.

—Así mismo es, seguro que me vio con el amigo Víctor.

—A caramba ese es el amigo Víctor, no lo reconocí. Sí está flaco el hombre.

—Bueno, es que me dijo que está parao, no está haciendo nada porque trabajo de albañilería no hay. Eso me comentó.

—¿Y por qué usted andaba llevando esa caja? ¿Para quién era?

—Para la vecina. La pobre anda con un lumbago y eso no se puede enderezar la mujer.

Y qué medicina se le puede comprar si no hay y, además, con qué si plata hay menos. Alguien le recomendó que se pusiera unas cataplasmas de hojas de yagrumo.

Yo le dije, vecina déjese de eso, no vaya a ser que le dé una urticaria por estar poniéndose cosa raras, o es capaz que usted se mete por ese mote y le pica una mapanare, y ahí se queda lista.

Yo le voy a buscar la cajita, no se moleste yo le hago el favor. Y no me ofrezca nada, que yo tengo un camburito que espero que para julio esté maduro.

Ella me dice váyase como a las ocho de la mañana, que eso fue lo que dijeron. No hay problema a esa misma hora arranco para allá y así hice.

Llegué allá vi a la señora del consejo de la comuna, creo que se llama la cosa. La saludé y me dijo, haga la cola que ya lo anoto. Ahí me paré mientras ella iba anotando a la gente. Me anotó y ahora a esperar que llegara la caja, porque las cajas no estaban ahí y no habían terminado, me dijeron, de acomodar unas mesas para verificar las cédulas en un listado. Hasta ahí todo fino.

Al rato llegó un hombre, y dijo que ya la gandola venía cerca. Que nos iban a llamar por la lista y que fuésemos haciendo colas de 20 personas. Ahí se empezó a torcer la cosa. Porque le dijo algo, hay algo raro en todas esas cosas; aunque la gente tenga la mejor buena intención de hacer la cosa bien siempre se tuerce, eso es una contante. ¿Por qué será eso?

Mal que bien se fueron haciendo las colas. Primero, llamaron a los discapacitados y a las embarazadas. Luego a los demás, pero no era tan ordenado. Y ahí empezó la lenteja, así como aquella película de «zootopia» en que hay unas perezas haciendo trabajo de oficina.

Como había dos muchachas verificando las cédulas. A alguien se le ocurrió que una muchacha iba a llamar a partir de las cédulas que comenzaran por 11 millones. Por supuesto, la gente más joven salió primero que los vejucos. La gente empezó a molestarse.

Yo como no era parte de la solución, tampoco iba a ser parte del problema. Me quede callado e hice mi cola. Hasta que llegué para verificar la cédula de la vecina, como dos horas o alguito más; creo que tres.

Ya la gandola había llegado y se estacionó en la calle. Menos mal que estaba toldao. Porque después que uno verificaba la cédula se iba a hacer la cola, con un tique que le entregaban, para que le dieran la caja. Nos salvamos que nos agarrara esa pepa de sol.

Hay estuvimos el amigo Víctor y yo conversando. En una de esas me dice: «Mire si esa niña va cargando esa caja sin ningún esfuerzo ¿qué podrá tener la misma? Me entró un descorazonamiento». Le dije unas palabras para que le volviera el ánimo al cuerpo. Nos dieron la caja y nos vinimos como Fernando, un rato a pata y otro caminando. Hay fue cuando nos vio.

—Yo lo vi que venía con alguien, pero no reconocí al amigo.

—Pero me quedé, le dijo, con la curiosidad esa de ¿por qué las cosas siempre se tuercen? Gente que ya tiene tiempo haciendo esa labor y todavía las cosas no le sale redonda.

La gente se molesta, pero tampoco ofrece la ayuda. Empiezan a rezongar y a vociferar, pero no preguntan: ¿En qué puedo ayudar? Molestarse con esa agente de la comuna me parece impropio, esa gente no tiene la culpa.

Porque lo que le voy a decir es lo que yo creo. Mire que hayan pasado estos años y sigan vendiendo esas cajas como si fuesen la solución de la vida es una patraña. Eso lo que muestra es el fracaso de estos manganzones, que el gobierno es inoperante porque no ha sabido solucionar nada.

Lo que trae esa caja antes se compraba, en cualquier bodega, con el salario de cualquier pata en el suelo. Nada extraordinario era. Eso es una muestra del fracaso de los revolucionarios. La gente está ahí por el hambre y porque los han sometido a pasar hambre para dominarlos.

Los que dicen que en algo ayuda es porque se conciben a sí mismos como muy depauperados, muy acabaítos. Por esos creen que esas cajitas ayudan, pero eso es mentira; si esta es la segunda vez que en este año se las venden. Eso no dura ni una semana.

Y le dijo: Por ahora, apriete.



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Obed Delfín


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